En tan solo un trimestre al frente de los destinos de Argelia, Abdelaziz Buteflika ha impuesto un nuevo estilo de trabajo que rompe con el tradicional hermetismo informativo de los regímenes que precedieron al suyo, en el contexto de su estrategia de salida pacífica a la crisis.
Con el fin de demostrar que estaban equivocados quienes le consideraban un político acabado y dedicado al secretismo, Buteflika se ha embarcado en una línea doctoral y explica a diario a sus compatriotas las líneas maestras de su política.
Primera decisión
La primera decisión significativa del nuevo hombre fuerte de Argelia fue conceder el indulto a miles de integristas que estaban encarcelados por su complicidad con las bandas armadas, sin estar implicados en delitos de sangre.
La medida benefició exactamente a 2.300 individuos, según el jefe de Estado, quien dio esa precisión para atajar las conjeturas de los medios políticos, donde se hablaba de cifras que oscilaban entre 5.000 y 15.000 liberados.
Esta precisión matemática de Buteflika no ha calmado la inquietud que despertó el indulto entre quienes temen que se abra la puerta a una rehabilitación del integrismo, poniendo así marcha atrás el reloj de la historia.
A las puertas de las cárceles coincidieron las familias que abrazaban emocionadas a los liberados y los que gritaban que los integristas se volverían a echar al monte en cuanto pudieran.
Con el fin de tranquilizar a sus compatriotas, Buteflika se comprometió públicamente a no rehabilitar al Frente Islámico de Salvación (FIS), una medida que sería anticonstitucional en tanto ese proscrito partido no renuncie a su proselitismo religioso.
La Constitución argelina prohíbe la existencia de partidos cuyos fundamentos programáticos se enraízan en el uso del Islam como arma política.
Con actitud cautelosa, el Presidente argelino no ha querido comprometerse, sin embargo, a mantener la actual Constitución durante los cinco años de su mandato y ha dejado abierta la puerta a una reforma de la Carta Magna a través de un referéndum.
El arma del referéndum la utilizará por primera vez para pedir a los argelinos que aprueben la llamada "ley del perdón", que servirá de cobertura política a la decisión del brazo armado del FIS, el Ejército Islámico de Salvación (EIS), de abandonar las armas definitivamente.
Para acallar también los temores de quienes piensan que no todos los mandos militares sostienen su estrategia de distensión hacia el integrismo, volvió a salir en televisión y proclamó ante un auditorio boquiabierto que "mi política es la política de las Fuerzas Armadas".
Asimismo, amenazó de nuevo con dimitir si los generales le retiran su apoyo y explicó que si todavía no ha puesto en libertad al líder histórico del FIS, Abasi Madani, se debe a que no quiere comprometer en lo más mínimo el éxito final de su estrategia.
El impacto que este "aggionarmiento" informativo tiene en la población es evidente, ya que han disminuido las críticas.