Redacción. En el último libro del periodista estadounidense Bob Woodward, el gobierno estadounidense aparece dividido y sin dirección en la guerra en Iraq, y puso a correr a asesores de la Casa Blanca para contener su posible impacto.
En el libro, la administración del presidente George W. Bush aparece fragmentada por disputas políticas y personales que impactaron su manejo de la guerra en Iraq, con el Presidente cada vez más aislado frente a quienes pedían un cambio de dirección.
La publicación de la obra State of Denial ( Estado de negación ), que salió a la venta ayer, desató una polémica en Washington potencialmente dañina para los intereses del presidente Bush de cara a las elecciones legislativas de noviembre.
Woodward, un periodista de The Washington Post recordado como coautor de los reportajes que destaparon el escándalo Watergate, dejó mal parados a varios miembros del gobierno del presidente George W. Bush.
Para comenzar, el propio Bush aparece como una figura incapaz de aceptar críticas y, de toda la información que recibe sobre Iraq, solo admite aquellas que son positivas sobre el conflicto.
La secretaria de Estado, Condoleezza Rice, tampoco sale bien parada: el libro asevera que, como consejera de seguridad nacional, recibió información sobre la inminencia de un ataque a Estados Unidos antes de los atentados del 11 de setiembre, sin tomar acciones.
Acosado. Pero quien peor parado sale es el secretario de Defensa, Donald Rumsfeld, quien enfrentó presión de otros miembros del gabinete de Bush para que el Presidente lo removiera del cargo.
Según el libro, el entonces jefe de gabinete de Bush, Andrew Card, intentó al menos en dos ocasiones convencer al mandatario de sustituir a Rumsfeld. Habría tenido apoyo de Rice en el pedido.
Sin embargo, Bush acató el consejo del vicepresidente Dick Cheney y de su consejero político Karl Rove, partidarios de dejar a Rumsfeld en su cargo para evitar dar una señal de debilidad.
Dan Bartlett, asesor de Bush, acudió el domingo a tres programas de televisión a enfrentar las aseveraciones del libro y asegurar que el Presidente ha sido transparente en su política.
“El Presidente fue muy claro con los estadounidenses sobre los desafíos a los que nos enfrentamos en Iraq. (...) Ningún estadounidense ignora la violencia en Iraq”, aseguró Bartlett a la CBS.
La propia secretaria de Estado, de gira en Oriente Medio, refutó la versión del libro de que habría recibido información sobre los ataques del 2001, pero no negó su supuesto intento de remover a Rumsfeld de su cargo.