
Saná. AP Cientos de miles de yemeníes salieron ayer a las calles de varias ciudades para exigir la renuncia del Presidente y denunciar la participación del Gobierno en una reciente explosión en una fábrica de municiones en el sur del país, que dejó un centenar de muertos.
Las protestas ocurrieron en Saná, la capital, así como en otras ciudades. Los grupos opositores acusaron al presidente Alí Abdalá Saleh de colaborar con milicianos de al-Qaeda al retirar al ejército de la fábrica y permitir la ocupación de la zona por la red terrorista.
“Sin esta retirada organizada y el caos planificado por el régimen, la masacre en la fábrica no hubiera sucedido”, dijo la oposición en un comunicado. A Saleh se le acusa de aprovechar el miedo occidental a un surgimiento de al-Qaeda en caso de su derrocamiento.
Yusef Said dirigente del gobernante Partido del Congreso y profesor de la Universidad de Adén, rechazó esas acusaciones, que calificó de falsas y producto de las maniobras políticas de la oposición.
El vocero opositor Mohamed al-Sabri, por su parte, criticó al ministro de Defensa estadounidense Robert Gates, quien dijo por televisión que la caída del régimen de Salé significaría un verdadero problema para Washington.
“Estas declaraciones indican claramente que el Gobierno de Estados Unidos respalda a Saleh, quien dio a los elementos de al-Qaeda luz verde para generar el caos en el sur y asustar a los estadounidenses”, dijo al-Sabri ayer.
“El presidente Saleh multiplica, a cada momento, las maniobras, las proposiciones inútiles y los globos de ensayo”, declaró también ayer el portavoz de la oposición parlamentaria, Mohamed al Qahtan.
El 25 de marzo, Saleh repitió que estaba dispuesto a entregar el poder a un sucesor en un proceso electoral que debería llevarse a cabo antes de fin de año, decisión rechazada por los manifestantes.