Nueva York. El narcotraficante mexicano Joaquín el Chapo Guzmán fue condenado el miércoles a cadena perpetua, un final humillante para un jefe criminal conocido por su capacidad para librarse de todo mal mediante el asesinato, el soborno o un túnel.
Un juez federal en Brooklyn pronunció la sentencia cinco meses después de la condena de Guzmán en un épico caso de narcotráfico.
La condena de cadena perpetua más 30 años estaba ordenada de antemano. El veredicto de culpabilidad conllevaba una sentencia de por vida sin posibilidad de libertad condicional.
Además, el juez ordenó el pago de $12.600 millones de ganancias mal habidas, la suma que ganó la organización criminal con la distribución de cocaína y otras drogas en Estados Unidos.
Los fiscales aseguran que además de traficar al menos 1,2 millones de kilos de cocaína y 222 kilos de heroína a Estados Unidos, el exlíder del cartel de Sinaloa se dedicó a matar y ordenar la muerte de decenas de personas.
El narcotraficante mexicano expresó el miércoles a un abarrotado tribunal del tribunal federal de Brooklyn que no solo ha sufrido “tortura” en sus 30 meses de encarcelamiento en Estados Unidos, sino que además el juez que llevó su caso ignoró las acusaciones de mala conducta que, según Guzmán, demostraron varios miembros del jurado durante su juicio.
“Mi caso quedó manchado y usted me negó un juicio justo cuando todo el mundo está viendo”, dijo Guzmán al juez Brian Cogan.“Estados Unidos no es mejor que cualquier otro país corrupto", agregó, desafiante.
Cogan lo condenó minutos después a cadena perpetua. La sentencia llegó cinco meses después de que un jurado lo declaró culpable de 10 cargos relacionados con el narcotráfico.
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El capo, de 62 años, que era protegido en México por un ejército de sicarios y una compleja red de corrupción, fue extraditado a Estados Unidos para su juicio luego de fugarse dos veces de cárceles mexicanas.
Guzmán lució el miércoles su tradicional bigote después de presentarse totalmente rasurado durante el juicio. Vestido con una camisa de color lila, una corbata azul y una chaqueta gris, buscó con la mirada a su esposa, Emma Coronel, al entrar a la sala. Al verla sentada entre el público le mandó un beso y se tocó el corazón. Tras los aproximadamente 50 minutos de audiencia, se despidió enviándole besos.
Quejas del capo
Al iniciar su discurso, que leyó, Guzmán dio las gracias a Coronel y a su familia por apoyarlo. Denunció que bebe agua “no higiénica” todos los días, que no puede ver la luz del sol y que le duelen la garganta, los oídos y la cabeza debido al aire contaminado que respira, además de no poder recibir la visita de su cónyuge a prisión o abrazar a sus hijas pequeñas cuando lo visitan en su celda en Manhattan.
“Ha sido una tortura las 24 horas”, se quejó.
También acusó al juez Cogan de no investigar exhaustivamente las denuncias de mala conducta de los jurados, a quienes los abogados de Guzmán acusan de admitir que leyeron noticias sobre el juicio mientras este transcurría, algo que Cogan les pidió que no hicieran.
El juez les pidió que basaran su veredicto tan solo en las pruebas presentadas durante las 11 semanas de juicio y que no leyeran artículos sobre el proceso para que los reportajes no influyeran en su decisión.
“Usted decidió no hacer nada (tras las denuncias de los abogados)”, le espetó Guzmán a Cogan.
Peso de lo ‘malvado’
El juez Cogan destacó al declarar su sentencia que es posible que Guzmán sea “un buen padre y tenga otros atributos”, pero su “abrumador lado malvado” es muy fuerte.
Durante la sentencia del miércoles habló Andrea Vélez, una colombiana que trabajó para Guzmán hasta que este la incluyó en su lista negra.
Vélez aseguró que Guzmán pagó un millón de dólares a la pandilla Hells Angels para que la asesinaran.“Afortunadamente me enteré y escapé con la ayuda del FBI” , aseveró la mujer, quien habló con la voz quebrantada por las lágrimas.
Fuera del tribunal, el fiscal general del distrito este de Nueva York, Richard Donoghue, declaró a los reporteros que “Guzmán no envenenará nunca más a través de nuestras fronteras”.
Las fugas de la cárcel de Guzmán lo hicieron famoso: en el 2001 escapó de una cárcel de México y no fue arrestado sino hasta el 2014. Un año después volvió a fugarse de otra prisión a través de un túnel.
En el 2016 fue capturado en México y extraditado a Estados Unidos en el 2017.
Jeffrey Lichtman y el resto de los abogados de Guzmán aseguraron durante el juicio que el Chapo es el chivo expiatorio de otros jefes del narcotráfico a quienes se les dio mejor sobornar a políticos y fuerzas de seguridad mexicanas para que los protegieran mientras el Gobierno estadounidense miraba para otro lado.
Anunciaron que apelarán la sentencia basándose en parte en la supuesta mala conducta del jurado.
Aislado y vigilado
Desde su extradición en el 2017, el Chapo ha estado generalmente aislado del mundo exterior.
Conscientes de su historial de fugas de prisiones mexicanas, las autoridades estadounidenses le han mantenido en aislamiento en una cárcel de Manhattan y vigilado de cerca en sus comparecencias en el tribunal de Brooklyn donde se instruyó su caso.
Los expertos dijeron que el Chapo probablemente terminará en la prisión Supermax del Gobierno Federal en Florence, Colorado, conocida como la “Alcatraz de las Rocallosas”. A la mayoría de los reclusos de Supermax se les da un televisor, pero su única vista real del mundo exterior es una ventana de 10 centímetros.
Tienen una interacción mínima con otras personas y reciben todos sus alimentos en sus celdas.