Ciudad de Panamá
La Cumbre de las Américas en Panamá será recordada como la cita que sentó, por primera vez, a los presidentes de Cuba y Estados Unidos, decididos a avanzar en la reconciliación después de 56 años de enemistad.
Ambos mandatarios se reunieron ayer durante una hora y 20 minutos para decirse, cara a cara, cuáles son sus intereses frente al acuerdo de restablecer sus relaciones, anunciado el 17 de diciembre.
Será recordada también como la cumbre en la cual Cuba fue recibida con los brazos abiertos, sin veto alguno, en este foro, instituido en 1994 a instancias de Washington.
Y, probablemente, se recordará cómo el presidente cubano, Raúl Castro, desplegó su capacidad de oratoria durante más de 40 minutos y salpicó su esperado discurso ante los jefes de Estado del continente con chistosos comentarios que arrancaron carcajadas y aplausos a los presentes.
"Me pidieron que hablara solo 8 minutos pero, como me deben los (minutos) de las últimas 6 cumbres, 6 por 8= 48 (minutos)", comentó, jocoso, el cubano.
Castro, de 83 años, quiso dar una clase de historia y defendió la Revolución con pasión adolescente, como si los años no hubiesen pasado por él, aunque en un momento de su intervención se dio cuenta de su fogosidad y le pidió "perdón" al mandatario estadounidense.
"Le pido disculpas al presidente (Barack) Obama por expresarme así. La pasión se me sale por los poros. Él no tiene responsabilidad ninguna", comentó, desatando las risas de sus colegas.
Misión cumplida.Estos hechos muestran que la VII Cumbre de las Américas cumplió su cometido en el tema Cuba-Estados Unidos, al tiempo que reunió también, por unos minutos, a Obama con el mandatario venezolano, Nicolás Maduro.
Los detalles de este encuentro se desconocen. Tuvo lugar después de acentuarse la tensión entre las dos naciones en las últimas semanas tras el polémico decreto estadounidense que declara a Venezuela (o su situación interna) como una amenaza para la seguridad de Estados Unidos y fija sanciones a siete venezolanos afines al Gobierno.
"Esta es obviamente una reunión histórica. Después de 50 años de políticas que fracasaron era hora de intentar algo nuevo", dijo Obama, antes de entrar al recinto donde habló con Castro.
Por su parte, Raúl Castro subrayó: "Debemos tener mucha paciencia. Ha sido una historia complicada la de nuestros países, pero estamos dispuestos a avanzar y a discutirlo todo, incluso los asuntos de derechos humanos".
Lado a lado, sentados en torno a una mesita en un salón anexo al Centro de Convenciones Atlapa, sede de la cita, ambos hablaron para las cámaras.
Una descarga de flashes captó el momento en que se pusieron de pie y estrecharon sus manos, dejando la imagen para la posteridad. Fue el sello de su decisión de caminar hacia la reconciliación.
En la plenaria de la Cumbre, Obama aseguró que los cambios de política hacia Cuba marcan un antes y un después en las relaciones del hemisferio.
Conciliador y hasta emocionado, el presidente Castro tomó la palabra después de Obama para hablar de un "diálogo respetuoso", aunque con "profundas diferencias" entre ambos países.
"El diálogo significa el fin de las últimas batallas de la Guerra Fría en este hemisferio (aunque) no creo que se vayan a convertir en los mejores amigos en el corto plazo. Tienen diferencias importantes", afirmó Geoff Thale, especialista en Cuba de la ONG Washington Office on Latin America (WOLA).
La lista. En las sesiones, Castro dijo también apreciar como un "paso positivo" que Obama esté a punto de decidir sobre la presencia de Cuba en la lista de países patrocinadores del terrorismo del Departamento de Estado, que completan Siria, Irán y Sudán.
El retiro de esa nómina allanaría el camino para la reanudación de nexos diplomáticos, pero Cuba reclama también el fin del embargo impuesto en 1962 para normalizar las relaciones.
La Cumbre aceleró vertiginosamente los acercamientos. El jueves, el secretario de Estado, John Kerry, conversó casi tres horas con el canciller cubano, Bruno Rodríguez.
Antes de partir, Obama mantuvo un "breve diálogo" con el presidente Maduro, dijo Katherine Vargas, portavoz de la Casa Blanca. Allí, Obama le dijo que "el interés de Estados Unidos no es amenazar a Venezuela, sino apoyar la democracia, estabilidad y prosperidad en Venezuela y en la región", señaló.
Se temía que el aumento de tensiones entre Washington y Caracas afectara el clima de la cumbre, en vista de ser Venezuela el principal aliado de Cuba.
"Yo le tiendo mi mano para resolver los asuntos" entre Estados Unidos y Venezuela, manifestó Maduro, que también exigió derogar el decreto que declara a Venezuela una amenaza para EE. UU y al que calificó de "desproporcionado".
Raúl Castro también bajó el tono frente a Obama sobre este tema. "Venezuela no es una amenaza. Es positivo que el presidente norteamericano lo haya reconocido", dijo.
Fue su primera reacción a la aclaración que hizo esta semana el mandatario estadounidense de que su decreto sobre Venezuela había sido meramente formal.