Madrid. La polémica en torno al beso en la boca a la jugadora Jenni Hermoso pone a prueba la resistencia del presidente de la Federación Española de Fútbol, Luis Rubiales, que demostró dicha resistencia a lo largo de su carrera, saltando del césped a la lucha sindical y posteriormente a los despachos federativos.
Luis Manuel Rubiales Béjar, quien nació en Las Palmas hace 46 años, pero creció en Motril, en la costa sur de España, tenía aspiraciones de convertirse en futbolista. Sin embargo, las lesiones y cierto activismo lo llevaron por otro camino.
“Rubi”, como lo llaman sus amigos, pasó por varios equipos de divisiones inferiores. No obstante, su mejor momento como futbolista fue en el Levante, antes de finalizar su carrera en Escocia, en el Hamilton Academical, en 2009.
Manolo Preciado, entrenador del Levante con el que ascendió a Primera División, lo describió como un defensor moderno y físicamente muy fuerte, a quien le gustaba atacar. Siempre fue un modelo de entrega y lealtad con todos, según Preciado.
Rubiales se destacó por su garra y perseverancia, lo que le valió el apodo de “Pundonor Rubiales”.
Huelgas
En el Levante, donde jugó entre 2003 y 2008, se convirtió en defensor de sus compañeros en la lucha por sus derechos debido a los impagos del club. Esta vena activista posiblemente la heredó de su padre, quien compartía su mismo nombre y había sido alcalde socialista de Motril a mediados de los años 1990.
El equipo se declaró en huelga, pero los jugadores finalmente recibieron sus salarios, lo que quizás lo motivó a continuar luchando por sus colegas desde la Asociación de Futbolistas Españoles (AFE), del cual fue presidente entre 2010 y 2017.
Su determinación al frente de AFE lo llevó a convocar dos huelgas en 2011 y 2015 en defensa de los futbolistas. Logró que se estableciera un fondo de garantía salarial para cubrir impagos y que LaLiga pagara a la asociación un porcentaje de los derechos de televisión.
Fue durante ese período que tuvo sus primeros enfrentamientos con el presidente de LaLiga, Javier Tebas, conflictos que continuaron cuando Rubiales asumió la presidencia de la Federación en 2018.
“Tengo la certeza de que no está capacitado para ser presidente de la RFEF”, llegó a decir Tebas sobre Rubiales, quien ganó las elecciones contra Juan Luis Larrea, el candidato continuista de Ángel María Villar, el presidente que rigió el fútbol español durante décadas.
“Después regreso, porque estoy seguro de que ganaré”, anunció Rubiales a los periodistas antes de la votación que lo elevó, mostrando su confianza. Licenciado en derecho, divorciado y padre de tres niñas, Rubiales asumió el cargo.
Al frente de la RFEF, este extrovertido presidente, conocido por su franqueza y por no ocultar sus emociones, avanzó en la gestión del fútbol español, tuvo conflictos con LaLiga y enfrentó escándalos.
Despido del seleccionador
Su sorprendente decisión al inicio de su mandato, de destituir al seleccionador Julen Lopetegui a tan solo dos días de iniciarse el Mundial de 2018, demostró su firmeza en la dirección de la institución.
Reelegido en 2020, entre los cambios promovidos por Rubiales se encuentra el formato de la Supercopa de España, que ahora se juega como un torneo cuadrangular en Arabia Saudí. Surgieron polémicas sobre supuestos pagos a Kosmos, una empresa del exfutbolista Gerard Piqué.
Rubiales se mostró “indignado” en una comparecencia en abril del 2022 para abordar posiblemente el mayor escándalo de su mandato hasta entonces. Alegó que las publicaciones periodísticas sobre el caso surgieron a raíz del pirateo de su teléfono.
Pero Rubiales también aumentó los ingresos y los patrocinios de la Federación, y buscó mejorar las condiciones del fútbol de categorías inferiores, ganando así el respaldo de las federaciones territoriales.
“Lo que hizo es un cambio radical. Trasladó una institución del siglo XIX al siglo XXI”, afirmó Oscar Fle, presidente de la Federación Aragonesa, en Radio Marca hace un año.
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Triplicó el presupuesto para el fútbol femenino hasta alcanzar los 406 millones de euros ($438,9 millones) en 2022, pero también enfrentó la “rebelión de las 15″ que demandaba mejoras estructurales, respaldando al seleccionador Jorge Vilda.
Esta apuesta tuvo éxito con el gran logro del Mundial femenino, lo que celebró de una manera que puso su presidencia al borde del abismo.