El reciclaje no será suficiente para hacer frente a la creciente producción de plásticos, advierte Inger Andersen, la jefa de Organización de las Naciones Unidas (ONU)-Medioambiente, quien insta a tomar medidas en “toda la cadena”, especialmente en los productos de consumo.
Hace dos semanas se publicó la primera versión del futuro tratado internacional contra la contaminación por plásticos, que se espera que esté finalizado para finales del 2024.
El futuro instrumento refleja el amplio abanico de ambiciones de los 175 países participantes, en particular la brecha existente entre los que abogan por reducir la producción de polímeros básicos y los que insisten en la reutilización y el reciclaje.
“Existen diferentes soluciones, pero creo que todo el mundo reconoce que el status quo simplemente no es una opción”, asegura Inger Andersen al margen de la Asamblea General de la ONU, en la que insta a combatir esta contaminación a gran escala en todos los frentes.
En primer lugar, “debemos eliminar en la medida de lo posible el plástico de un solo uso” y “todo lo que no sea necesario”, señala, porque, en su opinión, es “absurdo” envolver naranjas o plátanos que ya están protegidos “por la propia naturaleza”.
Luego, “debemos considerar el producto en sí: ¿necesita ser líquido, podría ser en polvo, compacto o concentrado?”, dice, y menciona cómo al entrar en un supermercado, se dirige directamente al pasillo de los jabones para ver si ofrecen versiones sólidas.
“Tenemos que reducir la oferta de nuevos polímeros”, una opción que se menciona en el proyecto de texto, enfatiza.
El océano, un “legado colectivo”
Por supuesto, “debemos reciclar todo lo que podamos, pero dada la creciente utilización de plásticos, está claro que no podremos resolver este problema simplemente reciclando”.
La producción anual de plástico se ha más que duplicado en 20 años, alcanzando los 460 millones de toneladas. Podría triplicarse en 2060 si no se toma ninguna medida. Sin embargo, solo se recicla el 9%.
Actualmente, se pueden encontrar residuos de todos los tamaños en el fondo de los océanos, en los estómagos de las aves y en las cumbres de las montañas, mientras que se han detectado microplásticos en la sangre, la leche materna y la placenta.
“Si continuamos inyectando todos estos polímeros en la economía, no habrá ninguna posibilidad de detener el flujo de plástico hacia el océano”, advierte Inger Andersen.
Un océano cuya salud es vital para el futuro de la humanidad.
El futuro tratado sobre la contaminación por plásticos completaría el arsenal para protegerlo, incluido el histórico nuevo tratado para proteger la alta mar firmado esta semana por unos 70 países.
“El hecho de que estemos avanzando para proteger esta parte del océano, más allá de las jurisdicciones nacionales, es increíblemente importante”, dice.
“Estoy realmente satisfecha, y todos deberíamos estarlo, porque este es nuestro legado colectivo”.
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Los defensores de los océanos esperan que el tratado sobre alta mar, que incluye la creación de áreas marinas protegidas en estas aguas internacionales, pueda entrar en vigor en 2025, siendo la única esperanza para cumplir el compromiso de la comunidad internacional de proteger el 30% de los océanos para 2030.
“Con determinación, soy optimista de que lo conseguiremos”, asegura.