La Habana AFP El presidente de Estados Unidos, Barack Obama, enterró la Guerra Fría con Cuba este martes con un emotivo discurso de reconciliación, a favor del cambio y la libertad de expresión en la isla comunista.
“Vine aquí a dejar atrás los últimos vestigios de la Guerra Fría. Vine aquí extendiendo la mano de la amistad al pueblo cubano”, afirmó Obama en el Gran Teatro de La Habana.
Raúl Castro siguió el discurso desde un balcón junto a varios dirigentes del Gobierno.
El embargo. En su mensaje al pueblo cubano, aplaudido repetidas veces por el público que colmó el teatro, Obama aseveró que el embargo económico de su país contra la Isla “hiere a los cubanos” y, a la vez, llamó en español a los jóvenes de este país a “construir algo nuevo”.
“Sí, se puede”, expresó Obama, también en español, evocando su famoso lema electoral. El embargo es “una carga obsoleta sobre el pueblo cubano”, reconoció, al añadir que los cubanos “no van a alcanzar su potencial si no se hacen cambios aquí en Cuba”.
Obama citó varias veces al poeta y héroe cubano José Martí e instó a la reconciliación entre los cubanos, al referirse al “dolor” de la diáspora cubana “que ama a Cuba”.
Lázaro Bosch, un trabajador del puerto de La Habana, de 62 años, se declaró conmovido con las palabras del mandatario.
(Nos) “ha movido la fibra a los cubanos. Obama se ha comunicado con el pueblo cubano y delante de la plana mayor, algo que muchos nunca pensamos que podía suceder”, dijo a la AFP.
“Me gustó sobre todo cuando habló de unidad entre los cubanos, entre el pueblo de Estados Unidos y nosotros”, agregó.
Para el politólogo Arturo Lopez-Levy, Barack Obama fue un “verdadero ganador”, al apelar al “discurso de la reconciliación nacional”.
“Allí, el Gobierno cubano ha perdido buenas oportunidades de montar una narrativa propia, nacionalista”, dijo este académico de la Universidad de Texas Río Grande Valley (EE. UU.).
Diferencias. Obama evocó las profundas diferencias entre los dos países –“Cuba tiene un sistema de partido único; nosotros, multipartidista”, dijo–, pero, a la vez, señaló que Estados Unidos “no tiene la intención ni la capacidad” de forzar los cambios en la Isla.
“Estados Unidos no impondrá el futuro; confío en que será decidido por los cubanos”, aseguró.
Obama fue el primer presidente de Estados Unidos que visitó Cuba en 88 años.
En su estancia de tres días lo acompañaron su esposa Michelle, sus hijas Sasha y Malia, y su suegra Marion, así como una importante delegación gubernamental y de empresarios.
Obama y Castro anunciaron la normalización de los vínculos en diciembre del 2014. El 20 de julio del 2015 restablecieron las relaciones, rotas desde 1961.
Pese a que Obama ha emitido decretos para aliviar el embargo, solo el Congreso, dominado por la oposición, puede levantarlo.
Tras el discurso, Obama partió a la sede de la Embajada de Estados Unidos, donde se reunió con un grupo de 13 disidentes.
“Quiero agradecer a todos los que han venido aquí. A menudo, se requiere mucha valentía para hacer activismo en Cuba”, dijo.
“Este es un tema en el que seguimos teniendo muchas diferencias con el Gobierno de Cuba”, añadió.
A la cita acudieron, entre otros, Berta Soler, de Damas de Blanco; Elizardo Sánchez, de la Comisión Cubana de Derechos Humanos y Reconciliación Nacional, y Guillermo Fariñas, Premio Sajarov 2010 en Derechos Humanos.
“El presidente se mostró muy receptivo y paciente. Escuchó las diversas opiniones de los participantes”, dijo el opositor moderado Manuel Cuesta Morúa.
En su discurso a los cubanos, Obama defendió los valores de la democracia y las libertades.
Castro negó el lunes que en Cuba haya presos políticos. “Dame la lista ahora mismo de los presos políticos para soltarlos, menciónala ahora”, exclamó desafiante Castro ante la pregunta de un periodista estadounidense.
Después de hacer historia, Obama y Castro se quitaron la corbata y se sentaron juntos a disfrutar el inicio del juego entre el Tampa Bay Rays, de las Grandes Ligas (MLB), y el equipo nacional de Cuba.
Allí guardaron un minuto de silencio por los atentados de este martes en Bruselas, Bélgica.
Fue el epílogo feliz de esta inédita visita en que Obama y Castro se comprometieron a profundizar la relación bilateral, poniendo a un lado sus diferencias.
En Washington, el comité nacional del Partido Republicano criticó con fiereza a Obama por lo que consideró “una exhibición vergonzosa de debilidad y falta de claridad moral”.