Madrid. La República Checa asumirá el viernes la presidencia semestral de la Unión Europea (UE) y sucederá a Francia para llevar a cabo la hoja de ruta de los 27 Estados miembros del bloque en plena convulsión por la invasión rusa de Ucrania.
Este jueves, el presidente francés Emmanuel Macron transmitió simbólicamente la presidencia al primer ministro checo Petr Fiala, deseándole “mucho ánimo”, al margen de la cumbre de la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN), en Madrid.
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Durante la breve ceremonia organizada al término de la cumbre de la Alianza Atlántica, la ministra francesa de Relaciones Exteriores, Catherine Colonna, entregó un bastón con los colores de la UE a su homólogo checo, Jan Lipavsky, considerando que Europa salía de la presidencia francesa “más fuerte, más soberana y, creo, más unida”.
Los analistas pronostican una presidencia intensa para la República Checa, que le transmitirá el cargo a Suecia al cabo de seis meses. “Esta presidencia no está prevista para el buen tiempo, sino para el mal tiempo”, declaró Pavel Havlicek, de la Asociación para Asuntos Internacionales con sede en Praga.
República Checa, un país de 10,5 millones de habitantes que adhirió al bloque europeo en el 2004, ha prometido centrarse en la ayuda a Ucrania y las consecuencias de la guerra. Durante su presidencia, el país quiere ayudar a contener la crisis de los refugiados y poner en marcha la reconstrucción de Ucrania. También pretende reforzar la seguridad energética, las capacidades de defensa y las instituciones democráticas europeas.
“Todas las prioridades están muy bien elegidas y si logramos poner sobre la mesa al menos algunas, a iniciar conversaciones con nuestros socios y a tomar al menos unas decisiones, diría que no habremos perdido tiempo”, aseguró Havlicek.
República Checa acogió cerca de 400.000 refugiados ucranianos y envió una importante ayuda financiera y militar a Ucrania, invadida por las tropas rusas el 24 de febrero. Praga también es un ferviente defensor dentro de la UE de las sanciones contra Rusia. “Somos un socio creíble y el gobierno tiene todas las puertas abiertas”, expresó Havlicek.
Cumbre sobre Ucrania
El primer ministro Petr Fiala, un antiguo analista político que escribió un libro de 992 páginas sobre la UE, manifestó recientemente que intentaría organizar una cumbre con el presidente ucraniano, Volodímir Zelenski. Los países de los Balcanes occidentales —cuya candidatura a la UE promovida por Praga y otros países de Europa del este está en un punto muerto— también participarían al evento.
La cumbre propondría un programa parecido al plan Marshall para Ucrania, en referencia a la iniciativa estadounidense de entregar fondos a los países de Europa occidental tras la Segunda Guerra Mundial. Pero solo podría llevarse a cabo si la guerra termina.
Una condición poco realista, opina el director y analista político de la Universidad de Nueva York en Praga, Jiri Pehe. “El conflicto difícilmente terminará antes del final de la presidencia checa”, comentó. “Creo que los checos solo intentarán organizar una cumbre sobre Ucrania y (...) convencer a los demás para que sigan ayudando al país”.
Euroescepticismo
Según Pehe, los checos no están en el mejor lugar para liderar un debate sobre la recuperación económica o la seguridad energética. Enfrentado a una elevada inflación, el país aún no se ha incorporado a la eurozona y depende de la energía nuclear, rechazada por algunos miembros de la UE, entre ellos Alemania.
“Difícilmente puede ofrecer liderazgo en este sentido y creo que más bien desempeñará un papel de mediador en las cumbres o debates sobre estos temas”, apuntó Pehe. Los ciudadanos checos tienden a ser euroescépticos. Un sondeo realizado en marzo por la agencia STEM reveló que solo 36% de ellos están satisfechos con la UE.
El gobierno de Fiala es menos euroescéptico que el de sus predecesores, pero los analistas cuestionan su capacidad de distanciarse de Hungría y Polonia, con quien mantiene estrechos vínculos en el grupo de Visegrado, que también incluye a Eslovaquia. Tanto Hungría y Polonia están en el punto de mira de Bruselas por sus posiciones respecto al Estado de derecho.
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