Helsinki. La Organización del Tratado Atlántico Norte (OTAN) desplegará buques, aviones y drones en el mar Báltico en respuesta a los cables submarinos dañados por presuntos sabotajes rusos, anunció el martes el secretario general de la Alianza Atlántica, Mark Rutte.
“No voy a entrar en detalles sobre el número exacto de buques, ya que puede variar de una semana a otra, y no queremos que el enemigo sepa más de lo que ya sabe”, declaró Rutte en una rueda de prensa. “Lo importante es utilizar los medios militares adecuados en los lugares adecuados y en el momento adecuado para disuadir futuros actos desestabilizadores”, añadió.
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Varios cables submarinos de telecomunicaciones y eléctricos han sufrido daños en el mar Báltico en los últimos meses. Estos hechos se inscriben en lo que expertos y políticos describen como una “guerra híbrida” entre Rusia y los países occidentales.
Los dirigentes de los países de la OTAN ribereños del Báltico se reunieron el martes en Finlandia para evaluar cómo aumentar la seguridad en la zona. Además de Rutte, asistieron a la reunión de Helsinki, copresidida por Finlandia y Estonia, los dirigentes de Dinamarca, Alemania, Letonia, Lituania, Polonia, Suecia y la vicepresidenta ejecutiva de la Comisión Europea, Henna Virkkunen.
El presidente finlandés, Alexander Stubb, destacó la necesidad de diversificar las fuentes de energía y los medios de comunicación. “No podemos evitar todos los actos de sabotaje”, señaló.
“Más del 95% del tráfico de internet se transporta por cables submarinos. Además, 1,3 millones de kilómetros de cable garantizan cada día transacciones financieras por un valor estimado de 10.000 billones de dólares”, indicó Rutte.
El 25 de diciembre, el cable eléctrico submarino Estlink 2, entre Finlandia y Estonia, así como otros cuatro cables de telecomunicaciones, fueron dañados. Esto ocurrió unas semanas después de que dos cables de telecomunicaciones en aguas suecas sufrieran daños.
La policía finlandesa sospecha que el petrolero Eagle S, que navega bajo pabellón de las Islas Cook, está vinculado al “sabotaje” de estos cables. El navío fue llevado a Porvoo, al este de Helsinki, y se prohibió a su tripulación abandonar el país. Se sospecha que la nave forma parte de una “flota fantasma” que ayuda a Rusia a eludir las sanciones a su sector petrolero, impuestas en represalia por la invasión de Ucrania.