El papa Juan Pablo II colocó ayer a ocho sacerdotes más de los que murieron en la Guerra Civil española en el camino hacia la santidad dentro de la Iglesia Católica.
Los ocho sacerdotes estaban entre las 10 personas beatificadas por el Papa, de 78 años, que pareció estar en buena forma mientras presidía una festiva ceremonia de dos horas en la Basílica de San Pedro.
Las otras dos personas beatificadas por el Papa fueron un sacerdote francés del siglo XVII que dedicó su vida a educar a los niños pobres y una mujer alemana que extendió la fe apostólica a pesar de una vida de parálisis y enfermedades antes de morir en 1925.
La beatificación es el penúltimo paso hacia la santidad en la Iglesia Católica y se concede especialmente a personas santas o mártires asesinados "por odio a la fe".
La ceremonia del domingo elevó el número de personas beatificadas por Juan Pablo II a 819.
Cerca de 7.000 sacerdotes, monjes y monjas católicos fueron asesinados durante la Guerra Civil Española (1936-1939) por fuerzas opuestas al general Francisco Franco.
El Papa, que lució vestimentas de color púrpura y plata en la ceremonia dominical, ha beatificado a cerca de 240 víctimas de la Guerra Civil española.
Pero los críticos destacan que la Iglesia española apoyó abiertamente el alzamiento derechista de Franco contra el gobierno izquierdista del Frente Popular y que ambas partes cometieron atrocidades.
Seis de los sacerdotes, miembros de una orden agustina que ha enviado misioneros a Filipinas y Suramérica, y Manuel Martín Sierra, un cura local, fueron ejecutados por milicianos el 25 de julio de 1936 en la localidad andaluza de Motril. El más joven tenía 27 años.