Tiflis. El presidente del Consejo Europeo, Charles Michel, pidió el domingo que se investiguen las “irregularidades” en las elecciones legislativas de Georgia, unos controvertidos comicios que ganó el partido oficialista, acusado de acercarse a la órbita rusa, según los resultados difundidos por la comisión electoral. El país está en medio de una crisis política.
Con un 99% del escrutinio, Sueño Georgiano, acusado por la oposición de autoritarismo prorruso, obtuvo el 54% de los votos frente al 37% de la coalición opositora, integrada por cuatro partidos proeuropeos, según informó el presidente de la comisión electoral, Giorgi Kalandarishvili.
Observadores de la Organización para la Seguridad y la Cooperación en Europa (OSCE), la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) y de organismos de la Unión Europea, señalaron que los comicios estuvieron “empañados por desigualdades [entre candidatos], presiones y tensiones”.
Sueño Georgiano disfrutó de “numerosos beneficios”, incluidos recursos financieros, y hubo “casos de compra de votos” y de violación del “secreto del voto”, señalaron en un comunicado.
La presidenta Salome Zurabishvili, prooccidental y enfrentada al gobierno, denunció una “falsificación total” de las elecciones, calificando a su país como “víctima” de una “operación rusa”, e hizo un llamado a manifestarse el lunes.
Las autoridades deben “investigar y juzgar de forma rápida, transparente e independiente las irregularidades electorales y las denuncias al respecto”, escribió Charles Michel en X.
Los observadores del Parlamento Europeo, por su parte, afirmaron que la votación representó un “retroceso democrático”.
“Luchamos por la libertad”
La oposición impugnó los resultados. “No reconocemos los resultados falsos de unas elecciones robadas”, declaró Tina Bokuchava, líder del Movimiento Nacional Unido (MNU), uno de los partidos de la coalición.
Nika Gvaramia, el líder de otro partido, Akhali, denunció por su parte “una usurpación del poder y un golpe constitucional” por parte del gobierno.
El expresidente de Georgia, Míjeil Saakashvili, de inclinación proeuropea y actualmente encarcelado, también llamó a través de Facebook a convocar “manifestaciones masivas” para “mostrarle al mundo que luchamos por la libertad y que somos un pueblo que no tolera la injusticia”.
La Unión Europea advirtió que el resultado de estos comicios influiría en las posibilidades de ingreso de Georgia a la UE, una aspiración que la exrepública soviética, con una población de aproximadamente cuatro millones de habitantes, ha consagrado en su Constitución.
Habitualmente divididas, las fuerzas opositoras consiguieron formar un frente inédito contra el gobierno, encabezado, entre otros, por el MNU de Saakashvili.
La alianza opositora prometió que en caso de victoria formaría un gobierno de coalición y llevaría a cabo reformas electorales, judiciales y la derogación de leyes recientemente promulgadas.
Zurabishvili también denunció incidentes violentos en algunos colegios electorales.
Entre Bruselas y Moscú
Sueño Georgiano, en el poder desde 2012, ha sido acusado de conducir al país hacia un régimen autoritario prorruso, alejándolo de la Unión Europea y la OTAN. Algunos de sus líderes han criticado fuertemente a Occidente.
Georgia, ubicada a orillas del mar Negro, sigue marcada por la invasión rusa durante la breve guerra de 2008, tras la cual Moscú instaló bases militares en las regiones separatistas de Abjasia y Osetia del Sur, reconociéndolas como estados independientes.
El partido gobernante hizo campaña presentándose como el único capaz de evitar una “ucranización” de Georgia.
Antes de los comicios, el gobierno declaró que aspiraba a obtener tres cuartas partes de los 150 escaños del Parlamento, una mayoría que le permitiría modificar la Constitución y, según su plan, prohibir los partidos opositores prooccidentales.
En mayo, enormes manifestaciones de la oposición sacudieron al país tras la introducción de una ley sobre la “influencia extranjera”, inspirada en la legislación rusa, que ha sido utilizada para reprimir a la disidencia.
Bruselas congeló el proceso de adhesión de Georgia a la UE, y Estados Unidos impuso sanciones a funcionarios georgianos acusados de autorizar una “represión brutal” contra los manifestantes.
El más reciente foco de tensión entre Bruselas y Tiflis fue la promulgación, a principios de este mes, de una ley que restringe severamente los derechos de las personas LGBT+.