El ministro de Energía Atómica de Rusia, Yevgueni Adamov, se pronunció ayer contra los planes de reflotar el submarino nuclear Kursk , hundido en el mar de Barents el pasado 12 de agosto, por los riesgos ecológicos que suponen esos trabajos.
"No hay ningún factor, ni ecológico ni de otro tipo, que exija reflotar el submarino nuclear", dijo Adamov, quien dio a entender que durante su levantamiento desde el fondo del mar pueden producirse fugas radiactivas.
El Kursk, cuyos 118 tripulantes murieron en el naufragio, está a 107 metros de profundidad y sus dos reactores nucleares, según la versión oficial rusa, están apagados y no representan peligro para el medio ambiente.
Las declaraciones de Adamov se produjeron poco después de que Ilia Klebanov, viceprimer ministro y jefe de la comisión gubernamental rusa que investiga el accidente del Kursk , confirmase los planes del Ejecutivo de reflotar el submarino.
El anuncio se produce un mes después del hundimiento del submarino cuyas causas siguen envueltas en el misterio.
"Hay tres versiones sobre las causas de la catástrofe y ninguna de ellas puede considerarse como la principal", afirmó Klebanov.
Las declaraciones de Klebanov constituyen un giro importante en la marcha de las investigaciones, pues hasta hace poco Moscú insistía en que el hundimiento del Kursk fue ocasionado por una colisión con un "objeto submarino de gran tonelaje".
El Kursk , uno de los más modernos de la Armada de Rusia, se fue a pique el pasado 12 de agosto en las aguas del mar de Barents, en "la peor catástrofe de la historia de la flota submarina rusa", como calificó el accidente el alto mando naval.
Según las últimas declaraciones oficiales, los 118 tripulantes del submarino, que presenta en su proa un boquete de más de un metro cuadrado, perecieron pocos minutos después del accidente, que según algunas versiones se produjo debido a la explosión de uno de sus torpedos. Otra versión cita que fue hundido por el navío de guerra ruso Pedro El Grande , durante maniobras.