Estambul. Kuki, de 6 años, y Alita, de un año y medio, reciben a los pasajeros del Aeropuerto de Estambul moviendo sus colas, como parte de un programa para ayudar a reducir el estrés en una de las terminales aéreas más transitadas del mundo.
En la zona de salidas internacionales, justo antes del control de pasaportes, los dos perros dan la bienvenida a los pasajeros, algunos con prisa, otros ansiosos y otros preocupados por despedirse de sus seres queridos.
Ali Bahtiyari, un joven iraní que viajó por primera vez fuera de su país, se muestra sorprendido al cruzarse con un entusiasmado Kuki, un Lagotto Romagnolo de tupido y rizado pelaje marrón, y Alita, una border collie negra y blanca de mirada brillante.
“Acabo de pasar unos días en Estambul, caminé mucho y estoy agotado. Pero ver a estos perros ha disparado mis endorfinas y ¡ya no estoy para nada cansado!”, sonríe el treintañero mientras acaricia a uno de los dos animales, antes de volar de vuelta a Teherán.
Desde hace dos meses, cuando se puso en marcha este proyecto, los perros y sus acompañantes recorren el mega-aeropuerto, que se encuentra en el lado europeo de Estambul y recibió el año pasado a más de 76 millones de pasajeros. La megalópolis turca cuenta en su orilla asiática con otro aeropuerto internacional, el Sabiha Gökçen.
“Lanzamos este proyecto de perros de terapia para ofrecer a nuestros clientes una mejor experiencia de viaje y reducir el estrés que puedan sufrir por el vuelo”, indicó a esta agencia Volkan Arslan, veterinario y coordinador de este dispositivo que cuenta con cinco perros.
Horarios adaptados
Todos los animales fueron sometidos a un riguroso entrenamiento antes de patrullar las terminales de vuelos nacionales e internacionales. Pronto se unirán otros dos compañeros de cuatro patas que completarán su formación.
Cada perro trabaja cinco días a la semana, con un máximo de tres horas al día, aunque los horarios se ajustan según sus necesidades.
“Alita tiene mucha energía y le encanta pasar tiempo con los viajeros, así que podemos extender sus horarios”, explica Arslan.
“Sin embargo, Kuki necesita descansar (…), así que reducimos su horario”, añade. Ismail Seyhan, adiestrador de Kuki, señala que los horarios también varían según el estado de salud y la psicología de los perros. “El que trabaja hoy descansa al día siguiente”.
Mientras se apresura hacia el control de pasaportes, Fátima Bouzerda frena y cambia repentinamente de dirección hacia Kuki.
“Es la primera vez que veo algo así. Había oído hablar de cafeterías de gatos, pero nunca algo así en un aeropuerto”, explica esta parisina, jugando con el perro.
“Es tan adorable, realmente reduce el estrés”, añade.
‘Motivador’
Abdulkadir Demirtas, responsable de atención al cliente del Aeropuerto de Estambul, asegura que todas las reacciones son positivas.
“Lo que más disfruto es ver cómo los niños y las familias, al principio reacios a acercarse a los perros, se ponen a jugar con ellos en cuestión de segundos”, cuenta Demirtas.
“Nos alegra mucho, es el resultado que buscábamos”, añade. Volkan Gul, adiestrador de Alita, recuerda a una pasajera que lloraba: “Le dije que podía acariciar a la perra, y lo hizo. Y se puso a sonreír”, comentaba Gul.
En Estados Unidos, decenas de aeropuertos cuentan con los llamados perros de terapia, que surgieron tras los atentados del 11 de setiembre de 2001 para relajar a los pasajeros angustiados por los viajes.
Los perros de terapia o asistencia también están adiestrados para interactuar con gente en hospitales, bibliotecas y escuelas.
Volkan Arslan afirma que sus perros ya están marcando una diferencia en este concurrido aeropuerto turco.
“Es muy motivador. Tenemos pasajeros que no sólo sufren el estrés de volar, sino también fobia a los perros. Con nosotros están dando el primer paso para superarlo”.