El 7 de junio de 2022, inició una pesadilla para el periodista salvadoreño Víctor Echeverría Barahona, cuando el régimen de excepción implementado por el presidente Nayib Bukele en El Salvador tenía poco más de dos meses en curso.
Ese día, por la mañana, recibió la visita de dos policías que lo invitaron a acompañarlos a una delegación, simplemente por portar un tatuaje “artístico” que se hizo hace 20 años.
Así comenzó el peor momento de su vida, que se prolongó por 11 meses y 12 días en la celda 48 del centro de máxima seguridad Izalco.
Este periodista y conductor conversó con La Nación este sábado; su objetivo es dar a conocer su historia para que ningún comunicador tenga que pasar por el tormento que él vivió. Hoy considera que la línea editorial de su programa provocó su encierro, aunque las autoridades lo justifican por cometer un aparente delito de asociaciones ilícitas, la misma causa por la que miles de salvadoreños que no pertenecen a una mara estuvieron presos y luego fueron liberados.
Echeverría deja claro que no hace público su testimonio para figurar. Considera que el régimen de excepción es una buena medida, pero no debe utilizarse como “la técnica de pesca de arrastre en alta mar, que lanza sus redes y se lleva todo a su paso”.
“El que cometió un delito, que lo pague. No estoy en contra de eso. De lo que sí estoy en contra es que encierren a personas inocentes, que se pasan meses en una cárcel y luego los sueltan porque no hay delito alguno. Eso es una injusticia”, señala el comunicador.
Echeverría denuncia que no existe respeto alguno por los derechos humanos dentro de los penales, donde se han detenido a poco más de 65 mil personas en los últimos 16 meses desde que inició la medida de seguridad de Bukele.
Las celdas albergan 80 personas donde caben 20. Se duerme de pie o en otra posición incómoda porque no hay espacio.
En cualquier momento irrumpe un guardia y, sin razón alguna, “nos pedía ponernos de rodillas sobre el cemento y así debíamos pasar la noche”.
“El acoso psicológico era una tortura. Vas a morir rata, de aquí no van a salir”, nos decían. Las porciones de alimentos eran reducidas. Lo que sí debo decir es que nunca me maltrataron físicamente, aunque sí logré ver a personas que murieron, recuerda este periodista de 55 años de edad.
Esos 11 meses mermaron su estado físico y de salud. Perdió cerca de 45 kilos, perdió considerablemente la vista y salió del penal con hongos en la piel.
“Sabía de esto porque leía sobre lo que pasaba en Nicaragua, pero jamás pensé que un día sería testigo de estas brutalidades. Lo indignante era escuchar de los propios custodios decirnos que ellos sabían que nosotros no habíamos cometido delito alguno, que pronto saldríamos. Porque no todos eran malos, habían guardias con sentido de humanidad”, detalla Echeverría.
Él recalca que no está en contra de la medida de seguridad implementada en su país y que tantos adeptos y críticos tiene.
“Critiqué, y mantengo mi postura, que personas inocentes fueran encarceladas solamente por tener un tatuaje. Estoy convencido de que el contenido de mi programa llevó a que fuera capturado, aunque ellos dicen que me encerraron por asociaciones ilícitas”, recalca el comunicador.