Jartum. El primer ministro de Sudán, Abdalá Hamdok, apartado del cargo tras el golpe de Estado hace un mes, volvió a tomar las riendas de la transición tras un acuerdo este domingo con el general Abdel Fattah al Burhan, mientras en la calle seguían las protestas, en las que un adolescente murió.
En el palacio presidencial, delante del cual las fuerzas de seguridad lanzaron granadas lacrimógenas para dispersar a los manifestantes que gritaban “no al poder militar”, Hamdok y el general Burhan, autor del alzamiento militar del 25 de octubre, firmaron un acuerdo para compartir el poder y prometieron retomar el proceso de transición.
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Con este pacto quieren dar respuesta a las condiciones exigidas por la comunidad internacional para recuperar el apoyo a Sudán. Sin embargo, la Organización de las Naciones Unidas (ONU) advirtió rápidamente que “todos los actores sudaneses tiene que actuar de forma constructiva y de buena fe para restaurar el orden constitucional y la transición”.
Por su parte, las organizaciones que impulsaron la revuelta que puso fin a 30 años de dictadura de Omar al Bashir en el 2019, anunciaron que rechazaban “el acuerdo de traidores que sólo compromete a sus firmantes”, según la Asociación de Profesionales Sudaneses, punta de lanza de las protestas de hace dos años. Es el “suicidio político” de Hamdok, según ellos. Entretanto, en las calles, la movilización seguía.
Un adolescente de 16 años murió por bala en Omdurman, suburbio separado de Jartum por un puente sobre el Nilo, según médicos que hablan de “muchos heridos por bala”. Desde el golpe militar, las protestas han dejado 41 muertos y centenares de heridos, según los médicos.
Y pese a esa represión, miles de manifestantes salieron a protestar en Jartum y sus suburbios, en Kasala, Puerto Sudan y en Atbara. Las fuerzas del orden dispararon gases lacrimógenos contra los manifestantes congregados frente al palacio presidencial en la capital, según constató un periodista.
‘Los soldados a sus casernas’
“No queremos un acuerdo con el ejército”, dijo Mohammed Farouq, en una manifestación en la capital. “Queremos un Estado sólo civil, que los soldados vuelvan a sus casernas y que los que mataron a manifestantes desde el golpe sean juzgados”, añadió.
Tras haber mostrado durante semanas imágenes de Hamdok, ahora rompen sus retratos. “Hamdok ha abandonado al pueblo, este acuerdo no nos representa”, afirmó Mohammed Abdelnabi, también en Jartum. Tras la firma solemne del acuerdo, Hamdok, en su primera aparición pública desde el golpe, prometió en un breve discurso “terminar antes que nada con el derramamiento de sangre en Sudán”. “Este acuerdo abre de par en par la puerta a la resolución de todos los retos de la transición”, agregó.
Por su parte, el general Burhan le “agradeció su paciencia”, después de que el execonomista pasara casi un mes en arresto domiciliarios. En virtud del acuerdo, los ministros y dirigentes civiles detenidos el 25 de octubre también serán liberados.
Desde el golpe de Estado, embajadores occidentales, negociadores de la ONU y personalidades de la sociedad civil sudanesa se reunieron con civiles y militares. El objetivo era relanzar una transición que debe llevar al país a unas elecciones libres en el 2023, tras 30 años de dictadura militar de Bashir, destituido por el Ejército luego de manifestaciones masivas. Los grandes aliados árabes del ejército sudanés, Egipto y Arabia Saudí, se congratularon por el acuerdo.
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‘Sin negociación’
A pesar del anuncio del regreso de Hamdok, los partidarios de un traspaso total del poder a los civiles han mantenido la movilización. Las Fuerzas por la Libertad y el Cambio, el principal bloque de defensa de derechos civiles de Sudán, rechazaron de inmediato el acuerdo.
“Reiteramos claramente que no hay posibilidad de negociación, ni asociación” con “los golpistas”, dijeron, pidiendo que los generales sean llevados ante la justicia por su sangrienta represión de las protestas. Por su parte, el partido Oumma, el mayor del país, afirmó “rechazar cualquier acuerdo político que no aborde las raíces de la crisis creada por el golpe militar”.
Semanas atrás, el general Burhan parecía decidido a mantener el poder, pese al rechazo de la comunidad internacional y de los manifestantes. Nombró un nuevo consejo gobernante en el que mantenía su posición como jerarca, junto con un poderoso comandante paramilitar, tres altos cargos militares, tres exdirigentes rebeldes y un civil.