Berlín. La canciller Ángela Merkel logró este lunes salvar in extremis su gobierno alemán, al alcanzar un compromiso con su ministro del Interior para reducir el número de solicitantes de asilo en el país.
El compromiso alcanzado prevé la instalación de “centros de tránsito” en la frontera entre Alemania y Austria donde se instalará a los solicitantes de asilo que ya estuvieran registrados en otro Estado europeo, a la espera de su expulsión.
Esta cuestión era el núcleo del conflicto que oponía a Merkel, jefa del Gobierno alemán y presidenta del partido de centro-derecha Unión Demócrata Cristiana (CDU), con su ministro Horst Seehofer, también dirigente de la formación conservadora bávara Unión Social Cristiana (CSU) y que amenazaba con hacer estallar la débil coalición gubernamental, a la que ya le había costado ver la luz en marzo.
Hasta ahora, los migrantes que solicitan asilo al llegar a Alemania eran repartidos por todo el país hasta que se examinaran sus casos. El nuevo acuerdo pone fin a la tradicionalmente generosa política de acogida de migrantes en Alemania.
El Partido Socialdemócrata, tercer socio de la coalición de gobierno, aún debe dar su visto bueno al acuerdo.
Merkel celebró haber alcanzado, “después de unas jornadas difíciles y unas duras negociaciones”, un “buen acuerdo” que respeta “el espíritu de cooperación europeo” y al mismo tiempo supone “un paso decisivo” hacia un mejor control de las solicitudes de asilo en el seno de la Unión Europea (UE).
No más inmigración ilegal
“Tenemos un acuerdo claro sobre la forma de impedir en el futuro la inmigración ilegal en las fronteras entre Alemania y Austria”, celebró Seehofer, lo cual pone fin al pulsoque libra desde hace semanas con la canciller Merkel por la política migratoria.
“Este acuerdo muy sólido, que corresponde a mis ideas, me permite seguir dirigiendo el Ministerio federal del Interior”, añadió. El domingo, Seehofer había ofrecido su dimisión al considerar que no sería posible alcanzar un compromiso con la canciller.
Finalmente se echó para atrás y propuso un último intento de negociación.
El compromiso también prevé que los migrantes instalados en los “centros de tránsito” en la frontera estarán obligados a permanecer en ellos.
Sus retornos a los países de la UE por los que entraron deberán organizarse en el marco de acuerdos administrativos concluidos con los Estados implicados.
Si no se alcanzan acuerdo, se prevé rechazar a los migrantes “en la frontera germano-austríaca en el marco de un acuerdo con Austria”, explicó el texto del acuerdo, hecho público.
El ministro del Interior reclamaba en un principio el rechazo en la frontera de todos los migrantes registrados en otro país de la UE. Merkel lo rechazaba, en nombre de la cohesión europea y para evitar un “efecto dominó” en el continente.
Lo pactado acaba con un enfrentamiento de varias semanas entre Merkel y su aliado bávaro, que amenazaba la supervivencia de la frágil coalición de gobierno.
Seehofer incluso había llegado a amenazar con ignorar el veto de Merkel y decretar unilateralmente los controles reforzados en las fronteras. Esto habría supuesto su destitución por la canciller y el estallido de la coalición de gobierno.
El conflicto entre Seehofer y Merkel se prolonga de forma casi permanente desde el 2015, cuando la jefa del Gobierno alemán decidió abrir las fronteras a cientos de miles de candidatos al estatuto de asilado.
Seehofer denunció esta decisión y dirigió su ofensiva directamente contra la canciller, percibida como un obstáculo por los conservadores más duros.
A pesar del acuerdo alcanzado este lunes, Merkel sale debilitada de esta pelea.
El conflicto en torno a los migrantes con el ala derecha de su coalición podría resurgir en cualquier momento, sobre todo tras las elecciones regionales de octubre en Baviera, donde la CSU podría perder su mayoría absoluta ante el esperado ascenso de la extrema derecha.