Fráncfort. El gobernante Unión Demócrata Cristiana de Alemania (CDU) y sus aliados socialdemócratas, perdían cada uno este domingo más de 10% de sufragios en las elecciones regionales del rico lander de Hesse, debilitando un poco más la coalición de Angela Merkel y abriendo dudas sobre su futuro.
Dos semanas después de las elecciones en Baviera, que fueron catastróficas para la alianza de gobierno, los comicios de este domingo volvieron a mostrar fuertes caídas del oficialismo, y un gran avance de los verdes (que disputan el segundo puesto a socialdemócratas) y la extrema derecha, que por primera vez ingresa al Parlamento regional.
El partido de Merkel fue el más votado este domingo con 27,2%, pero perdió 11 puntos respecto de los comicios de 2013, de acuerdo con sondeos a boca de urna difundidos por las cadenas de televisión estatales ARD y ZDF.
También sus aliados del Partido Socialdemócrata de Alemania (SPD) perdían 11 puntos, y se conformaban con totalizar 19,6% de sufragios, siempre según las mismas fuentes.
En cambio, los Verdes tuvieron un muy buen resultado y duplicaron su caudal electoral al llegar a 20%, que se suma tambien al fuerte progreso hace dos semanas en Baviera.
Los comicios en Hesse, donde se encuentra Fráncfort, la capital financiera del país y sede del Banco Central Europeo (BCE), también permitieron ratificar el avance de la ultraderechista Alternativa por Alemania (AfD), que al totalizar un 13% de sufragios se apresta a conseguir bancas por primera vez en el parlamento regional.
En filas del SPD la noche del domingo la desazón era total y la posibilidad de abandonar la coalicion gubernamental, armada con mucho esfuerzo en marzo, tomaba cuerpo.
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"El estado en que se encuentra el gobierno es inaceptable", declaró la presidenta del SPD, Andrea Nahles, refiriéndose a las continuas querellas que afectan desde la derecha dura hasta a los socialdemócratas, sobre temas de orden migratorio.
Según ella, esta situación de conflicto permanente en Berlín "contribuyó ampliamente" a las pérdidas sufridas este domingo por el SPD.
Por lo tanto "exige" que una "hoja de ruta" precisa para fijar las medidas que debe tomar el gobierno para mejorar la vida cotidiana de la población de aquí a setiembre de 2019.
"Vamos a evaluar, en función de la aplicación de este hoja de ruta (...) si todavía tenemos un lugar en este gobierno", advirtió Nahles.
La número dos del partido de Merkel, Annegret Kramp-Karrenbauer, caificó la noche del domingo como "muy doloroso" el resultado de estas regionales.
La amenaza para la canciller se acentúa todavía más si se tiene en cuenta que en diciembre los militantes están convocados para votar a la presidencia del partido.
Entre bastidores algunos dirigentes aseguran que el CDU necesita cambiar de líder y hacer un viraje hacia la derecha frente al auge de la ultraderecha, lo que Angela Merkel no se ha decidido a hacer todavía de forma clara.
Hasta ahora Merkjel parece decidida a tratar de renovar su mandato partidario. Pero para el diario conservador FAZ, esto sería "un grave error" vista "la situacion en la que ella se encuentra".
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Sin embargo, "si cede la presidencia voluntariamente, ella probaría que ha comprendido lo que ya todo el mundo sabe: el fin de su mandato como canciller se aproxima" sostuvo el domingo de noche el diario.
"Angela Merkel es canciller desde hace 13 años pero, políticamente, nunca ha estado bajo tanta presión", resumía este fin de semana el diario Süddeutsche Zeitung.
El retroceso, con sabor a derrota, de la CDU, que dirige la región desde hace casi dos décadas, puede tener un fuerte impacto, pues el ministro-presidente saliente es uno de los barones de Merkel, Volker Bouffier.
Bouffier ha apoyado sin ambages a la canciller desde la polémica causada por la política migratoria de Merkel, que permitió la llegada al país de más de un millón de migrantes en 2015 y 2016.
La canciller, al frente de la CDU desde hace más de 18 años, hace poco mencionó entre líneas el final de su vida política, al juzgar que "todos los que, en el pasado, intentaron solucionar ellos mismos su sucesión, fracasaron".
Los alemanes parecen cansados de los conflictos recurrentes dentro de la coalición, iniciados principalmente por la CSU, socio bávaro de la CDU, que intenta imponer su postura sobre la inmigración.