Bruselas. Las elecciones al Parlamento Europeo nunca han despertado tanta expectación como este año, en el que podrían suponer un momento de consolidación para el movimiento euroescéptico de ultraderecha.
Los comicios, que se celebran desde el jueves 23 de mayo hasta el domingo 26 en los 28 estados miembros de la UE, nunca han tenido apuestas tan altas.
Se espera que las grandes corrientes políticas tradicionales europeas –el Partido Popular Europeo, de centroderecha, y el grupo de centroizquierda Socialistas y Demócratas– pierdan algo de influencia y afronten el mayor desafío hasta la fecha de una serie de partidos populistas, nacionalistas y de ultraderecha decididos a arrebatar el poder de la Unión Europea (UE) para devolverlo a sus gobiernos nacionales.
A continuación, un vistazo a las elecciones, que comienzan el jueves en Holanda y Reino Unido..
Choque de valores
Este choque de valores básicos, entre una Europa más unida o una más dividida, ha puesto al continente en una encrucijada política histórica.
El presidente de Francia, Emmanuel Macron, campeón del bando partidario de la integración, afirma que el desafío en las urnas esta semana es “no ceder ante una coalición de destrucción y desintegración” que intentará desmantelar la unidad construida durante las últimas seis décadas.
Enfrentados a Macron y a los partidos tradicionales europeos están el ministro italiano del Interior, Matteo Salvini; el primer ministro húngaro, Víktor Orbán; la líder francesa de ultraderecha, Marine Le Pen, y una serie de otros líderes populistas, de derechas o ultraderecha que han prometido transformar de forma drástica el panorama político europeo.
Escaños por país en el
Parlamento Europeo
Entre el 23 de mayo y el 26 de mayo, los ciudadanos de la Unión Europea están convocados a elegir a los miembros de su país en la Eurocámara. Cada estado tiene una cuota, según su población
FUENTE: http://www.europarl.europa.eu. || E.E. INFOGRAFÍA / LA NACIÓN.
Líderes nacionalistas de 11 países de la UE comparecieron juntos en Milán, el fin de semana pasado, en una muestra de unidad impensable el año anterior de un grupo antes considerado marginal en Europa. Salvini declaró que “los extremistas están en Bruselas”, en alusión a la ciudad que alberga varias instituciones de la UE.
“Debemos hacer todo lo correcto para liberar a este país, este continente, de la ocupación ilegal organizada por Bruselas”, afirmó.
Siguiendo huellas de Trump
La ultraderecha y los partidos nacionalistas europeos confían en emular lo que hizo el presidente de Estados Unidos, Donald Trump, en las elecciones de su país, y lo que lograron los defensores del brexit en el referendo sobre la salida británica de la Unión Europea.
Es decir, asestar un golpe a las instituciones establecidas, enfrentarse a lo que consideran una élite desconectada de la realidad y advertir sobre los migrantes que se congregan en las fronteras europeas dispuestos a arrebatar al continente sus empleos y su cultura.
De pie con Salvini, Le Pen prometió que la ultraderecha “logrará una hazaña histórica”, afirmando que podrían terminar como la segunda fuerza política en la cámara europea.
Los sondeos indican que eso es tremendamente ambicioso. Las previsiones publicadas este mes por el Parlamento Europeo muestran que el bloque de centroderecha del PPE perdería 37 de sus 217 escaños y el grupo de centroizquierda SyD pasaría de 186 eurodiputados a 149.
En cuanto a los nacionalistas y ultraderechistas, se espera que el grupo Europa de las Naciones y la Libertad obtenga 62 escaños, frente a los 37 actuales. Esas estadísticas podrían quedar obsoletas el mismo lunes si los partidos nacionales empiezan a cambiarse a otros grupos europeos de la cámara de 751 escaños, que tiene sedes en Bruselas y en Estrasburgo, Francia.
El partido nacionalista Fidesz, de Orbán, milita ahora en las filas del PPE, pero ha sido suspendido por su postura euroescéptica y su agresiva retórica contra la inmigración. El primer ministro húngaro bien podría desertar tras las elecciones a un nuevo grupo radical, quizá formado por Salvini, Le Pen y otros líderes nacionalistas.
Guerra, impuestos y desempleo
Para muchos de los 500 millones de habitantes de la UE, los recuerdos de la guerra se han desvanecido y el papel de la UE para mantener la paz durante 75 años, una hazaña por la que recibió el Nobel de la Paz, pasa desapercibido.
Sin embargo, Europa se vio arrollada por una crisis financiera hace una década y sufrió durante años una crisis de deuda en la que países como Grecia, Irlanda, Portugal o Chipre necesitaron rescates financieros y millones de personas vieron sus ingresos mermados por la recesión.
Los altos impuestos, salarios estancados y la desigualdad siguen siendo un tema sensible en Europa, como reflejan las protestas de los “Chalecos Amarillos” en Francia, que reclaman más ayuda para trabajadores agobiados.
Además, las naciones de la UE no han logrado acordar una posición común ante la inmigración, lo que alimenta las tensiones internas y su impotencia para contener con rapidez una oleada de inmigración en el 2015 que ha dado impulso al auge de partidos nacionalistas y de ultraderecha.
“Tenemos una crisis de la Unión Europea. Es un hecho”, admitió Macron.
Los expertos le dan la razón.
“Hay mucha gente que teme que las cosas puedan estar moviéndose en la dirección equivocada o ya se hayan movido en la dirección equivocada”, señaló Janis Emmanouilidis, del grupo de estudios European Policy Centre en Bruselas. “Es una combinación de varias inseguridades que, al final, empuja a la gente hacia los que ofrecen las respuestas fáciles”.
Actor importante en alza
Desde las primeras elecciones al Parlamento Europeo en 1979, la cámara ha pasado poco a poco de ser una organización sin mucha influencia, en el que políticos veteranos recibían cómodos destinos para retirarse, a ser un actor importante con capacidad real de tomar decisiones.
En un principio, la UE regulaba principalmente el sector agrícola y ganadero. Pero ahora fija la política comercial internacional para todos sus miembros e incluso normas monetarias para los 19 países que utilizan el euro.
El Parlamento Europeo influye en la vida cotidiana de los europeos de un millar de formas: reduce los costes de itinerancia de los celulares, impone normas sanitarias y de seguridad en industrias desde la química y la energética a la automotriz o la de alimentación, subvenciona las actividades agrícolas, reforma las leyes de derechos de autor y protege el medio ambiente.
Esta semana no hay elecciones transfronterizas, sino comicios nacionales en 28 países. Cada miembro recibe un número de escaños en la cámara comunitaria en función de su población. Las delegaciones más pequeñas son Chipre, Luxemburgo y Malta con seis parlamentarios, frente a los 96 del Estado más poblado del grupo, Alemania.
Hasta ahora, las elecciones europeas despertaban poca emoción. La participación cayó a apenas el 42,6% en el 2014. Pero eso podría cambiar este año.
¿Qué ocurrirá ahora?
El bando eurooptimista afirma que estrechar la integración es clave para que la UE sobreviva en un mundo globalizado. Los euroescépticos dicen que conforme se toman más decisiones en la sede de la UE en Bruselas, se va arrebatando la identidad nacional.
Sin embargo, incluso algunos conservadores tradicionales pueden mostrarse algo euroescépticos. El checo Jan Zahradil, principal candidato de la Alianza de Conservadores y Reformistas, es uno de los que quiere devolver más control a las capitales europeas.
“(Queremos) que se reduzca el peso de la UE, que se flexible, que sea descentralizada”, expresó Zahradil. “(Una UE) que respete los gobiernos nacionales y que colabore con ellos, que no luche contra ellos, que no los trate con condescendencia, que no les dé lecciones”.
En el lado eurooptimista, Macron instó a los votantes a pensar en la fuerza y unidad que dan 28 países más pequeños trabajando juntos en un mundo donde China, Estados Unidos y Rusia hacen demostraciones de su fuerza política y financiera.
“Si fragmentas Europa, es imposible que tengas una Europa más fuerte. La unión hace la fuerza”, afirmó.