Buenos Aires. El debate sobre la legalización del aborto en Argentina volvió este jueves a la Cámara de Diputados, donde podría recibir un voto favorable antes de someterse al Senado, dos años después de que fracasara una iniciativa similar.
La sesión parlamentaria se extenderá hasta la madrugada de este viernes. El presidente de la Cámara de Diputados, Sergio Massa, estimó que el voto ocurrirá después de las 2 a.m. (hora en Argentina).
En las adyacencias del Congreso, pantallas gigantes transmitieron en directo el debate. Varias filas de vallas dividen el espacio público para distanciar y evitar enfrentamientos entre las activistas del pañuelo verde, que identifica a la lucha por el aborto legal, y los militantes “celestes”, que lo rechazan.
Para que la norma sea aprobada se necesita una mayoría de 129 votos sobre el total de 257 diputados. Los que impulsan la ley piensan que alcanzarán esa cifra, aunque aún hay media decena de votos inciertos, en una cuestión que divide aguas en el seno de cada fuerza política.
En esta ocasión, el proyecto de Interrupción Voluntaria del Embarazo (IVE) hasta la semana 14 de gestación fue presentado por el presidente de centroizquierda Alberto Fernández, como un modo de “garantizar que todas las mujeres accedan al derecho a la salud integral”.
En el recinto, los discursos polarizan las posiciones más allá de las pertenencias políticas.
Varios ministros del gobierno mantienen la atención sobre el debate desde las gradas, una forma de recordarle a los diputados propios que votan en contra que la iniciativa es del Ejecutivo, afirmó una fuente que participó de una reunión de ministros para definir la táctica para respaldar el debate.
Es posible que el propio Alberto Fernández se haga presente en al recinto durante la noche, agregó la fuente.
“Todos estamos a favor de la vida, pero estamos en contra de la clandestinidad. El aborto existe, existió y seguirá existiendo”, declaró la diputada Adriana Cáceres, del partido derechista Pro y favorable a la ley, en respuesta a los grupos que rechazan el proyecto y se definen a sí mismos como “pro-vida” y a los que las verdes llaman ‘antiderechos’.
La diputada Ana Carolina Gaillard, del oficialista Frente de Todos, enfatizó que “el debate no es sobre aborto sí o aborto no, sino sobre aborto seguro o aborto inseguro”, al evocar las muertes que se derivan de las interrupciones clandestinas del embarazo, unas 3.000 desde 1983, según el presidente Fernández.
La legalización del aborto dominó la agenda política argentina en el 2018 cuando por primera vez fue abordado en el Congreso, con masivas manifestaciones en las que destacaron las más jóvenes en este país de mayoría católica y cuna del papa Francisco.
Sin embargo, aunque la norma consiguió entonces la aprobación de la Cámara de Diputados, fue rechazada luego en el Senado.
Ambas cámaras se renovaron parcialmente en las elecciones generales del 2019.
Analistas de salud calculan entre 370.000 y 520.000 los abortos clandestinos anuales en Argentina, con 39.000 internaciones cada año en centros de salud pública, según estadísticas del gobierno.
Verdes contra celestes
“¡Aborto legal ya, gratuito y en el hospital!”, exhortan las mujeres de pañuelos verdes, que se concentran frente al Palacio de Congreso, rodeado de pancartas.
Valeria Bonetto, médica de 48 años que acompaña la vigilia de las verdes, la legalización “es una cuestión de salud pública, de justicia social y de derechos humanos”.
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Del otro lado de las vallas, acuden los ‘celestes’, bajo la consigna “¡Salvemos las dos vidas!” y “Marcha por el niño por nacer”. Exhiben muñecos que representan bebés con sangre. Una treintena de ‘celestes’ sigue una misa improvisada bajo el sol abrasador en una calurosa tarde del verano austral.
En Argentina, el aborto solo se permite en caso de violación o peligro de vida para la mujer, legislación vigente desde 1921.
Si aprueba el aborto legal Argentina se sumará a Cuba, Uruguay, Guyana y Ciudad de México, países que lo permiten en América Latina.
Acompañamiento por mil días
El oficialismo ha desplegado gestos políticos tendientes a sumar votos. El principal fue enviar otro proyecto de ley, el Plan de los 1.000 días, destinado a apoyar económicamente a mujeres de sectores vulnerables que deseen llevar adelante un embarazo.
Se trata de “fortalecer la atención integral durante el embarazo y de los hijos en los primeros años de vida”, dijo Fernández.
A la vez, el proyecto para la legalización del aborto prevé la objeción de conciencia individual y también la de un establecimiento de salud en caso de que todos sus médicos hagan objeción. Pero tendrá obligación de derivar a la paciente para su atención en otro centro hospitalario.
Otro recurso para sumar votos fue disponer de un “acompañante o referente afectivo” para las adolescentes de 13 a 16 años que opten por un aborto.
Si el proyecto se aprueba en la Cámara Baja, el bloque peronista del Senado intentará debatirlo y votarlo antes de fin de año.