Washington. La democracia se enfrenta a “desafíos continuos y alarmantes” en todo el mundo, afirmó este jueves el presidente estadounidense, Joe Biden, al inaugurar una cumbre virtual sobre la democracia con participación de representantes de 100 países. El mandatario estimó que la tendencia “apunta en gran medida en la dirección equivocada” y que la democracia necesita “paladines”. ”Estamos en un punto de inflexión”, añadió el gobernante demócrata. “¿Permitiremos que el retroceso de los derechos y la democracia prosiga de forma desenfrenada?”
Para la Casa Blanca, la cumbre, que se realiza de forma virtual debido a la pandemia de coronavirus, encarna el liderazgo de Estados Unidos en una lucha existencial entre democracias y dictaduras o autocracias. ”No se equivoquen, estamos en un momento de evaluación democrática”, sostuvo Uzra Zeya, subsecretaria de Estado para la Seguridad Civil, Democracia y Derechos Humanos. “Países de prácticamente todas las regiones del mundo han experimentado grados de retroceso democrático”, advirtió.
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La cumbre, que comenzó con las palabras de Biden y del secretario de Estado, Antony Blinken. El presidente estadounidense llega a la cumbre con Estados Unidos sumido en problemas relativos al orden democrático. Su predecesor republicano, Donald Trump, sigue inmerso en una campaña para alterar las normas políticas de Estados Unidos y revertir los resultados de las elecciones del 2020 en las que fue derrotado por Biden. Surgieron tensiones sobre quién debería integrar o quedarse fuera de la lista.
China y Rusia, que Biden considera autocracias, quedaron deliberadamente fuera, lo cual según estos países aviva una “brecha ideológica”. “Ningún país tiene derecho a juzgar el vasto y variado panorama político del mundo con un único criterio”, escribió el embajador ruso, Anatoly Antonov, y el chino Qin Gang. Lo que acabó de exasperar a Pekín fue que el gobierno estadounidense invitara a Taiwán, una isla con un gobierno de tono occidental, a la que la China comunista continental considera parte de su territorio, aunque no esté bajo su control.
El lunes, Washington también anunció que no enviaría a funcionarios gubernamentales a los Juegos Olímpicos de Invierno de Pekín en febrero, en protesta por las violaciones de los derechos humanos en China, incluido el “genocidio” contra el grupo étnico minoritario de los uigures, en la región occidental de Xinjiang. Australia, el Reino Unido y Canadá se han sumado al boicot diplomático, sin embargo, sus atletas acudirán a la competencia. Y una vez más, Rusia se unió a China para criticar la decisión.
Decidir cuándo otros países deberían ser excluidos de la cumbre por violaciones de los derechos humanos o fraude electoral es igual de complicado. Por ejemplo, Pakistán y Filipinas están dentro, mientras que el gobierno nacionalista de Hungría, miembro de la Unión Europea (UE), se quedó fuera. El presidente de ultraderecha brasileño Jair Bolsonaro fue invitado, mientras que el presidente de Turquía, miembro de la OTAN y férreo defensor del Islam, Recep Tayyip Erdogan, fue rechazado.
En América Latina y el Caribe se excluyó a los gobiernos de ocho países: Nicaragua, Cuba, Bolivia, El Salvador, Honduras, Guatemala, Haití y Venezuela –varios son de izquierda y otros problemas de corrupción o en su sistema democrático–, aunque se invitó a Juan Guaidó, líder opositor enfrentado al gobernante socialista venezolano Nicolás Maduro. Sin embargo, lo más llamativo es que Biden tiene dificultades para restaurar la fe en la democracia en su propio país y Trump se niega a reconocer los resultados de las elecciones del 2020.
Con la ayuda de los medios de comunicación conservadores, incluida la poderosa cadena Fox News, el expresidente republicano sigue difundiendo mentiras sobre fraude entre sus decenas de millones de seguidores. Mientras las imágenes de la violenta invasión al Congreso, realizada el 6 de enero en Washington por cientos de partidarios de Trump, con un saldo de cinco muertos y decenas de heridos, todavía están muy presente. Existen crecientes temores sobre las elecciones legislativas del 2022 y las presidenciales del 2024 a las que Trump quiere volver a presentarse.
Bruce Jentleson, profesor de Ciencias Políticas de la Universidad de Duke, estimó que esta cumbre “nunca fue una buena idea”. ”Nuestros problemas aquí son mucho peores que en cualquier otra democracia occidental. Nuestro Capitolio fue atacado, un intento de golpe de Estado. No hemos visto que eso pasara en París, ni en el Bundestag o en la sede de la UE en Bruselas”, añadió. ”Si queremos competir, tenemos que esforzarnos al máximo y eso depende más de nosotros en el país que de reunir de alguna forma a 100 líderes y decir ‘nos gusta la democracia’”, aseguró.
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