Washington. El presidente Joe Biden nominó este viernes a la jueza Ketanji Brown Jackson como primera magistrada afroamericana para integrar la Corte Suprema de Estados Unidos, pero todavía tiene que salvar un obstáculo: la confirmación del Senado.
La jueza de 51 años, con “cualificaciones extraordinarias” según Biden, tomó la palabra, bajo la mirada de otra mujer que encarna el sueño americano para las minorías: la vicepresidenta Kamala Harris, de padre jamaicano y madre india.
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“Solo espero que mi vida, mi carrera, mi amor por el país y la Constitución, y mi compromiso con el estado de derecho y los principios sagrados sobre los que se construyó esta nación sean una inspiración para las futuras generaciones de estadounidenses”, aseguró Jackson.
Dada la fuerte polarización política en Estados Unidos es muy probable que la audiencia de confirmación de Jackson en el Senado sea tormentosa. De hecho algunos congresistas ya han reaccionado negativamente. “La jueza Jackson era la opción preferida de los oscuros intereses financieros de la extrema izquierda”, criticó el líder de la bancada republicana en el Senado, Mitch McConnell.
Brillante
“Es una de las mentes jurídicas más brillantes de nuestra nación y será una jueza excepcional”, mencionó Biden en la Casa Blanca, insistiendo en que era un momento “histórico”. “Ya es una fuente de inspiración para las mujeres negras, como mis hijas, permitiéndoles apuntar más alto”, aplaudió el expresidente Barack Obama.
Ketanji Brown Jackson fue una de las tres finalistas elegidas según criterios estrictos para justamente evitar críticas durante la fase de confirmación en el Capitolio. El propio Biden se implicó en la selección, entrevistando a las magistradas en la recta final del proceso.
El nombramiento a la Corte Suprema, el primero realizado por Biden, no cambiará el equilibrio de poder en el tribunal de nueve magistrados de mayoría conservadora que vela por la constitucionalidad de las leyes y zanjan sobre temas sociales importantes en Estados Unidos.
El predecesor de Biden, Donald Trump, tuvo la ocasión de nombrar a tres jueces para la Corte Suprema y ancló la institución en el conservadurismo, posiblemente para las próximas décadas. Jackson es magistrada de la Corte de Apelaciones de la ciudad de Washington, que se considera un trampolín para los aspirantes a integrar Corte Suprema. Consiguió el puesto con el respaldo de tres senadores republicanos.
Sustituirá al magistrado progresista Stephen Breyer, quien se jubilará a finales de junio. La principal instancia judicial estadounidense quedará integrada entonces por seis conservadores (entre ellos una mujer) y tres progresistas, todas ellas mujeres.
‘Izquierda radical’
Ketanji Brown Jackson, madre de dos hijas, se crio en Florida y está casada con un cirujano. Se graduó en la prestigiosa facultad de Derecho de la Universidad de Harvard. Pero paradójicamente esto le perjudica, dado que los republicanos consideran que en el tribunal hay demasiados jueces licenciados por universidades privadas como Harvard y Yale.
“La filial Yale-Harvard para la Corte Suprema sigue a tope”, denunció el viernes el senador de Carolina del Sur, Lindsey Graham, dando a entender que esto crea élites desconectadas de la realidad. El presidente Biden cedió ante “la izquierda radical”, lamentó.
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Esto augura acalorados debates en el Senado, donde los demócratas cuentan con una mayoría mínima. El gobierno de Joe Biden quiere que la confirmación de Jackson tenga lugar antes de las elecciones de medio mandato de noviembre, en las que podría sufrir un revés.
En 232 años de existencia, la Corte Suprema de Estados Unidos solo ha tenido dos jueces negros, uno de los cuales, Clarence Thomas, fue designado por George Bush padre y todavía ejerce el cargo.