Londres. El presidente de Estados Unidos, Joe Biden, y su esposa Jill, asistieron este domingo a la capilla ardiente de la reina Isabel II, en Londres, para presentarle sus respetos.
Biden se santiguó y observó junto con su esposa el fétrero de la monarca desde el balcón de Westminster Hall, por el que se van sucediendo las autoridades un día antes del funeral.
Antes de acudir al Palacio de Buckingham para una recepción organizada por el nuevo monarca, Carlos III, el mandatario firmó el libro oficial de condolencias y alabó la “dignidad” y el “servicio” de la difunta monarca.
"Ya he explicado que mi madre y mi padre pensaban que todo el mundo (...) merecía ser tratado con dignidad y eso es exactamente lo que ella transmitió", así como "la noción de servicio", dijo Biden, para quien "el mundo es mejor gracias a ella".
También pasaron por la capilla ardiente de la reina los reyes de España, Felipe VI y Letizia. La lista de asistentes al funeral de Estado en la Abadía de Westminster, que se realizará este lunes, también incluye al presidente de Francia, Emmanuel Macron; el de Brasil, Jair Bolsonaro; a los monarcas de Suecia, Noruega, Luxemburgo, Mónaco, Bélgica y Holanda; así como al emperador japonés Naruhito.
La concentración de tantos mandatarios, y el funeral en general, presentan un desafío de seguridad “mayor que los Juegos Olímpicos de 2012″, dijo a la prensa el subcomisario adjunto de Scotland Yard, Stuart Cundy.
Los funerales del lunes arrancarán con el traslado del féretro de la reina desde la capilla ardiente instalada en el Parlamento británico, en la sala Westminster, a la cercana abadía del mismo nombre.
A las 11 a. m. locales empezará el servicio fúnebre oficiado por el deán de Westminster, David Hoyle, y con un sermón de Justin Welby, líder espiritual de la Iglesia Anglicana, de la que el rey de Inglaterra es cabeza desde la ruptura de Enrique VIII con Roma en el siglo XVI.
Tras el servicio, el féretro de Isabel II recorrerá en un afuste tirado por marineros las calles de Londres hasta el arco de Wellington, en Hyde Park Corner, en un cortejo en el que se esperan un millón de personas.
Desde allí saldrá en coche hasta el castillo de Windsor, a unos 30 kilómetros, donde tendrá lugar un nuevo servicio fúnebre, más familiar, y su entierro, ya en privado.