Washington. En sus cuatro años de gobierno, Donald Trump aprobó más de 400 decretos ejecutivos para frenar la inmigración y castigar a los indocumentados.
Horas después de asumir la presidencia, Joe Biden revirtió varias de esas medidas y dio inicio a una audaz agenda migratoria que incluye un proyecto de ley para legalizar el estatus de los 11 millones de extranjeros sin papeles que residen en Estados Unidos, si no tienen antecedentes penales y pagan impuestos.
“Ahora tengo esperanzas de que me hagan justicia, estos últimos cuatro años fueron lo peor que nos ha pasado en la vida”, dijo Aura Hernández, una guatemalteca de 39 años quien en el 2018 pasó ocho meses refugiada en una iglesia de Manhattan con su pequeño hijo cuando el gobierno Trump quiso deportarla.
Uno de los decretos firmados por Biden el miércoles, horas después de asumir, detiene casi todas las deportaciones durante 100 días.
Otros frenan la construcción del muro con México, revocan la prohibición de ingreso al país para ciudadanos de varios países musulmanes, aumentan la protección de los jóvenes llamados dreamers -traídos cuando eran niños a Estados Unidos ilegalmente por sus padres, y a quienes el expresidente Barack Obama protegió de la deportación en el 2012 por medio del decreto ejecutivo DACA- o aseguran que los indocumentados serán contados en el censo nacional.
Paso a la ciudadanía
La agenda migratoria de Biden incluye principalmente un ambicioso proyecto de ley que prevé un camino de ocho años para que los indocumentados obtengan la ciudadanía.
Además, si el proyecto es aprobado, los dreamers y los inmigrantes que tienen un estatus de protección temporal (TPS), así como los trabajadores agrícolas, obtendrían de manera automática la green card o residencia permanente, habrá más jueces migratorios para acelerar los trámites y ayuda extranjera para hacer frente a los problemas que provocan la migración, entre otras medidas.
Pero el proyecto debe ser votado por el Congreso, donde pese a su control de ambas cámaras los demócratas deberán obtener nueve votos republicanos en el Senado para alcanzar una mayoría de 60, “una tarea hercúlea” según dijo el jueves en una videoconferencia el senador demócrata Bob Menéndez, principal auspiciante del proyecto en la Cámara Alta.
Menéndez pidió la ayuda del empresariado para defender el proyecto, comenzando por los sectores agrícola y tecnológico, que precisan mano de obra extranjera.
El presidente de Apple, Tim Cook, responsable de la inmigración en la asociación Business Roundtable, dijo el miércoles estar dispuesto a trabajar con el gobierno y el Congreso "en soluciones globales para reparar nuestro fracasado sistema migratorio".
“Tras cuatro años de guerra contra la inmigración y los inmigrantes”, la agenda de Biden “es como el despertar de un nuevo día”, consideró Krish O’Mara Vignarajah, presidenta de la organización de reasentamiento de refugiados LIRS (Lutheran Immigration Refugee Services).
Biden “no solo está revirtiendo acciones de Trump como el muro fronterizo, sino que va más allá al proponer nuevas políticas audaces basadas en la compasión y el sentido común”, añadió tras recordar que la admisión de refugiados musulmanes durante el gobierno de Trump cayó de casi 40.000 en el 2016 a 2.500 en el 2020.
“La nube negra que teníamos sobre nuestras cabezas se ha ido”, concordó Camille Mackler, una abogada especialista en migración que dirige la organización Immigrant Advocates Response Collaborative, nacida a raíz de la prohibición de viajes desde países musulmanes como Irán o Yemen.
Tras cuatro años de "detener el sangrado tanto como era posible (...) ahora podemos arremangarnos y comenzar a trabajar".
Migrantes cautelosos
Millones de indocumentados en el país viven hace años en un limbo migratorio, arriesgando la deportación y sin posibilidad de ser regularizados aunque paguen impuestos.
“Este es un gran problema migratorio que no ha sido resuelto durante décadas. Cada vez que un presidente demócrata trata de hallar un camino a la legalización, los republicanos lo hacen retroceder”, expresó Sahar Aziz, de la Facultad de Derecho de la Universidad Rutgers en Nueva Jersey.
Juana Alejandro, una dreamer mexicana de 23 años que trabaja en una universidad de Nueva York, ha vivido estos cuatro años con el temor que Trump pusiera fin al DACA -su intento fue bloqueado por la Justicia- o que sus padres fueran deportados.
“Mis papás hace casi 22 años que viven en Estados Unidos, pero no tienen papeles, para ellos la legalización sería un sueño hecho realidad”, manifestó.
Pero además de esperanza también existe cautela. Cuando Biden era vicepresidente de Barack Obama (2009-2017), el gobierno deportó la mayor cantidad de indocumentados en la historia, más de 3,2 millones en ocho años.
Con Biden "no queremos ilusionarnos demasiado por lo que pasó antes", dijo Hernández, la madre que se refugió en una iglesia y que ahora vive escondida en una casa al norte de Nueva York.
“Nos tenían callados, huyendo (...) pero ahora podemos hablar sin que nos estén persiguiendo. Estamos preparándonos para la lucha. Porque esto va a ser una lucha”.