Washington. Enfrentados en el pasado y quizá en el futuro, Joe Biden y Donald Trump tomarán la palabra por separado el jueves, un año después del asalto al Capitolio, para dar dos versiones de lo sucedido ese día.
El expresidente republicano fue el primero en anunciar que daría una rueda de prensa desde su mansión de Florida, escribió: “Entre tanto, recuerden que la insurrección se produjo el 3 de noviembre”, día de las elecciones presidenciales que el republicano afirma, sin la menor prueba, haber ganado. Según los sondeos, una mayoría de simpatizantes republicanos también lo piensa.
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Trump, quien perdió las elecciones del 2020 por más de siete millones de votos frente al demócrata Biden, no tiene la intención de mantener un perfil bajo, a pesar de la investigación parlamentaria que intenta dilucidar si él y su entorno desempeñaron algún papel en este asalto que conmocionó a Estados Unidos.
Todo lo contrario: el expresidente quiere un hueco en su partido y apartar a todos aquellos que no respalden su discurso de que le robaron las elecciones. ”Se puede decir que el comportamiento de Trump no tiene precedentes en la historia estadounidense. Ningún expresidente ha intentado hasta este punto desacreditar a su sucesor y al proceso democrático”, aseguró Carl Tobias, profesor de derecho de la universidad de Richmond.
¿Qué responderá Biden, quien hablará el jueves desde el Capitolio, el lugar donde miles de simpatizantes de su rival republicano intentaron impedir que el Congreso certificara su elección? El presidente repite que la democracia estadounidense se encuentra en un “punto de inflexión” y que él puede salvarla.
Desde que fue elegido presidente, Biden evita plantar cara al “otro tipo” o al “tipo de antes”, fórmulas utilizadas por el mandatario y por la Casa Blanca para referirse a quien, tal vez, tenga que afrontar de nuevo en las presidenciales del 2024.
Oficialmente Biden tiene la intención de volver a presentarse y el republicano da a entender que se lo plantea. Mientras, para Lara Brown, profesora de ciencias políticas de la universidad George Washington, “el presidente y la vicepresidenta Kamala Harris no pueden entrar en este terreno del ataque verbal directo, porque no quieren dar la impresión de una ‘caza de brujas’ orquestada por la Casa Blanca”, como suele decir Trump. “La administración Biden pensaba que tomando decisiones políticas correctas, todo esto desaparecería, pero creo que eso es ser ingenuo”, añadió.
Según Biden, la mejor forma de contrarrestar a Trump sería reconciliar a la clase media estadounidense con la democracia representativa, garantizando puestos de trabajo, poder adquisitivo y serenidad frente a la globalización. Pero el presidente tarda en conseguir los resultados esperados: Estados Unidos sufre una nueva ola de la pandemia, sus reformas sociales están bloqueadas en el Congreso y el costo de la vida sube.
Rachel Bitecofer, una estratega cercana al campo demócrata, cree que Biden debería enfrentarse directamente a Trump y al Partido Republicano. Frente a un Trump que acaba de respaldar en un comunicado al dirigente ultraconservador húngaro Viktor Orban, “debemos ser muy francos sobre lo que eso significa”, afirmó.
Es, según Bitecofer, una forma para el expresidente transmitir “lo que quiere para Estados Unidos y no es un futuro democrático”. Pero “hay reticencias a reconocer lo fuerte que es el ataque de la derecha a la democracia”, aseguró. “Las amenazas actuales contra la democracia son reales y preocupantes”, opinó Tobias, pero “Estados Unidos ha superado crisis mucho más peligrosas, sobre todo la Guerra de Secesión”.