Brasilia. Los brasileños votaban este domingo para decidir si mantienen al ultraderechista Jair Bolsonaro en el poder o se lo devuelven al gran favorito en las encuestas, el izquierdista Luiz Inácio Lula da Silva, dos archirrivales que encarnan visiones opuestas de Brasil.
Lula puede imponerse incluso en esta primera vuelta, mientras que Bolsonaro insiste en que las encuestas mienten y asegura que puede haber fraude.
La última encuesta del Instituto Datafolha atribuye 36% de las intenciones de votos válidos a Bolsonaro frente a 50% para el expresidente Lula (2003-2010), porcentaje mínimo para evitar un segundo turno el 30 de octubre.
Levantando los pulgares en símbolo de victoria, Lula votó en Sao Bernardo do Campo, región de Sao Paulo donde se forjó como líder sindical en los años setenta.
El expresidente dijo que desea que Brasil “vuelva a la normalidad”. “Este país precisa recuperar el derecho de ser feliz”. “No queremos más odio”, agregó en alusión a la polarización de los brasileños que se ha acentuado bajo el gobierno de Bolsonaro.
Poco después, Bolsonaro votó vestido con una camiseta amarilla de la selección brasileña en el barrio Vila Militar, en Rio de Janeiro.
“Unas elecciones limpias deben ser respetadas”, dijo el excapitán del Ejército, y deseó que “venza el mejor”. Preguntado si iba a aceptar los resultados, Bolsonaro no respondió.
“Esperar el fin del partido”
En todo el país, los brasileños formaban largas colas frente a los colegios electorales, que cerrarán a las 20H00 GMT.
“Como mujer negra, voté por el candidato con propuestas para acabar con la discriminación. El país ha retrocedido estos años en términos de prejuicios, homofobia y hasta en la economía”, dijo la lulista Lucia Estela da Conceição, de 70 años, al votar en Sao Paulo, la mayor ciudad del país.
El de Bolsonaro “fue un gobierno excelente”, aseguró en cambio Edmilson Dias da Silva, de 72 años, frente a la playa de Copacabana, en Rio de Janeiro.
Receloso de las encuestas, afirmó: “Vamos a esperar a que el árbitro pite el final del partido para llegar a una conclusión”.
Polos opuestos
Bolsonaro, de 67 años, ha gobernado el mayor país de América Latina a golpe de crisis, especialmente con una fustigada gestión de la pandemia que dejó 686.000 muertos y un desafío constante a las instituciones democráticas.
Mantiene un sólido apoyo entre el electorado evangélico, el agronegocio y los sectores más conservadores.
Lula, que presidió Brasil durante un periodo de fuerte crecimiento y dejó el poder con un envidiable índice de popularidad, vuelve al ruedo político sin poder sacudirse a ojos de parte de la sociedad la mancha de la corrupción. Fue condenado y luego absuelto por motivos procesales por el escándalo “Lava Jato” sobre una red de sobornos en la petrolera estatal Petrobras.
Este autodenominado “joven de 76 años”, excarcelado en 2019 tras pasar 19 meses en prisión, cuenta con el apoyo de las clases populares, las mujeres y jóvenes y trata de seducir al mercado y sectores moderados. Su candidato a vicepresidente es el tecnócrata Geraldo Alckmin.
De ganar, promete combatir el hambre en Brasil, sacar al país de su aislamiento diplomático y poner fin a su imagen de “paria” medioambiental, debido a la deforestación masiva de la Amazonía registrada bajo Bolsonaro.
Reconocer el resultado
Si Lula gana en primera vuelta, “Bolsonaro cuestionará” los resultados, prevé el analista Adriano Laureno, de la consultora Prospectiva.
Desde hace meses, el ultraderechista arremete sin ninguna prueba contra la fiabilidad del voto electrónico vigente en Brasil desde 1996.
Su actitud ha llevado a muchos observadores a no descartar algún conato de violencia por parte de sus seguidores, como ocurrió con la toma del Capitolio estadounidense en enero de 2021, tras la derrota de Donald Trump.
Pero según Laureno, el ultraderechista no cuenta con los apoyos internos necesarios para tener éxito en un desafío a la justicia electoral.
“Ni la prensa, ni la élite económica en Brasil son favorables a un quiebre institucional”, afirma.
Además, se espera un reconocimiento “rápido” y “generalizado” de los resultados por parte de la comunidad internacional, agrega.
Bolsonaro ha recibido por su parte el apoyo del republicano Trump, que llamó a votar en un video por “uno de los mejores presidentes del mundo”.
Unos 500.000 agentes velarán por la seguridad de la jornada electoral, mientras que el porte de armas por parte de ciudadanos, que Bolsonaro promovió activamente durante su mandato, fue suspendido durante tres días hasta el lunes.
Unos 156 millones de electores también están llamados a votar el domingo la Cámara Baja del Congreso, un tercio del Senado y los gobernadores y asambleas legislativas de los 27 estados.