Londres. El primer ministro británico, Boris Johnson, volvió a negarse a dimitir, después de que un esperado informe sobre el “partygate” responsabilizara este miércoles de las fiestas celebradas en Downing Street durante los confinamientos a los “altos cargos” implicados en el escándalo.
“Entiendo que la gente esté indignada”, manifestó en rueda de prensa, tras la publicación de las conclusiones de la alta funcionaria Sue Gray que, sin nombrarlo, acusó a “los altos cargos implicados, tanto políticos como funcionarios” de validar con su presencia las múltiples infracciones a las reglas contra la covid-19.
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“Pero dado todo lo que está pasando, creo que es mi responsabilidad seguir adelante” con “prioridades” como la guerra de Ucrania y la crisis por el coste de la vida en el Reino Unido, subrayó. Horas antes, había asumido ante el Parlamento “plena responsabilidad” por las fiestas celebradas en sus oficinas, pero se justificó defendiendo que, en plena pandemia, sus colaboradores trabajaban muchísimas horas y era difícil “dibujar la frontera entre trabajar y socializar”.
Reconoció que “muchos de estos eventos se prolongaron más de lo necesario” y se declaró “sorprendido” por las revelaciones de Gray sobre unos encuentros en los que él, dijo, “simplemente no estaba presente”. Sus argumentos no convencieron a la oposición.
El nacionalista escocés Ian Blackford lo acusó de haber “perdido la poca autoridad moral que le quedaba” y volvió a pedir su dimisión, como también hizo el Partido Laborista. Pero Johnson se defendió: “no se ha determinado que mi asistencia infringiera las reglas”, subrayó, insistiendo en que, cuando hace meses aseguró que siempre se respetaron las normas, “creía que era la verdad”.
‘Presencia de altos cargos’
Gray comenzó a investigar en diciembre las numerosas fiestas celebradas en Downing Street cuando las reglas contra la covid-19 impedían a los británicos reunirse con sus seres queridos e incluso despedirse de los fallecidos por una enfermedad que causó 178.000 muertos en el país.
Pero se vio obligada a publicar una versión muy limitada de sus conclusiones, sin detalles, para no interferir en una investigación policial que Scotland Yard cerró la semana pasada con 126 multas a 83 personas por 8 fiestas. “No se debería haber permitido que se produjeran muchos de estos eventos”, fustigó Gray, subrayando que “algunos de los colaboradores menos experimentados creían que su participación (...) era permisible dada la presencia de altos cargos”.
Johnson y su esposa Carrie, así como el ministro de Finanzas Rishi Sunak, solo recibieron una multa por el menos importante de los encuentros, una fiesta por su 56º cumpleaños, celebrada el 19 de junio del 2020 en la sala del consejo de ministros.
El líder conservador aseguró entonces que no se le había “ocurrido” que su participación en el breve encuentro “pudiera constituir una infracción de las normas”. El miércoles volvió a pedir disculpas por haber asistido a este “breve evento”.
¿Mintió Boris Johnson?
Enfrentado a principios de año a una rebelión conservadora que buscaba destituirlo a raíz de este escándalo, Johnson vio después como la guerra en Ucrania cambió el foco de atención.
En plena crisis bélica, muchos miembros de su mayoría pidieron esperar al resultado de las investigaciones antes de volver a contemplar un eventual voto de censura, que debe ser solicitado por al menos 15% de los 359 diputados del Partido Conservador.
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Según el politólogo Andrew Blick, del King’s College London, aunque algunos diputados conservadores pueden reaccionar ahora al “daño significativo a la reputación de Johnson y, por extensión, a la reputación del partido” causada por el escándalo, “el contenido del informe, no será suficiente”.
“Sin embargo, van a observar si la opinión pública está solo un poco molesta, si lo van a perdonar, o se trata de un problema más grave”, para tomar una decisión, dijo. Según un sondeo relámpago realizado el miércoles por YouGov a unos 2.750 adultos, 59% de los británicos considera que Johnson debería dimitir, incluidos 27% de votantes conservadores. Sin embargo, solo 7% cree que lo hará.
Tras la publicación del informe Gray, deben comenzar próximamente los trabajos de una comisión parlamentaria para determinar si Johnson mintió a sabiendas al Parlamento cuando negó que se hubieran infringido las reglas, lo que, según el código de conducta gubernamental, sería motivo de dimisión.