El primer ministro británico, Boris Johnson, recibió un nuevo golpe a su legitimidad este viernes, pero volvió a negarse a dimitir tras la derrota de su Partido Conservador en unas elecciones parciales, que provocaron la repentina renuncia del presidente de la formación.
Los conservadores perdieron los dos escaños en juego el jueves en Tiverton-Honiton, circunscripción históricamente de derechas en el suroeste de Inglaterra, y Wakefield, tradicional feudo de izquierdas en el denominado “muro rojo” del norte del país, que arrebató a los laboristas en las legislativas de 2019.
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En unas elecciones parciales cuyos resultados se conocieron el viernes por la mañana, Tiverton-Honiton eligió a un diputado del centrista Partido Liberal-Demócrata y Wakefield volvió a manos del Partido Laborista. Estos comicios tienen lugar a menos de tres semanas después de que Johnson sobrevivió a una moción de confianza que lanzaron diputados rebeldes de su formación, en un intento de hacerlo caer.
Y su resultado debilita aún más a un primer ministro en rápida pérdida de popularidad, considerado un “mentiroso” por una mayoría de británicos y enfrentado al descontento social por una inflación descontrolada, del 9,1% en mayo y 11% previsto para octubre. “No voy a pretender que sean resultados brillantes, tenemos que escuchar, tenemos que aprender”, reconoció Johnson durante una rueda de prensa en Kigali, donde participaba en una cumbre de la Commonwealth.
Pero rehusó de nuevo dimitir, determinado a “seguir adelante” con su trabajo y prometiendo desplegar “energía total” ante la crisis del creciente coste de la vida que asfixia a muchas familias británicas. Tras Ruanda, prevé participar en las cumbres del G7 en Alemania y de la OTAN en Madrid, lo que le alejará de Londres una semana.
“Aferrarse” al cargo
Triunfante vencedor de las legislativas de 2019 gracias a la promesa de realizar el Brexit, Johnson, que el año pasado perdió dos legislativas parciales y en mayo sufrió otro revés electoral en los comicios locales, ya no es considerado una apisonadora electoral por muchos en su partido, sino un lastre cada vez más pesado.
Las nuevas derrotas “son el último de una serie de resultados muy malos para nuestro partido”, escribió el presidente del Partido Conservador británico, Oliver Dowden, en una carta dirigida a Johnson para anunciarle su dimisión. “No podemos seguir como siempre”, afirmó, considerando que “alguien debe asumir la responsabilidad” en un duro mensaje al líder de la formación.
Agregando presión, Michael Howard, exlíder del partido, estimó que Johnson debería renunciar: “el partido, y lo que es más importante, el país, irían mejor con una nueva dirección”, declaró a la BBC.
Sin embargo, en opinión de Tony Traver, analista político de la London School of Economics, el primer ministro “se aferrará” al puesto. “Estaría muy dispuesto a aferrarse, incluso si eso perjudicara al Partido Conservador, porque para él mantenerse en el cargo es la principal prioridad, más que proteger al Partido Conservador a largo plazo”, dijo a la AFP.
Que los conservadores “lo echen”
Encuestas y resultados electorales demuestran que los británicos están perdiendo la confianza en su primer ministro, cernido por numerosos escándalos, encabezados por el “partygate”, nombre dado a las múltiples fiestas organizadas en Downing Street durante los confinamientos de 2020 y 2021 por el coronavirus.
El líder laborista Keir Starmer, que aspira a llegar al poder en 2024, aseguró que la victoria de su partido en uno de sus bastiones históricos muestra que pueden ganar a nivel nacional por primera vez en más de una década. “Este resultado es un claro dictamen sobre el Partido Conservador, que se ha quedado sin energía y sin ideas”, añadió.
De su parte, el líder del Partido Liberal-Demócrata, Ed Davey, afirmó que “la gente está cansada de las mentiras y las infracciones de Boris Johnson y es hora de que los parlamentarios conservadores hagan lo correcto finalmente y lo echen”.
Tras el voto de confianza ganado por Johnson el 6 de junio, el Partido Conservador no puede intentar otra acción de este tipo contra su líder durante un año. A menos que decidan cambiar las reglas. Además, el primer ministro será próximamente objeto de una investigación parlamentaria para determinar si mintió a sabiendas a los diputados cuando aseguró que no hubo fiestas en Downing Street. Engañar al Parlamento es normalmente motivo de dimisión y si Johnson se resiste una creciente rebelión entre sus filas podría presionarlo.