Londres. Boris Johnson prometió el miércoles “seguir adelante” con medidas para ayudar a los británicos a superar la crisis, pese a la amenaza de parálisis por una rebelión entre sus filas conservadoras que debilita a un primer ministro cernido por los escándalos.
“Tenemos la tasa de desempleo más baja desde 1974 y seguiremos haciendo crecer nuestra economía a largo plazo”, aseguró Johnson en su primera comparecencia ante la Cámara de los Comunes desde que el lunes sobrevivió a un voto de confianza interno de su partido.
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En un momento en que el disparado coste de la vida asfixia a muchas familias, se comprometió a crear “puestos de trabajo bien remunerados y altamente cualificados”. “Y hablando de trabajos, voy a seguir adelante con el mío”, subrayó ante el creciente número de diputados, en la oposición pero también en sus propias filas, que piden su dimisión.
Indignados por el escándalo del “partygate”, las fiestas celebradas en Downing Street durante los confinamientos del 2020 y el 2021, los diputados de la mayoría conservadora activaron el lunes un procedimiento que podría haberlo destituido. Johnson sobrevivió al obtener la confianza de 211 de sus 359 legisladores, pero los 148 que votaron en su contra mostraron que la revuelta no deja de crecer.
Buscando reconquistar el terreno perdido, el martes ya había prometido abordar los problemas que más preocupan a los británicos, empezando por una posible bajada de impuestos para aliviar la crisis provocada por una inflación histórica, del 9% interanual, que impone sacrificios y estrecheces a muchos británicos.
La sesión semanal de preguntas en la Cámara de los Comunes dio la temperatura del descontento entre los rebeldes, muchos de los cuales se abstuvieron de aplaudir cuando Johnson se enfrentó al líder de la oposición, el laborista Keir Starmer.
“Pretender que no se infringieron las reglas” anticovid con las fiestas “no funcionó, pretender que la economía está en auge no funciona y pretender construir 40 nuevos hospitales no va a funcionar tampoco”, fustigó Starmer. Si el primer ministro no logra reunificar a un partido profundamente dividido corre el riesgo de que los rebeldes obstruyan la acción de su ejecutivo en un nuevo intento de hacerlo caer.
‘Medidas populistas’
Las normas del partido establecen que se debe esperar un año antes de activar otro voto de confianza y sus responsables no parecen decididos a cambiarlas pese a la presión de algunos legisladores. Johnson, de 57 años, llegó al poder en agosto del 2019 a raíz de la dimisión de la también conservadora Theresa May que, pese a haber ganado un voto de confianza lanzado meses antes por su incapacidad para llevar a cabo el Brexit, quedó tan debilitada que se vio obligada a renunciar.
Después, se alzó triunfante con el mejor resultado electoral de su partido en 40 años en unas legislativas anticipadas celebradas en diciembre. Pero desde entonces, se multiplican los escándalos en torno a Johnson, desde la amiga íntima a la que concedió contratos a dedo cuando era alcalde de Londres hasta la lujosa renovación de su residencia oficial con dinero de un donante del Partido Conservador que este olvidó declarar en su totalidad.
Conocido por su talento para sortear las crisis, el primer ministro ha logrado mantenerse en el cargo defendiendo su trabajo, como el activo apoyo a la Ucrania invadida por Rusia, cuyo presidente, Volodímir Zelenski se congratuló el martes de la victoria de su aliado en el voto de confianza.
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La falta de un sucesor evidente, con su carisma y empuje, a la cabeza del partido también le ha favorecido. Pero su popularidad no deja de caer y una derrota conservadora en las legislativas parciales organizadas el 23 de junio en dos circunscripciones inglesas podría atizar la rebelión.
Johnson será además investigado en los próximos meses por una comisión parlamentaria que debe determinar si mintió a sabiendas cuando aseguró que no se habían infringido las reglas contra la covid-19 en sus oficinas. Según el código de conducta oficial, engañar al Parlamento debe ser motivo de dimisión.