Belfast. El primer ministro británico, Boris Johnson, se reunió este miércoles con los jefes de los principales partidos políticos de Irlanda del Norte, con el objetivo de calmar las preocupaciones sobre el futuro de la frontera irlandesa en caso de un brexit sin acuerdo.
Cuando la salida británica de la Unión Europea (UE) se haga efectivo, los 500 kilómetros que separan Irlanda del Norte de la República de Irlanda, miembro de la UE, se convertirán en la única frontera terrestre entre el bloque comunitario y el Reino Unido. Los temores, en ambas partes, se deben a la posible vuelta de una frontera física.
En sus últimos encuentros con los responsables políticos locales, Johnson reafirmó que "en ningún caso habría controles físicos o de infraestructuras en la frontera", indicó Downing Street.
Y ello, ni siquiera en caso de brexit sin acuerdo y, por tanto, sin la “salvaguarda irlandesa” prevista en el Acuerdo de Retirada concluido entre Bruselas y la ex primera ministra Theresa May.
Para Johnson, la “salvaguarda irlandesa está muerta”, por lo que quiere renegociar el acuerdo de salida sin este dispositivo, algo que la UE excluye. Si no lo logra, dice que su país saldrá de la UE el 31 de octubre, con acuerdo o sin este.
Tras haber reiterado que esperaba un gesto de la UE, el dirigente conservador envió el miércoles a David Frost, un consejero, para reclamar "en persona" en Bruselas "la abolición" de la salvaguarda irlandesa, según un portavoz.
Según una portavoz de la Comisión Europea, se reunirá con los asesores del presidente de esta, Jean-Claude Juncker, y del negociador europeo sobre el brexit, Michel Barnier.
Este mecanismo es un dispositivo de último recurso para asegurar que, si no se encuentra una solución mejor, no se vuelva a instaurar una frontera física entre Irlanda del Norte y la República de Irlanda.
Gracias a él se crearía un "territorio aduanero único" que incluiría a la UE y a Reino Unido, e Irlanda del Norte se mantendría en línea con una serie de reglas del mercado único europeo, como las normas sanitarias y los controles veterinarios.
La UE rechaza fijar una fecha límite, pero el mecanismo, en principio, solo debería estar en vigor de forma temporal y como último recurso, hasta que las dos partes encuentren otra solución.
Expectativas diferentes
Pero es precisamente uno de los principales puntos de discordia sobre el brexit, principalmente para el Partido Democrático Unido (DUP, unionista), un aliado indispensable de los conservadores en el Parlamento.
El DUP se opone a que Irlanda del Norte reciba un trato diferente al de Gran Bretaña, algo que considera que podría abrir la vía a la reunificación con Irlanda, su mayor pesadilla.
Un sueño, en cambio, para el Sinn Féin. “El brexit puso de manifiesto cuestiones fundamentales sobre la pertinencia y la durabilidad de la partición de nuestra isla”, declaró a la BBC la líder del partido nacionalista irlandés, Mary Lou McDonald.
El primer ministro irlandés, Leo Varadkar señaló el martes a Johnson que la salvaguarda es “necesaria”, incluso aunque en el futuro puedan plantearse “algunas soluciones alternativas”, si se demuestra su eficacia.
"Podemos hacerlo, tenemos todo tipo de soluciones tecnológicas para hacerlo", afirmó Johnson en la BBC.
Sobre la visita del primer ministro británico planeaba también el riesgo de un resurgimiento de la violencia en Irlanda del Norte.
“La frontera fue el punto de convergencia de numerosos actos de violencia durante el conflicto de Irlanda del Norte”, declaró en abril Gemma Clark, profesora de Historia en la Universidad de Exeter.
El conflicto de Irlanda del Norte enfrentó a los republicanos nacionalistas --católicos y partidarios de la reunificación de Irlanda-- con los unionistas --protestantes y partidarios de mantenerse en la Corona británica--. Dejó unos 3.500 muertos hasta que se alcanzaron los acuerdos del Viernes Santo de 1998.
La muerte en abril de la periodista Lyra Mckee en Londonderry, una ciudad situada en la frontera irlandesa, cuya responsabilidad reconoció el grupo disidente republicano Nueva IRA, alimentó aún más estos temores.
Asimismo, la visita de Boris Johnson a Belfast debería servir para fomentar una solución política para la provincia, que desde 2017 no tiene ningún Ejecutivo local.
"El primer ministro dijo a todas las partes que estaba determinado a llevar a buen puerto este proceso y que hará cuanto esté en su mano para lograrlo", declaró su portavoz.
Con su visita a Irlanda del Norte, Johnson cierra una gira que empezó en Inglaterra y lo llevó a Escocia y Gales, con el objetivo de promover la unión del país.