Edimburgo. Programa electoral en mano, los activistas van de casa en casa pidiendo el voto para el partido independentista escocés SNP, apostando porque el rechazo al brexit les dé la fuerza para reclamar un nuevo referendo soberanista tras el perdido en el 2014.
Dos veces por semana desde que el primer ministro británico, Boris Johnson, convocó elecciones legislativas anticipadas, Sonja Cameron reúne a su equipo de voluntarios para recorrer Bridge of Allan, pequeña localidad en el corazón de Escocia, con su campo de golf y sus tiendas de whisky.
Esta profesora universitaria de 55 años lleva tres décadas participando en las campañas de los nacionalistas.
Pero esta vez, asegura mientras los voluntarios ajustan gorros y bufandas contra un viento glacial y marcan su trayectoria por unas calles ya decoradas para Navidad, "la gente tiene mucha más energía porque cree que puede marcar la diferencia, especialmente aquí en Escocia".
El 12 de diciembre, el Partido Nacional Escocés (SNP) espera lograr la inmensa mayoría de los 59 escaños de la región en Westminster y tener así fuerza para reclamar un nuevo referendo sobre la independencia en el 2020.
Hace cinco años, esta nación autónoma de 5,4 millones de habitantes votó 55% por permanecer en el Reino Unido.
“Pero muchas cosas han cambiado desde entonces”, dijo Alyn Smith, el candidato nacionalista local al Parlamento británico.
Swinson has got a reeking bag of shite she drags about her and no amount of court action can hide it. En guarde!💪 #SNPManifesto pic.twitter.com/dZKNRpSwW1
— Ewan Sinclair 🏴🇪🇺 (@burdynumnum) November 27, 2019
El gran argumento contra la separación en el 2014 fue que esta dejaría a Escocia fuera de la Unión Europea (UE).
Sin embargo, dos años después, el referendo sobre el brexit giró las tornas: los escoceses se disponen ahora a salir de la UE con el resto del país pese a rechazarlo muy mayoritariamente (62%). Y España, que se oponía al reingreso en el bloque de una región independizada para no alentar a otras como Cataluña, cambió de opinión, siempre y cuando todo se haga de forma “legal”.
El brexit despertó sentimientos de frustración e incertidumbre, un creciente reclamo de que las decisiones se tomen aquí y no en Londres y el sueño utópico de un país mejor, dando argumentos al SNP para atraer a nuevos votantes.
“Ahora mucha gente considera la independencia de forma diferente, eso no significa todavía que estén a favor, pero están yendo en esa dirección”, aseguró Smith.
División en Escocia
Sin embargo, en una sociedad polarizada, donde los apoyos se dividen casi al 50-50 según los sondeos, los unionistas se oponen a una nueva consulta.
“Mucha gente está harta de la política y no quiere otro referendo”, expresó Richard Bath, redactor jefe de la revista Scottish Field, contrario a una independencia que, aseguró, haría a Escocia “exponencialmente más pobre”.
“Creo que el SNP debería concentrarse para esta elección solo en el brexit”, opinó en las calles de Bridge of Allan Jacqueline Coyle, una desempleada de 58 años que vota a esa agrupación, pero no quiere la secesión.
Aprendiendo de los errores del 2017, cuando pasó de 56 a 35 diputados, el partido ha optado por un mensaje amplio que no ahuyente a parte de su electorado: su eslogan de campaña es simplemente Stop Brexit.
Pero aunque logren un buen resultado, los independentistas no tienen asegurado que Londres acceda a sus demandas.
“A menos que el SNP gane los 59 escaños, lo que es muy, muy improbable, o gane más de 50% del voto en Escocia, lo que también es muy improbable, los otros partidos serán reacios a considerarlo como un mandato para un segundo referendo”, estimó el politólogo Malcolm Harvey, de la Universidad de Aberdeen.
Johnson se opone a una nueva consulta, así que los nacionalistas ponen sus esperanzas en un Parlamento fragmentado donde el Partido Laborista de Jeremy Corbyn necesite su apoyo para gobernar.
“En muchos sentidos es potencialmente el mejor resultado para Escocia porque nos daría una influencia y un poder significativo”, reconoció durante un mitin su líder y jefa del Gobierno escocés, Nicola Sturgeon. “No me gusta Jeremy Corbyn, pero tenemos que trabajar con lo que tenemos enfrente”.
Se impone, no obstante, la prudencia porque una segunda victoria del no apagaría el debate, como ocurrió en Quebec en 1995, advirtió Harvey: antes de una nueva consulta, los independentistas deben “asegurarse de que se dan las condiciones para la victoria”.
“Las condiciones actuales, Escocia viéndose arrastrada fuera de la UE contra su voluntad, serían ciertamente favorables”, afirmó, “pero si bastarían para volcar a la gente al campo independentista es difícil de saber”.