Washington. Estados Unidos y China lanzaron el viernes lo que Pekín llamó “la mayor guerra comercial en la historia económica”, con la imposición recíproca de aranceles por miles de millones de dólares en bienes en medio de una disputa creciente sobre tecnología.
El gobierno estadounidense busca castigar a China por tácticas de desarrollo que según Estados Unidos incluyen robar tecnología o presionar a las empresas extranjeras a entregarla.
A las autoridades de Estados Unidos les preocupa que el liderazgo industrial del país se vea erosionado por los planes chinos de crear avances tecnológicos en campos que incluyen robótica, biotecnología e inteligencia artificial.
A partir del primer minuto del viernes 6 de julio, Washington impuso aranceles de 25% a bienes importados de China valorados en $34.000 millones, el primero de una serie de posibles incrementos que podrían afectar hasta $550.000 millones en importaciones de China, más de la mitad de lo que el país asiático envió a Estados Unidos el año pasado.
La primera ronda apunta a los bienes industriales chinos, no a los productos de consumo, en un intento por limitar el impacto en los hogares estadounidenses, pero las empresas que dependen de componentes o maquinaria china al final tendrán que trasladar el costo a los clientes.
A las 12 a. m. de Washington entraron en vigor los derechos aduaneros punitivos decididos por el presidente estadounidense Donald Trumpy que incluyen automóviles, discos duros o componentes de aviones.
El Ministerio de Exteriores de China dijo este viernes que también entraron en vigor los “aranceles en represalia”, pero no dio más detalles. El diario oficial People’s Daily informó que los impuestos se impusieron a una lista de bienes difundida el mes pasado que incluía soya, carne de cerdo y vehículos eléctricos.
Los agricultores de soya están particularmente preocupados porque el precio de su producto ha caído 17% en los últimos meses ante el temor de los aranceles.
Advertencias
Washington “ha iniciado la mayor guerra comercial en la historia económica”, aseguró el Ministerio de Comercio en un comunicado. Durante una visita oficial a Bulgaria, el primer ministro chino y segundo al mando en el gobierno, Li Keqiang, dijo que “nadie gana peleando en una guerra comercial; sin embargo, China tomará las medidas en respuesta para enfrentar decisiones unilaterales”.
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"Si un país quiere aumentar los aranceles, China responderá para defenderse. Una guerra comercial no beneficia a nadie porque perjudica al comercio libre y al proceso multilateral", declaró Li en Sofía, donde asiste a una cumbre con 16 países de la Unión Europea (UE) y de los Balcanes.
China acusó además a Washington de lanzar "la mayor guerra comercial de la historia económica" con la imposición de estos nuevos aranceles y denunció que "Estados Unidos ha violado las reglas de la Organización Mundial del Comercio (OMC)".
Las empresas temen que la disputa desacelere el crecimiento de la economía global, pero los mercados financieros asiáticos reaccionaron con calma a los acontecimientos del viernes.
El principal índice bursátil de Japón, el Nikkei 225, ganó un 1,1%, mientras que el Shanghai Composite Index subió un 0,5% y el Hang Seng de Hong Kong, sumó un 0,5%.
El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, dijo a los reporteros el jueves que en dos semanas se aplicará una nueva alza a los bienes importados de China por un valor adicional de $16.000 millones.
Después de esto, las hostilidades podrían intensificarse: Trump dijo que Estados Unidos está listo para gravar importaciones chinas valoradas en $200.000 millones adicionales –y después $300.000 millones más– si Pekín no cede a las demandas de Washington.
Esto podría elevar el total de bienes chinos afectados a $550.000 millones, más de los $506.000 millones que exportó a Estados Unidos el año pasado.
Fracasos
La entrada en vigor de estos aranceles marca el fracaso de meses de negociaciones entre las dos mayores economías del mundo y ocurre en momentos en que importantes voces de la industria alertan sobre las consecuencias internas en Estados Unidos.
El año pasado, el déficit comercial de Estados Unidos con China alcanzó nada menos que $372.200 millones, una cifra que desata la ira de Trump.
Cuando la entrada en vigor de estos nuevos aranceles estadounidenses ya se encontraba en el conteo regresivo, el jueves la Reserva Federal (el banco central estadounidense) alertó que una inminente guerra comercial es una "nube negra en un cielo azul" para la economía local.
En la visión de la Fed, las incertidumbres generadas por los aranceles y políticas comerciales restrictivas pueden socavar las inversiones y la confianza de las empresas.
En este sentido, un sondeo con firmas industriales confirmó el jueves que las empresas ya no esconden su preocupación ante la guerra comercial del presidente.
El inicio de esta guerra también confirmaría la ampliación del foso que separa a Trump de su partido, el Republicano, que tradicionalmente defiende el libre comercio.
La influyente Cámara Estadounidense de Comercio, el mayor órgano de cabildeo corporativo, admitió esta semana que represalias de China, Canadá, México y la Unión Europea, entre otros, ya afectan a $75.000 millones de exportación estadounidense.