Washington. El primer ministro de Israel, Benjamín Netanyahu, firmó este martes con Emiratos Árabes Unidos y Baréin acuerdos históricos que alteran los equilibrios en Oriente Medio, bajo la égida del presidente estadounidense, Donald Trump, interesado en mostrarse como un “pacificador” a siete semanas de las elecciones en las que buscará un segundo mandato.
“Tras décadas de divisiones y conflictos, somos testigos del amanecer de un nuevo Oriente Medio”, dijo el mandatario republicano durante una ceremonia con gran pompa en la Casa Blanca.
Trump afirmó que “cinco países o seis países” adicionales seguirían “muy pronto” el ejemplo de los dos Estados del Golfo, sin precisar cuáles.
Junto a él, el primer ministro israelí, Benjamín Netanyahu, calificó esos acuerdos de “hito de la historia” y afirmó que el entendimiento logrado en Washington podría "acabar con el “conflicto árabe-israelí de una vez por todas”.
Por medio del acuerdo impulsado por Trump, Israel establece formalmente relaciones diplomáticas con esos dos países árabes, en el primer logro de ese tipo desde los tratados de paz con Egipto (1979) y Jordania (1994).
Ante una asistencia numerosa a pesar de la pandemia, el gobernante israelí no ahorró elogios hacia su “amigo” Trump, antes de dirigirse, en árabe, a sus nuevos interlocutores: “Salaam Alaikum” (“que la paz esté con ustedes”).
Sin embargo, no hizo mención a los palestinos, los grandes ausentes del evento, aunque los ministros de Baréin y Emiratos Árabes Unidos recordaron su causa.
El ministro emiratí de Relaciones Exteriores, Abdalá bin Zayed al Nahyan, celebró “un cambio en el corazón de Oriente Medio” y agradeció personalmente a Netanyahu “por haber elegido la paz y haber detenido la anexión de territorios palestinos”, aunque el dirigente israelí afirma que solo se ha aplazado esa medida.
El jefe de la diplomacia de Baréin, Abdel Latif al Zayani, defendió claramente, por su parte, una “solución de dos Estados” para poner fin al conflicto entre Israel y los palestinos.
Netanyahu firmó acuerdos bilaterales con ambos ministros, antes de una declaración conjunta firmada por los tres hombres y el presidente estadounidense. Pero en la época del coronavirus no hubo apretón de manos para inmortalizar el momento.
Intereses comunes
Emiratos y Baréin, dos monarquías sunitas, tienen en común con Israel la animosidad hacia Irán, que también es el enemigo número uno de Estados Unidos en la región.
Desde hace años, numerosos Estados árabes petroleros mantienen discretos vínculos con autoridades israelíes, pero esta normalización de relaciones ofrece muchas oportunidades, especialmente económicas, a países que buscan superar los perjuicios causados por la pandemia.
“Es un logro de primera clase”, afirmó David Makovsky del centro de estudios Washington Institute for Near East Policy.
Según él, para Netanyahu eso “no implica la misma asunción de riesgos” que los que afrontó Menahen Begin “cuando le dejó el Sinaí” a Egipto en 1979 o Isaac Rabin, cuando accedió en 1993 a negociar con Yaser Arafat la creación de un Estado palestino.
La “visión para la paz” presentada a comienzos de año por Trump, que apuntaba a resolver el conflicto palestino-israelí, está aún lejos de haber alcanzado el éxito. La Autoridad Palestina la rechaza y le niega a Trump el papel de mediador por haber tomado decisiones favorables a Israel.
Los palestinos, que dicen haber recibido “una puñalada en la espalda” por parte de esos países que pactaron con Israel sin esperar el nacimiento de su Estado, convocaron manifestaciones para este martes.
Decenas de militantes palestinos se reunieron delante de la Casa Blanca durante la firma de los acuerdos para protestar.
Cambio de enfoque
El gobierno de Trump siempre ha dicho que quiere transformar la región acercando a Israel y los árabes hacia una suerte de alianza contra Irán. Estos acuerdos perfilan un cambio de época y parecen relegar a un segundo plano la cuestión palestina, como esperaba la Casa Blanca.
El ministro de Estado emiratí para las Relaciones Exteriores, Anwar Gargash, afirmó que se necesitaba “un avance estratégico” porque “el enfoque de los árabes que consiste en no tener contacto con Israel” no ha “ayudado las aspiraciones del pueblo palestino”.
Según Makovsky, Oriente Medio pasa a ser “una nueva región” en la cual, en un hecho inusitado, la Liga Árabe se negó a condenar la decisión de las dos monarquías del Golfo.
“Los palestinos quieren esperar hasta ver qué pasa en las elecciones estadounidenses, pero cuando la polvareda se asiente deberán repensar su posición”, estimó.
Los acuerdos son una victoria para Netanyahu y aproximan a Israel a su objetivo de ser aceptado en la región.
Para Trump, quien hasta ahora tenía pocos resultados diplomáticos que ofrecer a los electores, los acuerdos son un éxito reconocido hasta por sus adversarios demócratas.
Desde el acuerdo israelí-emiratí alcanzado el 13 de agosto, seguido por el logrado con Baréin la semana pasada, el bando republicano de Trump no ha escatimado superlativos para elogiar su acción y hasta creen que pueden hacerlo merecedor del Premio Nobel de la Paz.
Pese a todo, ya han surgido divergencias sobre las condiciones que rodean el acuerdo con Emiratos.
Trump afirmó el martes que no tendría “ningún problema” en vender aviones de combate F-35 a Emiratos Árabes Unidos, un caza que desde hace tiempo Abu Dabi quiere tener para convertirse en una potencia militar regional.
Pero a esa venta se opone Israel, el único país de la región que posee estos cazas estadounidenses, y que presiona para mantener su abrumadora ventaja tecnológica frente a sus vecinos árabes.