Ecuador pasó de ser uno de los países más pacíficos de la región a estar en la parte alta de la lista de naciones más violentas de Latinoamérica en un lapso de seis años.
Con desidia y/o complicidad, esta nación sudamericana pasó a ser un narcoestado en donde las autoridades no respondieron a tiempo para detener el paso acelerado con el que las bandas criminales tomaron el control del país.
El año 2022 fue el año más violento en la historia de Ecuador con 4.426 muertes violentas, titularon los medios de comunicación en ese momento. Nadie aplicó una política de seguridad para evitar que a finales del año 2023 los encabezados fueran los mismos, con una cifra sorprendente de 7.592 homicidios.
Desde el año 2017, cuando el país tuvo una cifra de cinco homicidios por cada 100.000 habitantes, Ecuador tenía claro que sostener esas cifras eran todo un reto y hoy parece que es un tema del pasado.
Entre el 2016 y el 2022, las pandillas cuadruplicaron la tasa nacional de homicidios, lo que llevó al país al caos.
“El año anterior se asesinaron 21 personas por día y hasta el 8 de enero de este año el promedio subió a 28. Ecuador es el país de la región con el crecimiento más rápido e impresionante en el índice de homicidios”, dijo a La Nación Fernando Carrión, del departamento de Estudios Políticos de la Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales (Flacso), en Ecuador.
Además, otros índices también se dispararon. Los secuestros pasaron de 40 casos en el 2022 a 122 en el 2023. Las muertes violentas en menores de edad se elevaron de 204 hechos a 342.
Daniel Pontón, especialista en crimen organizado, menciona que este llegó hasta donde las autoridades lo permitieron.
“Los otros gobiernos tuvieron temores a las reacciones que las bandas criminales podrían tener si se reaccionaba, dejaban el tema ahí… eso provocó que los grupos delincuenciales crecieran en sus operaciones y también cada vez más se infiltraron en las instituciones del Estado. Incluso, hasta altas esferas de la policía y la justicia”, detalló Pontón.
Corrupción hizo metástasis en el aparato estatal
Diana Salazar, fiscal general en Ecuador, dio el paso para dar a conocer el caso Metástasis, en el que 31 personas fueron señaladas como parte de un entramado de corrupción para favorecer al narcotraficante Leandro Norero, quien fue asesinado en la cárcel de Latacunga en octubre del 2022. Entre esas personas figuran nombres como el de Wilman Terán, presidente del Consejo de la Judicatura. Además, de jueces, exjueces, policías, oficiales penitenciarios y abogados.
“Diana Salazar es valiente. Todo lo sucedido en estos días en Ecuador es el resultado de un largo proceso de relación entre el crimen organizado y la política del país. La fiscal decidió denunciar cómo la corrupción llegó a la cúpula de los cargos públicos”, explicó Patricio Haro, coronel en retiro del Ejército de Ecuador.
Bandas y cárteles actúan con violencia
Los Choneros y los Lobos son las principales bandas que operan en el país, aunque al menos tres más también tienen relevancia en el tráfico local y en materia de sicariato.
Estos grupos delincuenciales tienen influencias del Cartel de Jalisco Nueva Generación y del Cartel de Sinaloa (ambos mexicanos).
La ubicación geográfica de Ecuador, lo convirtió en un país apetecido para el crimen organizado. Está en medio de las dos potencias en la producción de la hoja de coca, Colombia y Perú. Además, sus puertos son puntos importantes para la exportación de narcóticos hacia Europa. Por esa razón, traficantes albaneses tienen una fuerte influencia sobre Guayaquil.
“Las zonas costeras son los puntos en los que las autoridades perdieron terreno. El Ecuador está dividido en tres regiones naturales: la costa, la sierra y oriente, el área costera y de la amazonía son áreas calientes, están tomadas por el crimen organizado. La zona del Amazonas porque por ahí ingresa la hoja de coca y/o la cocaína, y los puertos para la exportación del producto. En esas zonas el ambiente es de terror”, detalló Haro.