Buenos Aires. Argentina ingresó en territorio político desconocido con el triunfo del “primer presidente liberal libertario de la historia de la humanidad”, según las palabras de Javier Milei en su discurso de victoria. ¿Qué llevó a los argentinos a respaldar masivamente una opción política construida en apenas dos años?
¿Cómo se conformó su electorado?
Con la promesa de derribar el statu quo, el ultraliberal de 53 años, popularizado como excéntrico panelista de televisión, atrajo inicialmente a los varones jóvenes.
Era el cierre de una década que vio nacer movimientos como “Ni una menos” en contra del femicidio, la lucha por el aborto y el cuestionamiento de la masculinidad tradicional.
Su atractivo radicaba en “la promesa de que su estilo iconoclasta indicaba un enfoque radicalmente nuevo hacia el liderazgo”, según Benjamín Gedan, del centro de estudios Wilson Center de Washington.
A lo largo de la campaña, Milei atrajo a un electorado cada vez más amplio que anhelaba renovación y cambio radical.
El 55% de votos que obtuvo respecto a su rival, el peronista Sergio Massa (44%), “no tuvo nada que ver con el voto histórico de Milei”, destacó el analista político Carlos Germano.
Esta vez, “el corte fue transversal tanto a nivel etario como socioeconómico y de sexo”, agregó el experto.
¿Con quién confrontó?
Con su estilo belicoso, Milei encontró eco en un electorado que rechaza de forma virulenta al kirchnerismo, corriente liderada por la actual vicepresidenta y dos veces mandataria Cristina Kirchner, condenada por corrupción.
Salvo en el intervalo en que gobernó el liberal Mauricio Macri (2015-2019).
“Entre la continuidad y el riesgo, la sociedad optó por esto último”, dijo Rosendo Fraga, director del Centro de Estudios Unión para la Nueva Mayoría.
El repudio a los dirigentes tradicionales, y al kirchnerismo en particular, se manifestó en los lemas “la casta tiene miedo” y “Cristina tiene miedo”, coreados por los simpatizantes de Milei la noche de este domingo.
Oscar Sario, un jubilado de 68 años, opinó que “quedó demostrado que la mayor parte de los argentinos quieren un cambio. Lo votó mucha gente que tal vez no concuerda tanto con él pero que sí que quiere un cambio”.
Por esto, la victoria de Milei “tiene que ver con la decadencia de la dirigencia política argentina, que cada vez fue más endogámica y le costó mucho más mirar las preocupaciones de una sociedad extenuada y que no podía proyectar un futuro”, explicó Germano.
LEA MÁS: Javier Milei define sus primeras medidas de gobierno en Argentina
¿Y la economía?
Para Massa era cuesta arriba convencer a los argentinos de que pondría orden a la economía, siendo el ministro bajo cuya gestión la inflación llegó a 143% anual y la pobreza a 40%.
“El electorado no le perdonó al gobierno el fracaso económico-social”, estimó Fraga.
Según Benjamín Gedan, los votantes estaban menos atraídos por Milei que repelidos por Massa: así arrasó el “voto bronca (rabia)” de los argentinos.
“Milei dio voz a la rabia ferviente en Argentina hacia un sistema político que generó una serie aparentemente interminable de crisis, imponiéndole a la población dificultades económicas y una inflación constante”, explicó.
¿Quién lo apoyó?
Milei era considerado por muchos como un candidato inviable hasta que, tras la primera vuelta de octubre, el expresidente Macri lo respaldó y con ello le otorgó mayor consistencia y volumen político, según Germano.
El propio Macri se esforzó por hacer más presentable la figura del libertario. “Hay cosas en lo que él plantea que son extremas”, señaló en una charla la semana pasada en el Wilson Center. “Y él tendrá que negociar en el Congreso porque no tiene los votos suficientes (...), con lo cual él no reviste ningún peligro”.
¿Nuevo estilo de campaña?
Milei se dio a conocer como panelista televisivo, y clips de sus intervenciones llegaron a las redes sociales, donde se viralizó y alcanzó a los jóvenes.
Así, llevó a cabo su campaña en Twitter, Instagram y TikTok y se alejó de los formatos tradicionales, sacudiendo la manera de hacer campaña en el país.
“Fue una lucha entre la antigua forma de comunicación en medios tradicionales y vallas publicitarias, con fondos estatales, frente a una forma más orgánica de comunicarse a través de nuevos medios”, estimó Ana Iparraguirre, del centro de análisis GBAO Strategies.