Managua. El presidente de Nicaragua, Daniel Ortega, está a punto de confirmar este domingo un cuarto mandato consecutivo tras 14 años en el poder, concluidas unas controvertidas elecciones en las que no tuvo una real competencia, con siete aspirantes opositores detenidos.
Las urnas (13.459 en total) cerraron a las 6 p. m. locales, tras 11 horas de votación, en una jornada reguardada por 30.000 militares y policías y que transcurrió sin entusiasmo ni incidentes, con la oposición clamando un enorme abstencionismo y el oficialismo una gran participación. El material electoral se transportó en autobuses y empezó a llegar a los centros de cómputo después de las 8 p. m.
Apenas cerradas la urnas, el presidente de Estados Unidos, Joe Biden, calificó de “farsa” las elecciones, mientras que el presidente de Venezuela, Nicolás Maduro, felicitó a su aliado Ortega ante su predecible victoria y reiteró que “Nicaragua tiene quien la defienda”.
Ortega, quien llegó al poder por las urnas en 2007 y el jueves cumplirá 76 años, asumirá, previsiblemente, otros cinco años como presidente, a la cabeza del Frente Sandinista de Liberación Nacional (FSLN, izquierda), junto a la poderosa Rosario Murillo (70), su esposa, candidata a la vicepresidencia por segunda vez.
El exguerrillero sandinista, quien también gobernó el país en los años 1980 luego de que el FSLN derrocara en 1979 al dictador Anastasio Somoza, enfrentó a cinco candidatos derechistas, desconocidos y tachados de colaboradores del gobierno.
El ganador no ha estado en duda, pero como la oposición llamó a no votar, se desconoce el nivel de participación de los 4,4 millones de electores llamados a elegir también a 90 diputados de un Congreso que, igual que todos los poderes del Estado, está bajo control del Ejecutivo.
El Consejo Supremo Electoral (CSE) no ha dado ninguna estimación de votación y anunció que habrá resultados hacia la medianoche.
‘Terroristas y demonios’
Los comicios, considerados no democráticos por la comunidad internacional, se celebraron tres años y medio después de las protestas de 2018 que exigieron la renuncia de Ortega y cuya represión dejó al menos 328 muertos y más de 100.000 exiliados, sumiendo a este país centroamericano de 6,5 millones de habitantes en una profunda crisis política.
Acercándose los comicios, en una ofensiva contra la oposición que comenzó en junio, fueron ilegalizados tres partidos. Siete aspirantes presidenciales y otros 32 activistas sociales, políticos, empresarios y periodistas fueron detenidos, sumándose a unos 120 opositores que aún están presos desde 2018.
Tras votar junto a su esposa, Ortega arremetió contra los opositores y justificó las detenciones. “Estaban conspirando, no querían que se realizaran estas elecciones (...) Son demonios que no quieren la paz”, aseveró, tras calificarlos de “terroristas”.
Con base en leyes aprobadas a finales del 2020, los detenidos están acusados de atentar contra la soberanía, promover sanciones internacionales, “traición a la patria” o “lavado de dinero”, como es el caso de la aspirante opositora favorita, Cristiana Chamorro, hija de la expresidenta Violeta Barrios (1990-1997) y quien está en arresto domiciliario.
‘¡Nicaragua libre!’
El FSLN se movilizó casa por casa para llamar a votar, mientras que el Centro Nicaragüense de Derechos Humanos (Cenidh) denunció que existe temor y un control social que intimida a la gente a la hora de votar.
Varios sacerdotes católicos también pidieron a sus fieles quedarse en casa y no participar de la “farsa electoral”.
“Nadie de mi familia fue a votar. Esto fue una burla para los nicaragüenses”, dijo a la AFP la dueña de una tienda de abarrotes, de 49 años, quien pidió ocultar su nombre “por temor”.
Pablo de Jesús Rodríguez, de 26 años, quien se gana la vida como carpintero y albañil, votó en el centro José de la Cruz Mena: “El presidente ha hecho buenas cosas por nuestro país”, afirmó.
Ortega es señalado por sus críticos de “nepotismo” y de instaurar una “dictadura”. Él acusa a los opositores de “golpistas” apadrinados por Washington.
En Estados Unidos y Costa Rica, donde se refugian miles de exiliados, hubo protestas. Unos 1.000 nicaragüenses marcharon en San José agitando banderas de su país y cantando “¡Viva Nicaragua libre!”.
“Estamos buscando que esa pareja diabólica (Ortega y Murillo) se vaya del país y vuelva la democracia”, dijo Marcos Martínez, uno de los manifestantes.
Comunidad internacional desconoce la elección
La comunidad internacional, encabezada por Estados Unidos y la Unión Europea (UE), descalificó previamente los comicios. Biden, cuyo país al igual que la UE sancionó al círculo íntimo de Ortega, firmará un arsenal de medidas bajo la ley RENACER, para aumentar la presión sobre el gobierno de Ortega.
“Le vendieron el alma al imperio hace rato, viven de rodillas pidiendo sanciones contra Nicaragua”, dijo Ortega este domingo, al referirse a los opositores.
La situación en Nicaragua se debatirá esta semana en la Asamblea General de la Organización de los Estados Americanos (OEA), que podría suspender al país del bloque regional. Analistas advierten que un aislamiento empeorará la situación socioeconómica y dispará la migración.
Unos 200 “acompañantes electorales” y decenas de periodistas de países que el gobierno considera “amigos”, como Rusia, fueron acreditados. Según el observatorio independiente Urnas Abiertas, son “simpatizantes sandinistas” que reemplazan la observación internacional de la OEA o la UE y a medios internacionales.