Tegucigalpa. Honduras elige el domingo un nuevo presidente en comicios marcados por la corrupción y el narcotráfico, que tocan hasta las más altas esferas de poder, además del temor ciudadano de que un resultado apretado genere choques violentos. “Esperamos que haya unas elecciones en paz, que no haya problemas y que todo sea transparente, que cada quien (candidatos), si ganó, gracias a Dios, y si no, también”, dijo Delia Flores, una vendedora de comida en una plaza del centro de Tegucigalpa.
Su temor no es gratuito. En el 2017, una cuestionada reelección de Juan Orlando Hernández desató enfrentamientos con represión policial, que dejaron poco más de 30 de muertos. A punto de dejar el poder, Hernández ha sido señalado en un tribunal en Estados Unidos, donde su hermano cumple cadena perpetua por narcotráfico, de ser cómplice de ese delito, cargo que rechaza.
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Quien lo suceda deberá luchar contra la pobreza que afecta a poco más de la mitad de los 10 millones de habitantes y que obliga, a muchos jóvenes, a migrar irregularmente a Estados Unidos en busca de empleo. “Esperamos que el próximo presidente dé trabajo, educación, que ayude a la gente pobre a salir adelante y ojalá no haya disturbios (...). Nosotros somos los afectados”, considera Wilson García, vendedor de verduras en un mercado capitalino.
Izquierda versus derecha
El Partido Nacional (PN, derecha), en el poder desde el 2010, espera seguir al mando, ahora a través de su candidato, el actual alcalde de Tegucigalpa, Nasry Asfura. “Después de una docena de años de gobierno del Partido Nacional, marcados por la corrupción y la criminalidad generalizadas, la mayoría de los hondureños están descontentos con el estatus quo y parecen estar buscando un cambio”, consideró Michael Shifter, presidente de Diálogo Interamericano. Asfura no está envuelto en narcotráfico aunque es investigado por malversar fondos públicos.
Su principal contendora es Xiomara Castro, del partido Libertad y Refundación (Libre, de izquierda). Podría ser la primera mujer en gobernar Honduras. Es esposa de Manuel Zelaya, presidente derrocado en el 2009 por girar a la izquierda y aliarse con el chavismo. Aunque no se permite divulgar encuestas en esta fase de la elección, Libre asegura tener un sondeo que ubica a Xiomara con amplia ventaja.
“Pero no se debe subestimar la maquinaria del Partido Nacional, se puede esperar que muchos intereses poderosos hagan lo que puedan para impedir que Castro tome las riendas del país”, considera Shifter. En la conservadora Honduras, el Partido Nacional ha atacado las propuestas de Castro relacionadas a la legalización del aborto y al matrimonio entre personas del mismo sexo.
EE. UU. pide voto limpio
En el 2017, una cuestionada interpretación a la Constitución permitió a Hernández postular a la reelección. El día de los comicios, el sistema de conteo de votos falló más de 600 veces, en momentos en que su principal contendor, el presentador de televisión Salvador Nasralla, iba adelante, al 60% del escrutinio. Tras las fallas, Hernández ganó por un estrecho margen y se armaron las protestas. Ahora Nasralla completa la fórmula presidencial junto a Xiomara.
Esta semana Washington envió a Honduras al jefe de su diplomacia para América Latina y el Caribe, Brian Nichols, a pedir elecciones “transparentes y pacíficas”. Estados Unidos es el mayor socio comercial de Honduras. “La administración de Joe Biden está presionando por un voto limpio y justo (...). Quiere evitar una repetición del 2017″, con una crisis que puede provocar más migración hacia Estados Unidos, dice Shifter.
¿Qué pasará?
Si Castro ganara por un pequeño margen, “el Partido Nacional alegará fraude y eso podría ser peligroso para la estabilidad del país”, dijo el analista Víctor Meza, director de la Organización No Gubernamental (ONG) Centro de Documentación de Honduras. En tanto, si Asfura gana, no importa cuánto, “la oposición derrotada no lo aceptará y exigirá un recuento de votos por voto o nuevas elecciones”, agregó. Meza cree que un triunfo de Castro por amplio margen, tendría más opciones de ser aceptado.
Estado degradado
En esta contienda participan 13 candidatos, uno de los cuales fue detenido, señalado por narcotráfico y homicidios. Otro de los postulantes es Yani Rosenthal, del Partido Liberal, quien pasó tres años en una cárcel de Estados Unidos por lavar dinero del narcotráfico.
En el 2020, el Congreso disolvió la Misión Contra la Corrupción y la Impunidad (Maccih) de la Organización de los Estados Americanos (OEA) y aprobó un nuevo código Penal, que rebaja las sentencias para casos de corrupción y tráfico de drogas. Varias figuras políticas estaban siendo investigadas por la MACCIH. El primer desafío es “reconstruir el tejido institucional democrático el país (...). Honduras es un estado degradado, parcialmente cooptado por el crimen organizado”, dijo Meza.
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🇭🇳"Profunda preocupación por violencia política. Los hondureños tienen derecho a elegir a sus dirigentes sin sentirse inseguros, coaccionados o con miedo - @mbachelet pide a las autoridades que garanticen que las elecciones del domingo sean pacíficas, transparentes y auténticas." https://t.co/PAJXZcwaML
— ONU Honduras (@ONUHonduras) November 23, 2021