La Paz. Jeanine Áñez, la senadora de derecha que el martes se proclamó presidenta interina de Bolivia tras la renuncia de Evo Morales, exhibió orgullosa no una sino dos biblias al estrenarse en el cargo, prueba de la pujanza de los cristianos en el escenario político boliviano.
“Dios ha permitido que la Biblia vuelva a entrar a palacio. Que Él nos bendiga”, dijo mientras ingresaba a la sede presidencial en La Paz, blandiendo un antiguo ejemplar de los cuatro evangelios entre gritos de “¡Gloria a Dios! ¡Gloria a Dios!”.
Con la banda presidencial ya cruzada en el pecho, Áñez exhibió una biblia más pequeña de tapas rosadas al saludar desde el balcón del palacio Quemado.
Hasta la llegada de Morales al poder en el 2006, era usual en Bolivia que los funcionarios juraran sus cargos “por Dios y la Patria” ante una Biblia, y se persignaran.
Pero Morales, un líder indígena izquierdista y admirador de Ernesto Che Guevara, un ateo confeso, dejó de lado esos rituales con halo cristiano.
En este Estado laico desde la Constitución del 2009, los nuevos funcionarios comenzaron a expresar su compromiso con el puño izquierdo en alto y la mano derecha en el pecho, aunque no era obligatorio. Ya no hubo menciones a Dios.
Y aunque Morales se declaró alguna vez “católico de base”, nunca ocultó su animadversión al cristianismo, al que acusó de promover la matanza de nativos en la Colonia, ante el malestar de los creyentes.
A Dios rogando...
Pero desde las cuestionadas elecciones del 20 de octubre, en las que la oposición denunció un “fraude” de Morales para perpetuarse en el poder, el libro sagrado de los cristianos ha estado en el candelero político.
Fue Luis Fernando Camacho, presidente del Comité Cívico de la próspera región de Santa Cruz, bastión de la oposición, quien anunció que llevaría las Sagradas Escrituras a la casa de gobierno para forzar la salida de Morales, quien se había declarado ganador de los comicios.
“No estoy yendo con las armas, voy con mi fe y mi esperanza; con una Biblia en la mano derecha y su carta de renuncia en mi mano izquierda”, manifestó Camacho, en un mitin el lunes 4 de noviembre a los pies del monumento del Cristo Redentor en Santa Cruz de la Sierra.
Con sus rogativas para enfrentar a Morales, Camacho analizó el apoyo de católicos y evangélicos, un sector que sacó cabeza en Bolivia en las recientes elecciones.
El dirigente cumplió su cometido el domingo pasado, cuando entró al palacio Quemado para colocar de rodillas una Biblia en el salón principal, sobre una bandera boliviana.
Histriónico, elocuente y fundamentalista, Camacho fue clave para propiciar la partida de Morales, al impulsar movilizaciones callejeras a las que siguieron un motín policial y la decisión de las Fuerzas Armadas de abandonar a su suerte a su comandante en jefe.
Pastor coreano
Si bien Bolivia es predominantemente católica, los evangélicos cobraron más impulso a nivel político en estas elecciones, con el candidato presidencial coreano nacionalizado boliviano Chi Hyun Chung, quien es pastor presbiteriano.
Aspirante a la Presidencia por el Partido Demócrata Cristiano (PDC), Chi reemplazó en agosto al exmandatario socialdemócrata Jaime Paz Zamora, quien renunció tras recoger una intención de voto por debajo de 1%.
Radical en su rechazo hacia los homosexuales y el aborto, el pastor Chi comenzó a subir como la espuma en las encuestas, hasta ganar sorpresivamente el 8,8% en los comicios, ubicándose tercero detrás de Morales y del expresidente centrista Carlos Mesa.
El analista César Cabrera señaló que este outsider captó el voto castigo y supo atraer a jóvenes descontentos. “El fenómeno Chi” refleja que hay bolivianos “conservadores y machistas”, opinó.
Una encuesta del diario Página Siete mostró en setiembre que 74,9% de los bolivianos eran católicos y 17,9% evangélicos.