Kabul. Las embajadas afganas en todo el mundo, que se han negado a reconocer al régimen talibán, luchan por mantenerse a flota y enfrentan la creciente presión de Kabul para aceptar sustitutos leales al gobierno.
Ninguno de los cerca de 60 embajadores, cónsules o jefes de misión del país, designados por el antiguo gobierno del depuesto presidente Ashraf Ghani, han aceptado servir bajo el grupo islamista desde que tomó el poder en agosto pasado. El gobierno talibán no ha sido reconocido formalmente por ningún país y la comunidad internacional debate cómo lidiar con las nuevas autoridades mientras ayuda a los afganos a enfrentar una crisis económica y humanitaria.
LEA MÁS: Un 8 de marzo silencioso para las afganas, bajo la mirada talibana
“Estamos en una situación muy desafortunada, pero debemos continuar operando en esas circunstancias difíciles”, comentó Youssof Ghafoorzai, el embajador ante Noruega. “Las embajadas aún desempeñan un papel muy importante en tratar de obtener toda la ayuda humanitaria posible. Pero también (ayudar) con las discusiones políticas (...) para estabilizar la situación”, agregó.
La ayuda y las reservas monetarias, congeladas por la comunidad internacional tras la llegada de los talibanes al poder, llegan lentamente al país, que depende casi por completo de las donaciones. Aunque Ghafoorzai y sus colegas no han tenido contacto con el nuevo régimen y el personal no ha recibido salario durante meses.
La embajada afgana y sus consulados en Estados Unidos cerrarán la próxima semana. “La embajada afgana y los consulados enfrentan una severa presión financiera. No tienen acceso a sus cuentas bancarias”, aseguró una fuente del departamento de Estado de Estados Unidos.
La embajada y Washington han hecho arreglos para un “cierre ordenado para resguardar la propiedad de la misión diplomática en Estados Unidos hasta que pueda reanudar las operaciones”, indicó el funcionario. Los embajadores afganos en todo el mundo han tenido que reducir drásticamente sus actividades, bajar sus facturas eléctricas y gastos en alimentos, incluso mudarse a espacios menores.
También han aumentado las tarifas consulares para generar ingresos. “La embajada no está recibiendo fondos o ayuda financiera de Kabul”, manifestó Farid Mamundzay, embajador en Nueva Delhi. “En ausencia del necesario apoyo financiero y con la falta de recursos, no hemos podido pagar los salarios del personal durante meses y tuvimos que reducir los gastos de la misión al mínimo”, explicó.
Además, no está claro hasta cuándo serán reconocidas las visas y certificados emitidos por las embajadas restantes, ya sea por los talibanes o la comunidad internacional. Los pasaportes nuevos emitidos en Kabul aún designan al país como República Islámica de Afganistán, pero las autoridades han advertido a los periodistas que llegan con visas emitidas por la embajada en Dubái que podrían no ser reconocidas en el futuro.
De salida
En países cerca de Afganistán, algunos embajadores dejaron sus puestos o fueron sacados por los talibanes, quienes han colocado a sus representantes. Pero incluso los sustitutos enfrentan dificultades.
En Pakistán, los salarios no han sido pagados desde setiembre. Los empleados viven de las tarifas por visas, renovación de pasaportes y certificados matrimoniales, expresó una fuente del consulado en Peshawar, cerca de la frontera con Afganistán.
El nuevo cónsul general designado por los talibanes recibe un salario de 50.000 rupias ($280) por mes, comparado con los casi 5.000 dólares que recibía su antecesor, indicó la fuente. Pakistán es el primer país al cual los talibanes enviaron un representante.
En Pekín, el embajador renunció cuando se nombró a un diplomático leal a los talibanes, quien ahora dirige la sede extraoficialmente. Los talibanes también han impuesto a allegados suyos en Uzbekistán e Irán. En tanto, Rusia dijo que aceptaría “dos o tres” nuevos diplomáticos pero aclaró que no ocuparían el lugar del embajador actual.
Amenazas, intimidación
Los talibanes no respondieron a la solicitud de AFP por un comentario, pero anteriormente han dicho que tienen control de las embajadas afganas. Sin embargo, no han logrado la acreditación de uno de sus principales voceros, Suhail Shaheen, como embajador ante la ONU.
En Roma, la policía italiana debió intervenir en un choque entre el embajador afgano y un diplomático protalibán que aseguraba haber sido designado embajador. “Ha habido amenazas, intimidación y violencia en algunas de nuestras misiones por exempleados molestos que son ideológicamente protalibán”, comentó Khaled Zekriya, el embajador en Roma.
LEA MÁS: Talibanes buscan dotar Afganistán de un ‘gran ejército’
“El gobierno talibán intentó persuadir a nuestra embajada a trabajar como su representante, pero dije que no”, aseguró. “Mi respuesta será la misma hasta que se establezca en Afganistán un gobierno representativo, inclusivo, del cual los talibanes sean una parte”, expresó.
Los talibanes también enviaron delegaciones de Kabul a Oslo y Ginebra para conversar con países occidentales, ignorando a las embajadas locales. Las misiones diplomáticas afganas, en especial en países occidentales, se unieron en criticar a los talibanes por irrespetar los derechos humanos antes de la vista a Oslo en enero.
“Es una situación difícil”, admitió Ghafoorzai, el embajador en Noruega. “Pero también sabemos que representamos a un pueblo que ha sufrido enormes dificultades a lo largo de su historia.