Washington. El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, suavizó el jueves su idea de un cierre inminente de la frontera con México, pero amenazó a su vecino del sur con aplicar aranceles a la importación de automóviles si no frena el flujo de inmigrantes y drogas.
“Si México no ayuda, está bien, vamos a ponerle aranceles a los autos que lleguen a Estados Unidos”, dijo Trump en la Casa Blanca. “Lo haré. Yo no juego”.
El mandatario dijo a periodistas que le daba a México un año para frenar el narcotráfico en la frontera antes de imponer los aranceles, sin aclarar si la contención de los inmigrantes indocumentados también tenía ese plazo.
Trump provocó un revuelo en medios políticos y empresariales el viernes pasado al advertirle a México que cerraría la frontera común “la próxima semana” y “durante mucho tiempo” si no detenía las caravanas de migrantes hacia el norte.
Pero Trump, que este viernes viaja a Calexico, una pequeña ciudad fronteriza a unos 300 kilómetros al sureste de Los Ángeles, bajó el tono más tarde, elogiando incluso la gestión de México en los últimos días junto con Honduras, Guatemala y El Salvador, origen de la mayoría de los indocumentados que emprenden viaje al norte.
LEA MÁS: México pide a Trump discutir por separado la migración y el comercio
“México ha estado haciendo un muy buen trabajo en los últimos tres o cuatro días, desde que hablamos sobre el cierre de la frontera”, dijo el presidente estadounidense en otro evento.
“No creo que alguna vez tengamos que cerrar la frontera porque la penalización de los aranceles para los automóviles que ingresan a Estados Unidos desde México en un 25% será enorme”, añadió, tras haber afirmado antes que “el partido” al final siempre se juega en el sector automotor.
Un 80% de las exportaciones de automóviles fabricados en México, importante pilar de su producción manufacturera, tienen como destino Estados Unidos y Canadá.
México, que firmó en noviembre un nuevo acuerdo de libre comercio con Estados Unidos y Canadá, lamentó que Washington mezclara el tema de la inmigración ilegal con la relación comercial bilateral.
“Para nosotros es muy importante mantener en un carril la ratificación del tratado de libre comercio y en otro los temas que tienen que ver con migración”, dijo la secretaria mexicana de Economía, Graciela Márquez, en alusión al T-MEC (USMCA en inglés), sellado tras más de un año de negociaciones en sustitución del TLCAN de 1994, muy criticado por Trump.
“Respecto a nuevos aranceles, tendríamos que estarlos discutiendo en términos de la relación entre socios comerciales que están modernizando un acuerdo comercial”, recalcó.
El T-MEC, que incluye apartados especiales sobre la industria automotriz, aún debe ser avalado por los respectivos Congresos para entrar en vigor.
De visita en Washington para reunirse con legisladores, Jesús Seade, subsecretario para América del Norte de la cancillería mexicana y exnegociador del T-MEC, declinó comentar sobre las declaraciones de Trump, pero aseguró que el pacto comercial no corre riesgo.
“Lo que se ha acordado sobre la industria del automóvil es firme, no está amenazado y nos atenemos a eso”, dijo en rueda de prensa.
La embajadora mexicana ante Estados Unidos, Martha Bárcena, aseguró de su lado que México está instrumentando "todas las medidas migratorias" previstas por su legislación, en cumplimiento de la política del presidente, Andrés Manuel López Obrador, de ordenar y regular el tráfico de extranjeros, proteger los derechos humanos y promover el desarrollo social.
“México está dispuesto a tener una buena relación con Estados Unidos”, dijo, pero aclaró que para atender el tema migratorio era necesario abordar sus causas fundamentales, que vinculó a lo socioeconómico.
Trump asegura que hay una emergencia nacional por la afluencia de inmigrantes indocumentados y drogas y que se necesita una acción drástica, pero sus amenazas de un cierre de la frontera generaron preocupación incluso en su propio Partido Republicano, que advirtió sobre las graves consecuencias económicas.
La frontera entre Estados Unidos y México es de las más transitadas del mundo, con una circulación diaria de cientos de miles de personas y 1.700 millones de dólares en bienes agrícolas, industriales y otros productos de consumo.
Economistas, legisladores y empresarios dijeron esta semana que un cierre sería un terremoto económico que podría provocar miles de despidos, dejar vacías las góndolas de los supermercados en pocos días, clausurar plantas de automóviles y hacer pudrir cargamentos enteros de frutas y verduras.
"Tendría gravísimos daños no solo para las economías de ambos países, sino también en los niveles de confianza entre los dos países”, afirmó la embajadora mexicana.