Washington. Donald Trump y Kamala Harris tienen poco en común, pero están de acuerdo en algo: ambos candidatos a la Casa Blanca quieren eliminar los impuestos a las propinas. Esta medida, claramente electoral, tendría grandes consecuencias económicas.
Entre los electores que ambos candidatos buscan seducir están los de Nevada, un estado clave para las presidenciales de noviembre. Nevada, hogar de Las Vegas, tiene la mayor cantidad de camareros del país en relación con su población, según el Departamento de Trabajo.
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La cultura de la propina en Estados Unidos difiere de la de la mayoría de los países. Los clientes suelen ser alentados a dejar propinas generosas, incluso por un café o un plato para llevar. En los restaurantes, pagar un 15% o 20% por encima del precio como reconocimiento al servicio es la norma.
En algunos estados, los empleadores pueden pagar a sus empleados $2,13 la hora, muy por debajo del salario mínimo federal de $7,25, siempre que la propina cubra la diferencia.
“No hay razón particular para que, de forma general, las personas que trabajan en el sector servicios paguen menos impuestos que un obrero o un enfermero”, considera Marc Goldwein, del Committee for a Responsible Federal Budget (CRFB).
“Eso crea un problema de equidad: dos personas que realizan un trabajo similar y que el mercado estima que vale la misma suma de dinero tienen niveles de tributación diferentes. Eso no tiene ningún sentido”, explica a esta agencia.
Hay alrededor de cuatro millones de trabajadores remunerados con propinas en Estados Unidos, cerca del 2,5% del total de empleados, según una estimación reciente del Budget Lab de la Universidad de Yale. Esta cifra incluye barmans, camareros y peluqueros.
Según este estudio, estos trabajadores tienen un salario semanal más bajo que la media, y alrededor del 37% no pagó impuestos federales en 2022.
Eliminar los impuestos sobre las propinas impactaría el déficit fiscal si no se compensa la falta de recaudación generada.
‘Mal enfocado’
El CRFB estima que el proyecto de Harris, más modesto, aumentaría el déficit en las finanzas públicas entre $100.000 y $200.000 millones. Por su parte, la propuesta de Trump lo profundizaría entre $150.000 y $250.000 millones.
La iniciativa podría tener efectos negativos, como incitar a los trabajadores a aumentar la proporción de sus ingresos que proviene de las propinas para pagar menos impuestos, o incluso hacer que los empleadores paguen a sus empleados principalmente con propinas.
“Si las protecciones no son sólidas, este fenómeno comenzará a verse en sectores que no utilizaban demasiado el mecanismo de la propina”, advierte Goldwein.
“Es un cambio mal enfocado, que podría tener consecuencias imprevistas tanto para el consumidor como para el presupuesto federal”, consideró Alex Muresianu, analista del centro de reflexión Tax Foundation, en un blog publicado en julio antes del anuncio de Harris.
Esto podría llevar a más industrias de servicios a adoptar el enfoque de los restaurantes, con un precio fijado y una propina esperada al final de la transacción.