Washington. Demócratas y republicanos se preparaban el miércoles para posibles batallas legales que definan la ajustada carrera a la Casa Blanca entre el presidente republicano Donald Trump y su desafiante demócrata Joe Biden.
Tal situación trae al recuerdo la disputa por la presidencia en el 2000, que la Corte Suprema definió en favor del republicano George W. Bush en detrimento del demócrata Al Gore.
La campaña de Trump impugnó el miércoles las elecciones en los estados de Wisconsin y Michigan, que según los medios ganó Biden, y quiere suspender el escrutinio en Pensilvania en donde está en desventaja.
El equipo del mandatario dijo que el recuento en Pensilvania debe ser interrumpido porque no se autorizó a sus delegados acercarse a menos de 7,6 metros del lugar.
“Vamos a demandar para detener temporalmente el conteo hasta que haya una transparencia significativa y los republicanos puedan asegurarse de que todo el conteo se haga según la ley”, expresó el director adjunto de la campaña, Justin Clark, en un comunicado.
Asimismo la campaña de Trump denunció irregularidades en “varios” condados de Wisconsin y que en Michigan sus delegados no tuvieron acceso al conteo en “numerosos” locales.
En Wisconsin, Trump anunció su intención de pedir un recuento pues denunció que hay “informaciones de irregularidades” y cuestionando la “validez de los resultados”.
En Michigan, los allegados de Trump interpusieron una demanda en la Justicia para suspender el conteo.
Según proyecciones de medios estadounidenses, Biden ya ganó en Wisconsin y Michigan.
El demócrata acumulaba 264 votos electorales, seis menos de los necesarios para ganar, y Trump, 214.
“Hemos iniciado una demanda en un tribunal de reclamaciones de Michigan para detener el conteo hasta que nos concedan un acceso significativo”, indicó en un comunicado la campaña de Trump, sin aportar pruebas de que hayan sido vedados de los locales.
El equipo del mandatario republicano también pidió que sean revisados los votos ya computados.
Incertidumbre
Con Trump, de 74 años, y Biden, de 77, cabeza a cabeza en la carrera, aun no se ha declarado un ganador en cinco estados: Alaska (3 votos electorales), Georgia (16), Carolina del Norte (15), Nevada (6) y Pensilvania (20).
Como pasó en 2016 con Hillary Clinton, Biden puede ganar el voto popular y perder si no consigue los votos electorales requeridos para ganar la Casa Blanca. El número mágico es 270, de un total de 538 que conforman el Colegio Electoral en el sistema estadounidense de sufragio universal indirecto.
Sin declararse vencedor, Biden dijo la tarde del miércoles que confiaba en ganar la presidencia una vez finalizado el escrutinio, asegurando vencer a Trump en los estados indecisos restantes.
“Nosotros, el pueblo, no seremos silenciados”, prometió Biden, que destacó que “cada voto debe contarse”, en una breve declaración de su feudo en Wilmington, Delaware, junto a su compañera de fórmula, Kamala Harris.
Trump dejó en claro que no aceptará la derrota sin cuestionarla.
“Ganamos esta elección”, aseguró en un discurso televisado en vivo desde la Casa Blanca la madrugada del miércoles, cuando alegó que había habido un “fraude” contra el pueblo estadounidense.
La mañana del miércoles repitió sus acusaciones de manipulación de votos, a pesar de la falta de pruebas.
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“Los resultados lo que van a generar son litigios (...) lo que tenemos enfrente son batallas legales por las próximas semanas”, comentó el analista costarricense Constantino Urcuyo, profesor de Ciencias Políticas de la Universidad de Costa Rica (UCR).
La determinación de Trump de cuestionar resultados reavivó la hipótesis de que como en 2000, la Justicia decida cómo los estados pueden escrutar los sufragios o hacer recuentos.
El efecto coronavirus
Los problemas legales están vinculados a la pandemia de covid-19. La recomendación de cuidar el distanciamiento entre las personas estimuló votar por correo.
Cada estado fija sus normas electorales y muchos adoptaron o ampliaron la posibilidad de votar bajo esta modalidad. Eso demandó cambiar reglas sobre cuando y cómo enviar los votos, verificarlos y contarlos.
Para responder a millones de votos emitidos por correo, legislaturas estatales y autoridades electorales extendieron el plazo de recepción de sufragios debido a la sobrecarga del servicio postal, prolongaron el tiempo de conteo de esos votos y dieron otros pasos para facilitar el proceso.
Previendo que más demócratas -que se mostraron más cuidadosos ante el covid- preferirían votar por correo, republicanos de todo el país pidieron a la Justicia bloquear esos cambios de reglas por considerar que transgreden normas existentes.
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Este miércoles en algunos estados aún estaban llegando votos por correo.
"Es evidente que los dos candidatos creen que aún tienen chance de ganar, de manera que la pelea avanza. Y la pelea puede hacerse en los tribunales", dijo Ed Foley, experto en derecho electoral de la Universidad de Ohio.
Urcuyo, por su lado, indicó que no habrá un “un resultado claro en los siguientes días".
Agregó: "Vamos a tener un escenario de batallas legales en los tribunales, donde algunos van a buscar anular votos y que no se reciban votos que se enviaron por correo, y ese es el esfuerzo en el que se encuentra el presidente Trump, tratar de que no se reciban esos votos simplemente en esos estados que podrían ser mayoritariamente demócratas aunque por diferencias mínimas”.
Como ocurrió en el estado de Florida en las elecciones del 2000, los pleitos se centrarán en la legitimidad de los votos.
Ya antes de las elecciones, republicanos presentaron demandas sobre si estados como Michigan o Pensilvania pueden considerar válidos los votos contados tras el día de los comicios o contar los que llegaron por correo después de ese día.
Una y otra vez, Trump denunció sin mostrar pruebas que los votos posteriores al día de la elección, especialmente en el decisivo estado de Pensilvania, podrían ser "fraudulentos".
Pensilvania es un caso muy especial porque, a diferencia de Michigan y otros estados, aceptó separar los votos llegados por correo después del martes y los convirtió en un preciado objetivo.
Los republicanos también cuestionan la supervisión de los votos por correo, si fueron despachados correctamente o algunos otros mecanismos adoptados.