Washington
El 20 de enero del 2017, el sucesor de Barack Obama será investido y, en caso de que resulte victorioso alguno de los aspirantes republicanos, se espera un programa supercargado que buscará derogar o anular centenares de decisiones del actual presidente demócrata.
Scott Walker, gobernador de Wisconsin, se comprometió a anular el acuerdo nuclear con Irán en el primer día de gobierno, en tanto la expresidenta de Hewlett-Packard, Carly Fiorina, levantará su teléfono para obligar al líder supremo iraní a abrir sus bases militares a las inspecciones.
Donald Trump construirá "muy rápido" un "gran muro" para bloquear el ingreso de inmigrantes clandestinos mexicanos" y anulará "inmediatamente" las regularizaciones de residencia acordadas por Obama. El senador Rand Paul pondrá fin a los programas de "vigilancia anticonstitucionales".
Rick Santorum, exsenador, revocará por decreto todas las reglamentaciones "que cuestan empleos estadounidenses" y su compañero de partido, Ted Cruz, derogará "todos los actos ilegales y contrarios a la Constitución de la era Obama".
Todo o casi todo eso pasaría antes de la medianoche, el mismo día de la investidura presidencial. La derogación de la reforma del gran sistema de salud pública, así como su programa, tomarán más tiempo, admiten los candidatos republicanos.
La radicalidad de sus promesas coincide con el récord histórico de postulantes: 17, de los cuales 10 debatirán el jueves por primera vez. Al menos la mitad de los electores no han escuchado hablar de ocho de los que intervendrán, según un sondeo de Quinnipiac, así que lanzar muchas ofertas de campaña es uno de los recursos más eficaces para tratar de atraer la atención de los medios.
La estrategia de Obama de actuar por decreto para eludir un Congreso dominado por los republicanos, especialmente en temas de inmigración y el cambio climático, les da un argumento aparentemente irrefutable.
"Todo lo que el presidente Obama ha hecho con su estilo o su teléfono puede ser deshecho en un día con un bolígrafo", dijo Santorum este lunes. El cuenta con un 2% de respaldo en los sondeos sobre las primarias.
Mucha retórica. Pero, en "el primer día del mandato, ¡por Dios, ellos no sabrán ni siquiera donde están los bolígrafos!", comentó con sorna el profesor de Ciencias Políticas, Timothy Hagle, de la universidad de Iowa.
"La promesa de hacer mucho desde el primer día cae en la retórica, porque el presidente aún no tendrá probablemente su gabinete y sus colaboradores a cargo".
Jeb Bush, quien como hijo y hermano de dos expresidentes, es probablemente el candidato republicano que conoce mejor la Casa Blanca y él mismo ha llamado a sus rivales a ser más realistas.
"Cuando uno es candidato a la presidencia, es importante tener madurez y ser reflexivo", expresó recientemente.
Los 100 primeros días de una presidencia han adquirido un sentido mítico, símbolo de voluntarismo. El demócrata Franklin Roosevelt concretó el monumental New Deal en los tres primeros meses de su administración, en 1933.
Al contrario, John F. Kennedy previno a sus conciudadanos en su discurso de investidura que "todo no estará terminado en los primeros 100 días".
Pero la tendencia a abundar en promesas es una constante universal en política.
"Los estadounidenses no quieren a alguien como Walter Mondale, quien en 1984 explicó que nuestra economía tenía un problema de largo plazo", recuerda Allan Lichtman, catedrático de la American University de Washington. "Ellos quieren acciones inmediatas".
Las promesas rotas son legión: la reducción de impuestos prometida por Bill Clinton a la clase media en 1992, el juramento de George W. Bush en 1988 de nunca aumentar los impuestos o el cierre de la prisión de Guantánamo, la cual también fue hecha por Obama el primer día de su mandato, en el 2009.
Pero cuando las promesas terminan, los candidatos recurren a los "performances" menos sutiles.
Como amante de las armas de fuego, Cruz calentó un pedazo de tocino en el cañón recalentado de un rifle semiautomático. El senador Paul talló en un tronco de árbol el código de los impuestos, mientras el candidato Ben Carson prometió una reforma inspirado en "la persona más justa del mundo": Dios, y planteó el equivalente a un diezmo (una tasa única entre 10 y 15%).
Para su primer día al frente de la Casa Blanca, los candidatos podrían inspirarse también en Roosevelt, quien unas horas después de su investidura, tomó juramento a nueve miembros de su gabinete al mismo tiempo, por primera vez en la historia de Estados Unidos. "Un bonito espectáculo", declaró entonces.