Tokio. El primer ministro japonés, Yoshihide Suga, anunció este viernes que no será candidato para liderar su partido en las elecciones internas previstas a finales de setiembre, lo que implica que dejará posteriormente también el cargo de jefe de gobierno, una decisión que ha sorprendido ya que llegó al poder hace tan solo un año.
“Quiero concentrarme en los esfuerzos para luchar contra el coronavirus y por ello no me presentaré a las elecciones” para liderar el Partido Liberal Demócrata (PLD), afirmó Suga a la prensa tras una reunión con los líderes de la formación política, que ostenta el poder en el país.
“Me he dado cuenta de que no podía hacer las dos cosas”: luchar contra la pandemia y por la reelección en el PLD, añadió. “He tenido que elegir”, explicó.
“Honestamente, estoy sorprendido”, reaccionó Toshihiro Nikai, número dos del partido. “Es realmente lamentable, pero ha hecho lo que ha creído mejor tras una larga reflexión”, agregó.
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El vencedor de las elecciones internas del PLD, previstas el 29 de setiembre, liderará el partido en las legislativas previstas este otoño.
Como el PLD (derecha nacionalista) no tiene otra formación que le haga sombra en el país, su nuevo líder se convertirá casi automáticamente en primer ministro.
La decisión de Suga recuerda a las tomadas por otros jefes de gobierno anteriores, en un país en el que la inestabilidad parece algo casi crónico.
El complicado calendario electoral de Japón y las incesantes luchas de poder dentro de los partidos han hecho que, desde la Segunda Guerra Mundial, solo cinco primeros ministros hayan pasado más de cinco años en el cargo.
Impopular
Suga, de 72 años, era considerado el favorito para liderar el partido, aunque su gobierno es muy impopular según los últimos sondeos.
A finales de agosto, solo tenía un 26% de opiniones positivas, según una encuesta del diario Mainichi, un mínimo histórico.
La popularidad de Suga también se ha desplomado, paralelamente a la de su formación, debido a las decisiones que ha tomado para hacer frente a la pandemia, que sigue propagándose en Japón.
Desde junio el país registra cifras de contagios muy altas, que llegan a 20.000 nuevos casos diarios.
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El gobierno ha tardado en aplicar una campaña de vacunación general y ha decretado en varias ocasiones el estado de emergencia.
Sin embargo, este dispositivo, que se basa sobre todo en recomendaciones cuyo cumplimiento no es obligatorio parece cada vez menos eficaz para frenar los contagios y comienza a generar un enorme disgusto entre la población.
Suga también es muy impopular por su empeño en mantener a cualquier precio los Juegos Olímpicos y Paralímpicos de este año, pese a que la mayoría de la población se oponía a su celebración.
“Para los representantes del PLD es un alivio no tener que hacer campaña en las legislativas teniendo como candidato a un primer ministro tan impopular”, aseguró Tomoaki Iwai, profesor de Ciencias Políticas de la universidad de Nihon, en Tokio.
Suga “nunca ha dado verdaderamente una impresión de competencia o de empatía” con la gente durante la crisis sanitaria, añadió Corey Wallace, profesor de la Universidad de Kanagawa, especializado en política japonesa y relaciones internacionales.
Se buscan candidatos
Fumio Kishida, exministro de Relaciones Exteriores, de 64 años, que ya había mostrado su interés en ser candidato para liderar el partido, se ha convertido ahora en el “favorito”, porque es a la vez “moderado y experimentado”, según Iwai.
Aunque también hay otros pesos pesados del partido, más populares entre los electores, como el ministro de la Reforma Administrativa y de la Vacunación, Taro Kono, o el exministro de Defensa, Shigeru Ishiba, que podrían también ser candidatos.
Suga asumió el cargo de primer ministro en setiembre del 2020 tras la renuncia inesperada de Shinzo Abe por motivos de salud.
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Suga encarnaba la experiencia, el pragmatismo y la continuidad con respecto a su predecesor, del que era su mano derecha. Por ello, al inicio de su mandato, su popularidad era envidiable.
Hijo de un productor de fruta y una maestra, Suga fue criado en la zona rural de Akita, en el norte de Japón, y pagó sus estudios trabajando en una fábrica después de mudarse a Tokio.
Ganó su primera elección en 1987, cuando se convirtió en miembro del consejo municipal de Yokohama, a las afueras de Tokio, y llegó al parlamento en 1996.
En sus meses en el poder Suga mantuvo la política de impulso económico de su predecesor, quiso ser más ambicioso en material medioambiental y conservó las líneas de su diplomacia, siempre basada en una alianza estrecha con Estados Unidos y una desconfianza hacia China.