Río de Janeiro. El diputado ultraderechista Jair Bolsonaro enarboló las banderas de la honestidad y la moralidad para “rescatar” a un Brasil hundido en la corrupción, al lanzar este domingo su candidatura para las elecciones presidenciales de octubre, donde las encuestas indican que llegará a segunda vuelta.
“Mi candidatura es una misión. Si estoy aquí es porque creo en ustedes, y si ustedes están aquí es porque creen en Brasil”, proclamó Bolsonaro durante la convención del Partido Social Liberal (PSL) en Rio de Janeiro, donde unos 3.000 seguidores lo aupaban al grito de “¡Mito, mito!”.
“Se la incomodidad que estoy causando al ‘establishment’. Soy el patito feo de esta historia, pero estoy seguro que seremos bonitos en breves”, proclamó el diputado, de 63 años, acompañado por su esposa y sus hijos, la mayoría también políticos.
Conocido por sus exabruptos racistas, misóginos y homofóbicos, Bolsonaro mostró este domingo un tono más conciliador y habló a favor de las mujeres y de la “igualdad”, que para él no pasa por cuotas o por un trato diferenciado a la comunidad LGBT.
Apelando a la mano dura, a legalizar el porte de armas para hacer frente a la violencia y a tener a militares en su gobierno, Bolsonaro hizo gala también de su “honestidad” al confesar que no entiende de “muchas cosas”.
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Se comprometió a impulsar una economía abierta al mercado y con privatizaciones –incluso de “brazos” de Petrobras– bajo la batuta de su asesor, el economista ultraliberal Paulo Guedes, también presente en el acto.
Sin embargo, un elefante blanco planeaba este domingo en la proclamación del segundo candidato con más intenciones de votos después del encarcelado expresidente Lula: Bolsonaro aún no tiene vicepresidente.
El diputado, cristiano confeso, ha recibido ya dos “no” de los candidatos que él quería. Y aunque este domingo estuvo sentado en la tribuna junto a la abogada Janaina Paschoal, una de las impulsoras del impeachment a Dilma Rousseff en 2016, ella dijo que aún reflexiona sobre la invitación.
El discurso de Paschoal, muy crítico con los gobiernos de izquierda de Lula y Rousseff, enfrió el ambiente al apelar al movimiento que lidera Bolsonaro: “No se gana una elección con pensamiento único, ni se gobierna con pensamiento único”.
“Ficha limpia”
“Tal y como está nuestro país, Bolsonaro es la persona que puede hacer la diferencia. No es un salvador, porque solo Dios lo es, pero es nuestra esperanza porque no está involucrado en corrupción”, dijo Gilmar Jasset, un conductor de autobús de 35 años.
El público que se acercó al centro de convenciones era heterodoxo: conservadores evangélicos, personas de clase media, policías y militares, y hasta habitantes de favela hartos de tiroteos.
Muchos ven en Bolsonaro al hombre fuerte y con “ficha limpia” capaz de rescatar a un país hundido en la crisis económica y social, y hastiado de la corrupción que en los últimos años puso en el banquillo de los acusados o en la cárcel a decenas de dirigentes de partidos de izquierda a derecha.
Cristiano Pereira, vecino de 32 años de la violenta Baixada Fluminense de Rio, cree que Brasil necesita un hombre con “puño firme”. Sueli Bonavita, una dentista de 64 años, considera que hace falta “una persona de derechas, que defienda a la familia, la democracia y la igualdad”.
Las encuestas y Trump
Bolsonaro tiene garantizados más votos hoy que ningún otro candidato, a excepción de Lula, preso por corrupción desde hace cuatro meses, y cuya candidatura será muy probablemente invalidada.
Pero eso no es suficiente para ganar los comicios más imprevisibles de la historia moderna de Brasil.
El exmilitar parece haber tocado un techo, pese a haber conseguido vencer las reservas de varios sectores sociales, incluyendo los medios empresariales.
Bolsonaro no logra llegar al 20% de intenciones de voto, incluso en escenarios que no cuentan con Lula. En simulaciones de segunda vuelta, el diputado sería derrotado por todos los candidatos, según Datafolha.
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Y aunque este enemigo de la prensa tradicional y de sus supuestas “fake news” asegura que no está preocupado, sin un vicepresidente de otro partido, tendría apenas 8 segundos en cada bloque de propaganda gratuita de radio y televisión de la campaña.
A la espera de que se verifique la solidez de los sondeos, el “fenómeno” Bolsonaro mantiene en vilo a Brasil, después de la experiencia de Donald Trump.
De hecho, la figura del presidente estadounidense “estuvo” también en la cita: un seguidor se colocó una careta con su rostro y fue paseándose por el auditorio, que lo aplaudía.