Londres. Los británicos votaban el jueves en elecciones municipales y regionales que en Inglaterra tienen valor de prueba para el primer ministro Boris Johnson y en Irlanda del Norte podrían dar una histórica victoria al republicano Sinn Fein.
Johnson votó a primera hora de la mañana en Londres, acompañado por su perro Dilyn. Un mal resultado en estos comicios, que suelen movilizar poco, podría reavivar la rebelión interna en su Partido Conservador y reactivar los llamados a reemplazar a su controvertido líder.
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Pero el dirigente, de 57 años, mostró confianza en que los votantes no darían la espalda a los conservadores “en un momento en que tenemos que concentrarnos en (...) proteger a las familias y los bolsillos”, debido a una inflación descontrolada. En Inglaterra, Gales y Escocia se eligen 146 consejos municipales, incluidos los 32 distritos de Londres.
Los colegios electorales cerrarán a las 9:00 p.m. (hora local) y los primeros resultado se anunciarán durante la noche, pero habrá que esperar a la tarde del viernes o el sábado para conocer los definitivos. Estos mostrarán si los conservadores preservan la confianza pese a los escándalos que ciernen al primer ministro, multado por la policía por haber participado en una fiesta ilegal en Downing Street durante los confinamientos contra el covid-19.
La investigación policial sigue abierta y Johnson podría ser multado otra vez, además de ser objeto de futuras pesquisas por una comisión parlamentaria que determinará si mintió a los diputados cuando aseguró que no se habían infringido las reglas en sus dependencias.
Reunificación de Irlanda
En Irlanda del Norte, el desafío es diferente: se elige al parlamento regional del que saldrá el nuevo gobierno autónomo y los nacionalistas del Sinn Fein podrían alzarse por primera vez como principal fuerza política en esta nación británica de 1,9 millones de habitantes.
De ser así, su cabeza de lista, Michelle O’Neill, puede convertirse en la primera republicana en dirigir el gobierno norirlandés —que su partido debe conformar con los unionistas del DUP— en sus cien años de historia.
Ex brazo político del Ejército Republicano Irlandés, IRA, que durante 30 años se enfrentó al poder británico y los paramilitares unionistas en un sangriento conflicto que terminó en 1998, el Sinn Fein tiene como último objetivo la reunificación de Irlanda.
Sin embargo, durante la campaña O’Neill se centró en cuestiones sociales como la descontrolada inflación, más que en una unificación que su partido quiere someter a referéndum. Y los electores tampoco parecen tener la cuestión como prioridad.
“Todo el mundo está más preocupado por los salarios y la seguridad laboral. Si formamos parte del Reino Unido o de la República de Irlanda no estaría entre los 20 primeros problemas”, manifestó John Potts, funcionario municipal de 56 años que manifestaba frente al ayuntamiento de Belfast.
“Solucionemos el tema de los salarios, la sanidad, la educación y la pandemia, y luego podremos hablar sobre la Constitución”, agregó. Sin embargo, “será todo un cambio radical si una nacionalista se convierte en primera ministra”, subraya Deirdre Heenan, politóloga de la universidad del Ulster.
Pero si Sinn Fein y DUP —obligados a compartir el poder por el tratado de paz de 1998— no se ponen de acuerdo, la formación del nuevo ejecutivo podría quedar bloqueada.
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Crisis del coste de la vida
En el resto del país, los conservadores deberían perder cientos de concejales e incluso el control de bastiones locales londinenses a favor del Partido Laborista. La principal formación de la oposición busca aprovechar la caída de popularidad de Johnson para intentar también reconquistar los bastiones izquierdistas en Inglaterra que el conservador le arrebató en las legislativas del 2019.
Considerado un “mentiroso” por buena parte de los británicos, según los sondeos, el primer ministro ha esquivado los llamados a la dimisión tras convertirse en el primer jefe de gobierno en ejercicio multado por infringir la ley.
Y en Askrigg, en el norte de Inglaterra, Gemma, responsable de recursos humanos de 44 años, estimaba el jueves que solucionar la crisis del “coste de la vida (...) en términos de vivienda, transporte, cuestiones locales” es ahora lo más urgente.