San Salvador. Los alicaídos partidos tradicionales de derecha e izquierda en El Salvador acuden a las elecciones legislativas y municipales del domingo relegados en las encuestas de intención de voto, aunque albergan la esperanza de un repunte de última hora que les permita mantener algo de su fuerza en el Congreso.
La Alianza Republicana Nacionalista (Arena, derechista), que gobernó entre 1989-2009, y el Frente Farabundo Martí para la Liberación Nacional (FMLN, izquierdista), que gobernó entre el 2009 y el 2019, pasan por su peor momento desde la victoria electoral hace dos años del popular presidente, Nayib Bukele, cuyo partido se perfila como favorito, según los sondeos.
Arena y el FMLN dominan el Congreso desde el 2018, cuando se celebró la última elección municipal y legislativa.
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Ambos perdieron popularidad “por dar la espalda a la voz de la gente”, consideró la directora del Instituto de Opinión Publica de la Universidad Centroamericana (UCA), Laura Andrade.
La imagen de Arena descendió cuando fueron encarcelados los expresidentes Francisco Flores (1999-2004, ya fallecido) y Elías Antonio Saca (2004-2009), para afrontar juicios por la malversación de más de $315 millones.
En el caso del FMLN, según Andrade, los gobiernos fueron “incapaces de hacer cambios radicales en la estructura” sociopolítica que causa la desigualdad entre los salvadoreños.
El FMLN también carga con el desgaste que le ocasionó el expresidente Mauricio Funes (2009-2014), quien se exilió en Nicaragua para evadir un juicio por la supuesta malversación de $351 millones.
Monopolio del poder
Andrade consideró “preocupante” que, en ese escenario, las elecciones del domingo apunten a consolidar el poder político en una sola fuerza, afín al presidente Bukele.
Recordó que El Salvador puso todo el poder en manos de Arena entre 1994 y 2000, y "fue lo peor que le pudo ocurrir al país" porque la derecha impulsó privatizaciones que debilitaron el patrimonio del Estado.
Bukele, según Andrade, supo capitalizar la frustración ciudadana para ganar la presidencia en el 2019 bajo la bandera que le prestó el partido minoritario, pero tradicional, Gran Alianza Nacional (Gana, centro derecha) y luego creó Nuevas Ideas (NI), que ahora figura como favorito en todas las encuestas.
Otro factor que ayuda a Bukele es su manejo de las redes sociales, que utiliza para atacar detractores y comunicarse con la población, según Andrade.
Para el analista y profesor universitario Dagoberto Gutiérrez, los 30 años de hegemonía bipardista de Arena y el FMLN provocó desencanto en la población.
"La crisis política por la que pasan Arena y el FMLN se está expresando en el hartazgo que demuestra la población hacia esos partidos políticos, que luego de 30 años de gobierno no supieron solucionar los problemas de la gente", reflexionó Gutiérrez, un disidente del FMLN.
Consideró que "Nuevas Ideas representa ese desencanto, ese enfado que siente la población hacia esos partidos políticos (tradicionales) que irán quedando en el pasado".
Dirigentes del FMLN y Arena denunciaron que se están enfrentando a Bukele con recursos limitados por cuanto el gobierno se negó a transferirles fondos que les corresponden.
Además, lamentan que Bukele se negó a transferir fondos que por ley debió otorgar a las alcaldías en los últimos siete meses, argumentando "falta de recursos".
La diputada Nidia Díaz, del FMLN, quien busca la reelección, declaró que la falta de pago de la deuda política crea una “inequidad” que afectará a su partido.
“Estamos en una situación inusual en los últimos 40 años de historia republicana. Estamos ante el uso de la propaganda gubernamental desmedida”, afirmó Claudia González, de la comisión política de Arena.
Arena y el FMLN apuntan que con la pandemia de covid-19, Bukele vio la oportunidad de hacer clientelismo, y con recursos del Estado entregó un bono de $300 las familias necesitadas y repartió bolsas de alimentos, utilizando para ello a la Fuerza Armada.
"El clientelismo político ha sido impresionante (y) nunca visto", resumió González.
El domingo, unos 5,4 millones de salvadoreños deberán elegir el nuevo Congreso (84 bancas), a 262 alcaldes y concejos y 20 diputados del Parlamento Centroamericano (Parlacén), una institución legislativa de integración regional.
Los funcionarios elegidos asumirán su mandato de tres años el 1.° de mayo.