Buenos Aires. Empleados estatales protestaron con manifestaciones y asambleas frente a sus lugares de trabajo este miércoles en Argentina, tras denunciar una ola de despidos que afecta a 15.000 trabajadores contratados de la administración nacional, según admitió el gobierno en el marco de medidas de ajuste.
La mayoría de los despidos fueron notificados durante la Semana Santa que en Argentina sumó como feriados estos lunes y martes, consignó la Asociación de Trabajadores del Estado (ATE), que convocó a un plenario urgente para definir acciones.
“El número final de contratos que no se han renovado ronda los 15.000, como parte del trabajo que estamos haciendo para achicar los gastos del Estado”, declaró el vocero presidencial, Manuel Adorni, en rueda de prensa.
El presidente ultraliberal Javier Milei había anunciado la semana pasada que planeaba reducir la plantilla de la administración pública nacional en 70.000 puestos de trabajo sobre un total de algo más de 332.000 de acuerdo al último reporte del Instituto de Estadísticas y Censos (Indec) de febrero.
Trabajadores despedidos intentaron ingresar a los lugares de trabajo donde se había montado un fuerte operativo policial para impedirles el ingreso.
“No nos queda otra que resistir organizados y sostener esta lucha porque sabemos que esto es arbitrario”, dijo en la improvisada asamblea Érica Almeida, delegada de ATE, en el hall de entrada de las oficinas del Instituto Nacional contra la Discriminación.
Las cesantías afectaron a trabajadores con contratos que eran renovados periódicamente y que no fueron actualizados tras los vencimientos de marzo.
Entre carteles y cánticos, algunos de ellos forcejearon con la policía a las puertas del Ministerio de Trabajo.
“Javier Milei se está equivocando, no está echando a ‘ñoquis’ (como popularmente se le dice a quienes no cumplen con su trabajo) sino a trabajadores que venimos a trabajar todos los días y vivimos de nuestro sueldo”, dijo Matías Reynoso, de 35 años y empleado en el ministerio de Trabajo.
La semana pasada, Milei dijo que el “plan era alcanzar el déficit cero en 2024″ y que estaba “convencido de llevar adelante un ajuste fiscal, el cual tiene mucho de motosierra y mucho de licuadora”.
Milei utiliza estos dos términos para referirse a los recortes de presupuesto por un lado y a la licuación del gasto por el otro por efecto de la elevada inflación, que ronda el 280% interanual en el marco de un desplome del poder adquisitivo y del consumo.
La meta de déficit cero del presidente excede las exigencias del propio Fondo Monetario Internacional, con el que Argentina tiene una deuda por $44.000 millones.