Washington y Moscú. Estados Unidos abandona oficialmente este viernes el tratado sobre armas nucleares de alcance intermedio (INF, por sus siglas en inglés)después de acusar a Moscú de no respetarlo durante años, una decisión que abre el camino a una nueva carrera armamentística frente a Rusia y, sobre todo, China.
"El tratado INF fue útil para nosotros, pero solo funciona si las dos partes lo respetan", dijo hace poco el nuevo jefe del Pentágono, Mark Esper. "Estados Unidos respetará el tratado y todas sus obligaciones hasta el 2 de agosto y después haremos lo que nos convenga", declaró en el Senado.
Washington anunció el 1.° de febrero la retirada de ese acuerdo bilateral firmado durante la Guerra Fría, un proceso que dura seis meses.
El presidente ruso, Vladimir Putin, ratificó el 3 de julio la suspensión de la participación de Rusia en ese acuerdo. La retirada de los dos países pone fin al tratado INF que, al prohibir el uso de misiles con un alcance de entre 500 y 5.500 km, había permitido la eliminación de los proyectiles balísticos SS20 rusos y Peshing estadounidenses desplegados en Europa.
Los europeos mostraron su preocupación ante el riesgo de una nueva carrera armamentística en su continente, pero la OTAN apoyó la postura estadounidense, alegando que el proyectil ruso 9M729 violaba el tratado INF. Moscú desmintió esas acusaciones y afirmó que su nueva arma tenía un alcance máximo de 480 km.
El final del tratado puede ser beneficioso para Estados Unidos, opinó el mes pasado el exsecretario de Defensa Ash Carter.
“Desde un punto de vista militar, y no político, no está tan mal”, manifestó durante una conferencia en el centro de estudios Council on Foreign Relations. “Podríamos hacer un buen uso de lo que llamamos un ataque convencional rápido”.
Arsenales más modernos
De hecho, el Pentágono se alegra de poder modernizar su arsenal para contrarrestar el creciente poder de China, que intenta asentar su supremacía militar en Asia.
“La mayor parte del arsenal chino se compone de misiles de alcance intermedio y debemos estar seguros de tener las mismas capacidades si, por desgracia, entramos en conflicto con ellos algún día”, subrayó Esper.
Washington aseguró que no desplegaría nuevos misiles nucleares en Europa, pero no hizo ninguna promesa sobre el despliegue de armas convencionales.
Las nuevas tecnologías permiten desarrollar armas de alcance intermedio mucho más precisas que hace 30 años, explicó el exembajador William Courtney, quien trabaja de experto en el centro de reflexión independiente Rand Corporation.
“La tecnología ha cambiado tanto que eso las vuelve (las armas de alcance intermedio) militarmente atractivas”, explicó ese especialista del desarme.
Para Thomas Mahnken, del centro de estudios estratégicos de la universidad Johns Hopkins, Estados Unidos debe desplegar esos misiles convencionales de medio alcance en islas del Pacífico y en territorios de países aliados para contrarrestar la potencia de Pekín en el mar de China meridional, donde el Ejército chino ha conquistado varias islas en disputa.
“Es hora de darle un vuelco a la situación”, opinó ese experto en un comentario publicado en la web especializada War on the rocks.
El fin del tratado de INF no toma por sorpresa a Moscú, que ya tiene nuevas armas listas para desplegar.
Cuando Estados Unidos llevó a cabo sus amenazas y el presidente Donald Trump afirmó su intención de abandonar el tratado, en octubre del 2018, Rusia no hizo nada para intentar retenerlo.
De hecho, altos responsables rusos criticaban desde hacía años el tratado INF, que consideraban beneficioso para Washington. Se impuso en el Kremlin la idea de que Rusia no necesitaba el acuerdo.
“Desde el 2007, cuando Rusia se retiró del tratado FCE (sobre las armas convencionales en Europa), el Ejército ruso y el Kremlin decían que el tratado INF no era un buen acuerdo, que no era justo”, recordó el experto independiente Pavel Felgenhauer.
En Moscú, el tema volvía siempre a la actualidad en cada nuevo anuncio de despliegue de un sistema de defensa antimisiles estadounidense en Europa o Asia. Para Washington, estos sistemas son únicamente defensivos, pero para Rusia se trata de una amenaza a sus puertas.
Por eso no sorprende que el Kremlin anunció tan rápidamente nuevos misiles, desde que fue oficial la voluntad de Estados Unidos de abandonar el tratado INF.
“Ahora que el tratado está acabado, vamos a ver el desarrollo y el despliegue de nuevas armas”, aseguró Pavel Felgenhauer, para quien “Rusia ya está preparada”.
Estas nuevas armas, mencionadas por primera vez por Putin en diciembre del 2018 ante los altos rangos del Ejército, fueron detalladas en febrero, durante una reunión entre el presidente ruso, el jefe de la diplomacia, Serguéi Lavrov, y el ministro de Defensa, Serguéi Shoigu.
Además de la creación de un misil terrestre de medio alcance, Moscú tiene la intención de desarrollar una versión terrestre de los misiles Kalibr, hasta ahora utilizados por la Marina y probados con éxito en Siria, donde el ejército ruso interviene desde el 2015 en apoyo al régimen de Bashar al Asad.
Pero Rusia tiene limitaciones: tiene problemas para salir de la crisis en la que está sumida desde el 2014 y su presupuesto militar es 10 veces inferior al del Ejército estadounidense.
El desarrollo de nuevos misiles tiene que hacerse “sin aumento del presupuesto de Defensa”, precisó a su ministro de Defensa Putin, quien ha criticado varias veces la carrera “frenética” armamentística.