Bogotá. Bajo el foco de las cámaras, el entonces alcalde de Medellín cazaba delincuentes en vivo y en directo. Seis años después, Federico Gutiérrez se lanza a la presidencia de Colombia con una imagen fresca y las banderas de la seguridad en alto.
Enero de 2017. Tres motociclistas asaltan un vehículo en Medellín, la segunda ciudad del país. Su mandatario, conocido como “Fico”, emprende una feroz persecución para capturarlos mientras publica el paso a paso en redes sociales.
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“La única opción es agarrar a estos tres cobardes”, advertía Gutiérrez.
Al día siguiente dio un parte de victoria rodeado de policías: “Tras más de 20 horas de operativos capturamos [a los] responsables”, aseguró.
La escena se repitió en bucle a lo largo de su alcaldía (2016-2019) con persecuciones de delincuentes, capturas y publicidad.
De apariencia relajada, jeans, calzado casual, cabello largo a la altura de la nuca y discurso coloquial, el ingeniero civil de 47 años se presenta como el candidato “de la gente”.
Todas las encuestas lo perfilan como segundo en intención de voto para las elecciones presidenciales del 29 de mayo, por detrás del senador y exguerrillero Gustavo Petro.
Si ningún candidato alcanza más del 50% de los apoyos, un balotaje el 19 de junio definirá el reemplazo del presidente Iván Duque, quien no podrá reelegirse por ley.
Padre de dos hijos y formado en una escuela del Opus Dei, Gutiérrez es el más joven del abanico de presidenciables.
”Uribe 2.0″
Vencedor de una coalición de fuerzas de derecha en las primarias del 13 de marzo, Gutiérrez promete mano dura contra rebeldes y ejércitos del narco que persisten en el prolongado conflicto colombiano tras la firma del acuerdo paz con la guerrilla FARC en 2016.
Debe “haber un Estado fuerte en contra de las estructuras criminales”, dijo el exalcalde el 18 de mayo.
Aunque marcó distancia con el oficialismo, Gutiérrez recoge un discurso similar al que llevó al poder a Álvaro Uribe (2002-2010), impulsor del actual presidente Duque y político influyente que granjeó buena parte de su aceptación con una estrategia de lucha sin cuartel contra las guerrillas de izquierda.
Gutiérrez “intenta ser una versión 2.0 de Uribe”, nacidos en la misma ciudad, con una personalidad de “saludar a todos por su nombre, generar empatía”, “demostrar que está en el lugar de los hechos”, “tips” que le dieron “mucho éxito” al exmandatario, explica Andrés Ávila, politólogo de la Universidad Javeriana.
Y aunque “Fico” se define en las antípodas de Petro, no logra “establecer un buen punto de diferenciación y es muy difícil descifrar” su discurso más allá del “respeto a la propiedad privada” y la seguridad, según el experto.
“Fico-show”
Muy activo en redes sociales, como dirigente de Medellín implementó una ambiciosa campaña comunicacional que resaltaba su desparpajo y cercanía con la gente.
Según la Fundación para la Libertad de Prensa esa “estrategia publicitaria” costó al menos 38 millones de dólares, el gasto en imagen más alto de todas las alcaldías del país entre 2016 y 2017.
Todos los martes a las 8:00 p.m. se vestía de presentador de televisión y dirigía la emisión pública “Federico cuenta con vos”.
“Aquí cualquiera llega, se arrima, pregunta”, decía en uno de los programas junto a una vendedora informal.
A veces pedaleaba junto famosos ciclistas o corría maratones.
Pero Luz María Múnera, concejal opositora de Medellín en esa época, señala que el llamado “Fico-show” en el fondo escondía “inexperiencia”.
Es “una persona con dos personalidades”, señaló. Una en la “que maneja muy bien la imagen, las redes, que se quiere hacer ver como el bacán (agradable)” y otra en la “que cree que la sociedad tiene que ser obediente, casi que uniformada”.
Pese a las críticas, terminó su gobierno como el alcalde más popular del país con casi el 85% de aprobación.
”Cárcel o tumba”
Al mando del antiguo fortín de Pablo Escobar, el abatido barón de la cocaína, Gutiérrez se propuso un combate frontal contra las mafias.
Pero en 2017 la detención de su secretario de Seguridad, Gustavo Villegas, sembró dudas. El funcionario fue señalado de dar información a organizaciones ilegales sobre operativos en curso y aliarse con la Oficina de Envigado, una poderosa banda heredera del cartel de Escobar tras su muerte en 1993.
Villegas llegó a un acuerdo con la fiscalía y fue condenado por no denunciar una extorsión. Gutiérrez niega las acusaciones.
Para Dávila, el exalcalde enfrenta un reto “muy difícil: ser el candidato de Uribe sin que se note y sin que le implique cargar el desgaste inevitable del gobierno Duque”.